El mes en homenaje al sacerdote y sociólogo se celebra en un contexto marcado por las tensiones que han desencadenado los lamentables acontecimientos en el Catatumbo. Por ello, resulta crucial reivindicar al referente político más allá de las etiquetas y los esquemas preconcebidos
Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos
Febrero es el mes del amor eficaz. En Colombia, este rótulo espontáneo se ha posicionado en el movimiento revolucionario gracias a dos fechas.
En Bogotá, el 3 de febrero de 1929 nació Camilo Torres Restrepo en el hogar formado por el médico Calixto Torres y por la aguerrida Isabel Restrepo Gaviria, quien se convertiría posteriormente en la compañera fiel de las luchas del hijo amado.
Treinta y siete años después, el 15 de febrero de 1966, en El Carmen de Chucurí, Santander, cayó en combate Argemiro, nombre de guerra del sacerdote y sociólogo. Este había integrado el Ejército de Liberación Nacional, ELN, tan solo cuatro meses antes, luego de la fugaz experiencia unitaria del Frente Unido.
Este año se celebra el mes del amor eficaz en medio de las tensiones que han desencadenado los lamentables acontecimientos en el Catatumbo. Frente a la segura reivindicación del “cura guerrillero” que hará el ELN, resulta crucial disputar al referente político más allá de las etiquetas y los esquemas preconcebidos.
El legado de Camilo Torres pertenece fundamentalmente al pueblo colombiano y latinoamericano, así muchos de sus seguidores armados opinen lo contrario.
El amor eficaz
Según el sacerdote jesuita y defensor de los derechos humanos, Javier Giraldo Moreno, Camilo Torres repetía constantemente que sin un amor profundo por el pueblo oprimido era imposible configurarse un auténtico compromiso revolucionario.
“Si quisiéramos sintetizar su proceso, como él mismo lo hizo en repetidas ocasiones, lo tendríamos que definir como una búsqueda de amor eficaz (…). La búsqueda de esa eficacia impulsa a Camilo por los caminos de la sociología, de la actividad intelectual, de la promoción social, del trabajo organizativo y agitacional y luego el liderazgo político y revolucionario, en una secuencia consciente, lógica y ética, que se puede seguir en sus escritos”, reflexiona el padre Giraldo en la antología Camilo: mirar y juzgar, soñar y actuar (2015).
Al problematizar con la esencia del cristianismo, Camilo Torres insiste en un amor al prójimo que para ser eficaz necesita de un cambio en el poder político para favorecer a las mayorías: “Si este cambio (…) es lo que nosotros llamamos revolución, solamente se logrará el amor al prójimo mediante la revolución en Colombia”.
La clase popular
La búsqueda del amor eficaz como criterio y guía fundamental de la acción constituye la base de un pensamiento político caracterizado por la superación del maniqueísmo político, el rescate de la dimensión humana y ética de la revolución, la superación entre el conflicto marxismo y cristianismo, y el problema del poder.
Dentro de toda esta construcción teórica, en opinión de Giraldo, el principal aporte de Camilo Torres es la caracterización de la clase popular como sujeto histórico del proceso revolucionario.
Y aunque esta propuesta aparentemente choca con los manuales del marxismo ortodoxo, el sacerdote jesuita establece una convergencia entre la propuesta de Camilo Torres y las categorías que Karl Marx desarrolló para definir los conflictos dentro de la sociedad establecida por el capital.
De hecho, Camilo Torres reconoce que su categoría es vaga sociológicamente hablando, pero la defiende desde un punto de vista agitacional al ser comprendida por las mayorías. Así, la clase popular estaría compuesta por el campesinado, la clase obrera y todos los sectores oprimidos de la sociedad, articulados sin exclusiones con estudiantes, mujeres e intelectuales, incluso burgueses, que se oponen a los intereses de lo que hoy llamaríamos Establecimiento.
“Nadie puede ser revolucionario si no confía en los valores del pueblo”, recuerda Camilo Torres.
El Frente Unido
Sin embargo, quizás el mayor aporte del padre Torres, que ha trascendido en los últimos sesenta años, haya sido el fugaz proceso unitario materializado en el Frente Unido del Pueblo, el cual, en su momento, representó una ruptura en el proceso revolucionario latinoamericano.
Esta iniciativa, afincada en las necesidades concretas de la mayoría, logró una espectacular movilización de masas, gracias en parte a su lenguaje sencillo y concreto. Además, el modelo organizativo de abajo hacia arriba y de estructuras democráticas, el cuidado en el manejo de los factores que dividen y la búsqueda de las fórmulas que unifican, y la superación en la práctica de las contradicciones entre marxistas y cristianos, consolidaron una experiencia que concretó en pocos meses la propuesta política de un amor eficaz del pueblo.
No obstante, esta experiencia se diluyó por el canibalismo izquierdista una vez Camilo Torres se unió a la insurgencia. El Partido Comunista siempre valoró esta decisión como un error, en gran parte por el movimiento de masas alcanzado por el Frente Unido en tan pocos meses.
Por ello, siempre será fundamental la famosa frase emitida el 6 de agosto de 1965 en una conferencia del Frente Unido en Barranquilla: “insistir en todo aquello que nos une y prescindir de todas las cosas que nos separan”.
En su artículo Camilo: humanista social (1991), el abogado Eduardo Umaña Luna resume la potencia que significó la experiencia del Frente Unido:
“Al organizar su movimiento, sin exclusivismo de ninguna naturaleza, sin dogmas intocables, sin teologías pseudorevolucionarias, supo comprender cómo en Nuestra América multiforme y mestiza no cabían grupillos de sabelotodos, ni pequeñas capillas de iniciados, sino que debería abrirse a todas las gentes de buena voluntad, cualquiera que fuese su procedencia, siempre y cuando tuvieran como común denominador la honradez en la lucha y la ausencia de apetitos personales.
»Su discurso fue objetivo, claro y veraz. Ni maximalista, ni mesiánico, ni altisonante. Simplemente sencillo, honorable y equitativo. De ahí su vigencia”.
Experimento
En su reciente documental Camilo Torres Restrepo, el amor eficaz (2022), la aclamada cineasta Marta Rodríguez establece un diálogo ficcionado con el sacerdote. Le formula preguntas, agradece por las enseñanzas, hace reclamos y presenta la realidad de un país que cambió en favor de las mayorías.
El experimento cinematográfico permite licencias, como preguntarse cuál sería la opinión de Camilo Torres frente a los fatídicos hechos en el Catatumbo. Y no cabe la menor duda que su respuesta sería estar junto al pueblo denunciando a quienes en su nombre y su causa han violentado gravemente sus derechos.