La marxista y feminista rusa analizó el trabajo de las mujeres en diferentes épocas históricas, evidenció las diferencias y contradicciones de clase, contraponiendo la vida familiar obrera y la social burguesa
Nidia Jaydivi Colorado García
@NidiaJaydivi
El comunismo es un sueño que Aleksandra Mijailovna Domontovich Kollantái, o simplemente Alexandra Kollontai, ya construía en sus escritos desde que fue pionera del proceso en Rusia cuando participó en la revolución de 1905. Su trayectoria política de toda una vida dedicada al partido y a la revolución, logró engendrar desde muy joven una de las miradas más visionarias en la construcción social del movimiento obrero.
“Jóvenes y ancianas, trabajadoras, campesinas, esposas de soldados y amas de casa pobres de ciudad. Más raramente, mucho más raramente en esos días mujeres oficinistas y profesionales, mujeres cultas y educadas. Pero también había mujeres de la intelectualidad entre aquellas que llevaron la bandera roja a la victoria de Octubre- maestras, empleadas de oficina, jóvenes estudiantes de secundaria y de universidades, doctoras- Ellas marcharon, animadas y desinteresadamente, con un propósito. Iban donde fueran enviadas ¿Al frente? Se ponían una gorra de soldado y se transformaban en combatientes del Ejército Rojo. Si se ponían una banda roja en el brazo, entonces se precipitaban hacia los puestos de primeros auxilios para ayudar en los frentes rojos contra Kerenskí en Gátchina. Trabajaron en las comunicaciones del ejército, trabajaron animadamente, llenas del convencimiento de que algo crucial estaba ocurriendo, y de que todas somos pequeños engranajes en la gran maquinaria de la revolución” (Feminismo socialista y revolución. Abril, 2020. México. Pág. 48)
Emancipación
Sus inicios intelectuales como literata de novelas sobre el amor y las relaciones interpersonales mostraron una gran pasión y sensibilidad por los temas de género y principalmente por las mujeres. Se dedicó por décadas al estudio exhaustivo sobre la condición social de las mujeres trabajadoras durante la sociedad precapitalista mercantil y la era industrial capitalista.
Nació el 19 de marzo de 1872 en San Petersburgo, imperio ruso, estudió en la Universidad de Zúrich y se casó a los 19 años aproximadamente. Desde el año 1896 inició su militancia política, inicialmente en el Partido Socialista y en 1899 se afilió al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.
Evidentemente, le preocupaba la precaria e histórica condición de la mujer trabajadora en la transición del siglo XIX al siglo XX. Entre octubre y diciembre de 1908 realizó más de 50 reuniones de mujeres para tratar temas de sanidad e higiene en San Petersburgo, la salud de las mujeres es un tema recurrente en sus escritos. Otros de los aspectos de su permanente observación fueron la educación, la formación política, el nivel de consciencia, la jornada laboral y el escaso tiempo libre de las mujeres. Examinó el patriarcado como una tradición desde diferentes aristas culturales e históricas, y se propuso construir un ideario político de la sociedad comunista emancipadora de la mujer.
Socialización del trabajo doméstico
Kollontai se destacó por su convicción y talento para la gestión gubernamental. Siendo del sector bolchevique desde la Conferencia de Zimmerwald en 1915, participó en diferentes espacios de gestión política. En 1917 fue elegida para ser parte del comité ejecutivo del Soviet de Petrogrado (siendo la primera mujer) y del comité central del Partido; allí apoyó la insurrección y la toma del poder en la victoriosa revolución de 1917.
En 1918 participó de la organización del primer congreso panruso de mujeres trabajadoras, en el cual se creó el Zhenotdel (Departamento de mujeres trabajadoras y mujeres campesinas del partido bolchevique liderado por Alexandra e Inessa Armand). Posteriormente fue nombrada comisaria del pueblo de bienestar social y en 1923 fue nombrada embajadora de la Unión Soviética. Su gestión se destacó por las múltiples iniciativas en materia de política pública, la construcción social del ideario comunista y la mediación en conflictos internacionales en países como México, Noruega y Suecia hasta 1930.
