jueves, marzo 28, 2024
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Baruch de Spinoza: un ateo muy creyente en Dios

Uno de los más grandes filósofos de la modernidad, época inconclusa de la historia, porque sus fundamentos y principios no han sido realizados.

Baruch de Spinoza: 1632-1677.
Baruch de Spinoza: 1632-1677.

Hernán Ortiz Rivas

La vida de Spinoza es breve, lo mismo que su obra; pero, la segunda, por su importancia y vigencia, hasta la fecha tiene más de tres centurias y media, que se van a prolongar ilimitadamente. De su vida se conocen algunos datos: El lugar y la fecha de nacimiento, Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632, los relativos a su muerte, La Haya, 21 de febrero de 1677, es decir, falleció muy joven. Su origen judío hispano-portugués, de la sinagoga lo expulsaron a corta edad, bajo la acusación de herejía.

Un oscuro fanático intentó matarlo, vivió en varias partes de Europa, escribió varias obras, sin verlas publicadas, salvo el Tratado Teológico-Político, impreso en forma anónima en 1670, donde hizo una profunda y bella apología de la libertad del pensamiento, la tolerancia y la democracia liberal. Antes había escrito los Principios de la filosofía de Descartes y un Tratado corto de Dios, el hombre y la salvación del alma, después de estos libros viene el más famoso de todos: Ética, demostrada según el orden geométrico.

Perseguido por su pensamiento

Spinoza es uno de los más grandes filósofos de la modernidad, época inconclusa de la historia, porque sus fundamentos y principios no han sido realizados. A pesar de esta época de apertura hacia la libertad burguesa, el filósofo Spinoza fue prohibido, perseguido, desterrado, debido a su pensamiento libre, democrático, contrario a la religión tradicional, que predica un ateísmo larvado. No obstante, Dios está presente en toda su obra; pero, un Dios distinto al de la religión, tal vez pueda calificarse como un Dios de los filósofos. Para Spinoza, Dios y la naturaleza son la misma cosa, Dios puede estar en una planta, en una roca, en un animal, tesis que en el siglo XVII resulta una tremenda herejía.

No menos importante es su posición de mantener que el dualismo cartesiano: cuerpo-alma, carece de valor filosófico, científico, porque los dos elementos humanos, al vivir en sociedad, deben asegurarse la mejor vida posible, la cual, únicamente florece en ambientes de libertad y democracia. Estos principios filosófico-políticos determinan que Spinoza se hubiera adelantado un par de siglos en el tiempo, principios que luego iban a gobernar grandes hechos históricos, como la independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa de 1789, la liberación de las colonias americanas del imperio español, en el siglo XIX.

Cabe decir que la filosofía del siglo XIX, tiene mucho que ver con Spinoza; por esto un gran hombre de ese tiempo, Karl Marx, elabora unos cuadernos espinocistas, donde incluye extractos del Tratado Teológico-Político, cuadernos reeditados hace poco, en castellano, por Editorial Montesinos, con un buen Prólogo de Nicolás González Varela. En estos cuadernos, Marx hace unos extractos tomados del libro citado antes, y de algunas cartas de Spinoza, seleccionadas por el joven Karl Heinrich.

Tales textos permiten afirmar que Marx es un gran lector de Spinoza, admiración que mantiene siempre, como lo comprueba la advertencia hecha a unos economistas de su tiempo, al recomendarles que “harían muy bien en meditar alguna vez acerca de la tesis de Spinoza: Determinatio est negatio”, advertencia que figura en su obra cumbre: El Capital. Crítica de la Economía Política. No es posible en un artículo periodístico decir algo sobre la filosofía de Spinoza, solo cabe recordar que ella es el sustento de la corriente materialista de fines de la Edad Media, que produce la disolución de Dios en la naturaleza, en medio de complejas definiciones, axiomas, escolios, lemas, proposiciones, contenidas en su famosa Ética.

También Spinoza es el formidable autor que penetra muy hondo en la “servidumbre humana”, en el “origen y la naturaleza de los efectos”, en las libertades públicas y los derechos civiles, esto es, en los derechos humanos de primera generación, bases de la democracia liberal, de la cual, Spinoza es uno de los grandes pensadores. Spinoza critica la monarquía absoluta, propugna por la separación entre iglesia y Estado. Dice que a la muerte del rey, muere el Estado, en el sentido de un retorno a la ley natural, donde el poder soberano pertenece al pueblo que puede dictar nuevas normas legales y derogar las antiguas, tesis muy atrevida en su tiempo.

Para Spinoza uno de los fines del Estado es hacer a todos los humanos libres, porque no son autómatas, están dotados de racionalidad y pensamiento, pueden gobernarse con o sin reyes, bajo el amparo de la legalidad contenida en las normas jurídicas. Todos estos principios demasiado sintetizados, permiten repetir que Spinoza es un gran precursor del pensamiento moderno, que todavía está por conquistarse.

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