Diana Carolina Alfonso
@DianaAlfonso91
El pasado domingo, Andrés Manuel López Obrador, AMLO, rindió el último informe de gobierno de su sexenio frente a una multitud movilizada.
El Zócalo alojó a las familias y organizaciones que llegaron en la madrugada, desde los departamentos más alejados, para escuchar la rendición de cuentas de su presidente. AMLO habló puntual y pausadamente, con la dignidad que confiere el eco del Zócalo.
Recordó sus obras más renombradas: el bono pensional a la tercera edad, la política de Jóvenes Haciendo Futuro ─que brinda capacitación, apoyo económico y seguro médico a más de 2.3 millones de estudiantes─, la creación de las universidades para el bienestar en las zonas más pobres del país, la ampliación de la red vial, la recuperación de las empresas públicas de energía, petróleo y gas natural, y la construcción del tren maya.
En lo económico y social, destacó que la moneda mexicana ocupa “el segundo lugar en el mundo con relación al dólar” y que se sumaron dos millones más de empleos formales, cuyo salario pasó de 352 pesos diarios a 587.
Sobre la pesada herencia neoliberal, el presidente aseguró que entraría en funcionamiento “el fideicomiso en el Banco de México para reparar el daño que causaron las reformas de los presidentes neoliberales Ernesto Zedillo y Felipe Calderón, al reducir el monto de las pensiones de los trabajadores al 30 por ciento de su salario. Ahora todos ellos obtendrán el 100 por ciento al jubilarse”. Además, hizo gala de la política de Estado austero: “Esto explica por qué alcanza el presupuesto y se distribuye a todos. Ya no hay sueldos elevadísimos para servidores públicos, ni pensiones millonarias a expresidentes”.
La controversia se centró en el poder judicial. Las reformas judicial y constitucional fueron claves en la campaña electoral de MORENA. Desde el triunfo de Claudia Sheinbaum, el partido de gobierno empezó a realizar asambleas territoriales, espacios de formación, y un gran despliegue mediático para resaltar la importancia de estas reformas.
En su último acto, AMLO remarcó que los jueces debían ser elegidos por el voto popular, además, el tamaño de las máximas cortes tenía que reducirse en coherencia con los principios de un Estado austero. Recientemente, los gobiernos de Canadá y Estados Unidos expresaron su rechazo a la reforma judicial en México. Como respuesta, Andrés Manuel pidió congelar las relaciones de Cancillería con estos dos países. “Afortunadamente, han actuado con mucha prudencia después de ese pronunciamiento y espero que las cosas vayan mejorando”, dijo, con sarcasmo, el domingo 1 de septiembre.
Frente a la crisis migratoria que sufre la frontera norte, AMLO se dirigió indirectamente al candidato Trump e insistió en un plan migratorio sin “muros” ni “militarización”.
Con este discurso, la sociedad mexicana se despide de la era AMLO y se dispone a edificar el segundo piso de la cuarta transformación, expresión que sintetiza la larga marcha del humanismo mexicano a la cabeza de Morelos, Benito Juárez, Lázaro Cárdenas y, por supuesto, Andrés Manuel López Obrador.