Una de las grandes luchas de Alexandra fue la socialización del trabajo doméstico. Su propuesta entre líneas puede entenderse como la transformación de las labores domésticas individuales, dirigidas por el patriarcado a las mujeres del núcleo familiar, en actividades orientadas socialmente por el Estado.
Por ejemplo, menciona la creación de restaurantes comunitarios, centros de lavado, cocinas centrales, centro para la infancia lactante, guarderías, centros educativos de primera infancia, entre otras funciones y oficios que se convertirían en servicios públicos gratuitos. De esta forma desmarca los oficios domésticos del rol de género, libera a la mujer de la opresión patriarcal y crea en el Estado una mediación de las responsabilidades domésticas desde una visión socializada del proceso de cuidado y formación de los seres humanos.
“Los capitalistas se dan perfecta cuenta de que el viejo modelo de familia, en el que la esposa es una esclava y el hombre es responsable del sostén del bienestar de todos su miembros, es la mejor arma para ahogar los esfuerzos del proletariado hacia su libertad, para debilitar el espíritu revolucionario del hombre y de la mujer proletarios”1
La sociedad comunista que soñó Kollontai es una sociedad equitativa, con perspectiva de género, en la que se rompe la prisión económica y moral de la privatización del trabajo doméstico, enfocado éste principalmente al tiempo femenino. Con lo cual, se mantienen no sólo las desigualdades de género sino también el nicho propicio para la violencia contra las mujeres. Mientras que la sociedad capitalista comercializa estas funciones y mantiene la servidumbre, la sociedad comunista realizaría un giro en su interpretación y siendo una responsabilidad social y colectiva, se entendería como una labor más de la comunidad, a la vez un derecho para todas las personas.
Memoria histórica
En varios de sus textos puede observarse una metodología de investigación progresiva en la que analiza el trabajo de las mujeres en diferentes épocas históricas, evidencia las diferencias y contradicciones de clase, contraponiendo la vida familiar de la clase social obrera y la clase social burguesa.
Señala la triple jornada de la mujer obrera en tanto trabajo en la fábrica, trabajo doméstico y cuidado de las personas de la familia. También, aporta al análisis crítico económico de la sociedad capitalista, hizo seguimiento de los cambios productivos en la transición de las labores de las mujeres campesinas fabricantes de productos secundarios, conservas y ropa, hacia las labores de las mujeres urbanas y trabajadoras industriales, siendo estas últimas consumidoras de productos industrializados de menor calidad.
No quisiera dejar por fuera de la memoria histórica algunas mujeres de la Unión Soviética que lucharon por la revolución y los derechos de las mujeres trabajadoras del todo el mundo y que menciona Alexandra en su texto Mujeres combatientes en los días de la Gran revolución de Octubre:
-Nadezha Konstantínovna Krupskaya. Activista y compañera de Lenin.
-Yelena Dmítrieva Stásova. Secretaría del comité central del Partido.
-Klavdia Nikoláieva. Obrera, Bolchevique. Lideró la primera revista para mujeres trabajadoras La comunista.
-Konkordia Samóilova. Murió de cólera trabajando para el partido en 1921.
-Inessa Armand. Trabajó en la preparación de la Revolución de Octubre, en la organización del amplio movimiento de mujeres trabajadoras y creó la conferencia de delegadas.
-Varvara Nikoláievna Yakovlena. Participó y orientó las barricadas de la Revolución de Octubre y fue miembro de la dirección del partido.
-Vera Slútskai. Murió en el frente rojo cerca de Petrogrado por balas de los cosacos.
1 Kollontai, Alexandra (2020). Feminismo socialista y revolución. Abril, 2020. México. Pág. 38.