Este largo y tenebroso año del mandato de Iván Duque, solo tiene unos momentos de relax: las repetidas escenas del presidente Duque imitando torpemente a algunos cantantes, incluso en escenarios internacionales, cantando tangos. Qué desgracia para el país que este político no hubiera encontrado un negociante de la farándula que lo hubiera guiado por el mundo del espectáculo. ¡Cuántos males nos hubiera ahorrado! Y un plus irrisorio: las repetidas imágenes porcinas del Presidente, creadas por el caricaturista Matador y aceptadas y multiplicadas por otros colegas, con las variantes obvias. El resto de acontecimientos están precedidos por las primeras y últimas jugaditas del presidente del Senado Ernesto Macías.
Los otros procesos, unos que se iniciaron antes de la posesión de Iván Duque, pero agravados durante su presidencia, otros hechos supremamente graves que trataron de ser ocultados, por ejemplo, la reedición del contenido del reglamento de la acciones de las Fuerzas Armadas, de la época del Gobierno de Álvaro Uribe, que causaron más de cinco mil muertos civiles, presentados como bajas en combate, crímenes de Estado, que los asesores oficiales lograron vender a los medios con el eufemismo de falsos positivos. Si no hubiera sido por la insistencia del periódico The New York Times y la revista Semana, el Presidente y su mendaz ministro de Defensa, hubieran ocultado la reglamentación que pudiera haber multiplicado otra vez los asesinatos perpetrados por militares, para obtener dinero manchado de sangre y acallar su conciencia con los descansos remunerados.
Por otra parte, la siembra de odio y malquerencias del latifundista del Ubérrimo y otros congéneres, está llevando, ante la impavidez de Iván Duque, al país a una violencia similar a la vivida a finales de los años cuarenta e inicios de los cincuenta del siglo pasado, cuando gobernaba el monstruo. ¿Se estará chulavitizando el país nuevamente, señor, Presidente, mientras usted se emociona y regodea a sus funcionarios y amigos con sus cánticos?
Pero ahí no terminan los hechos aciagos. En lo corrido del año ya han asesinado a más de treinta indígenas y decenas están amenazados de muerte. Y qué decir de la absoluta impunidad que cubre a los autores intelectuales de los ya masivos asesinatos de líderes y defensores de los reclamantes de las tierras que empresarios rurales les compraron a quienes habían desplazados con violencia a sus propietarios. Una forma de estimular estos asesinatos, es su decisión de no cumplir el compromiso de implementar la reforma rural integral, pactada por el Estado en el Acuerdo de La Habana, aunque ya lleva, un año gobernando.
Esta demora en el cumplimiento de lo pactado en el Acuerdo de Paz, contrasta con la celeridad con que una funcionaria venal de su Gobierno, con prontitud ordenó entregar más de un billón de pesos del erario a la banca de su antiguo empleador.
En su primer año de gobierno, ni siquiera el Presidente ha cumplido con la tan cacareada consigna: “Quien la hace la paga”. Funcionarios oficiales ocultaron al prófugo Arias al ser extraditado al país y en lugar de recluirlo en la cárcel está hospedado en un recinto militar, donde diariamente recibe a manteles a parientes y amigos.
En resumen, el primer año de Gobierno del presidente Duque, se destaca por: la reducción de impuestos a los empresarios y grandes contribuyentes; impunidad para los autores intelectuales de los asesinatos de líderes sociales e indígenas; protección a los delincuentes condenados por la Corte Suprema; intentos de crear leyes con efectos retroactivos para tratar de obtener la absolución de los delincuentes ya condenados como Andrés Felipe Arias.
La lección debe ser aprendida: solo la movilización popular para exigir que gobierne para todos los colombianos y sordo a los discursos contra la paz, que se decida a actuar contra los generadores de violencia, pudiéramos evitar tres años más de impavidez ante el derrumbe de la convivencia. Dada la proximidad de las elecciones, es necesario votar bien para evitar que las regiones caigan en manos de la extrema derecha depredadora.