jueves, marzo 28, 2024
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“Actualización” del socialismo cubano

Algunas tesis acerca del valor del marxismo en la construcción del socialismo en Cuba en la actualidad

Foto: y.becart via photopin cc
Foto: y.becart via photopin cc

Roberto Muñoz González

Resulta imprescindible anotar, como punto de partida, que el problema fundamental de la economía cubana y su debate teórico ha girado especialmente en torno a la condición de la deformación estructural y dependencia económica y política que históricamente ha padecido la Isla.

Desde 1959, con el triunfo de la Revolución Cubana, se da inicio a toda una época histórica de transición hacia el socialismo desde esa condición de país subdesarrollado, proceso que ha venido enfrentando múltiples y complejos obstáculos, especialmente las agresivas consecuencias que para la economía y el pueblo cubano tiene el injusto y brutal bloqueo económico, comercial y financiero que por más de 50 años ha aplicado contra el país el gran Septentrión americano, como le llamara el Héroe Nacional cubano José Martí.

Los acontecimientos históricos ocurridos, especialmente a partir de inicios de la década del 90 del siglo pasado, obligan a Cuba a realizar un proceso de reformas o ajustes en medio del contexto del llamado periodo especial en tiempos de paz, especialmente respecto a la redimensión funcional del Estado, la institucionalidad y en lo tocante al rumbo de los diversos tipos de economías existentes y su rol en la acumulación originaria en la construcción socialista, los que tienen su indispensable continuidad en el presente proceso de “actualización” del modelo socioeconómico cubano, iniciado a partir de 2011 con los acuerdos de Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.

La obra martiana y su herencia histórico-generacional, así como lo más auténtico y pertinente del marxismo para el caso de Cuba, han sido plataforma científico-ideológica en todo el devenir de la Revolución y constituyen, hoy más que siempre, presupuestos epistémicos y axiológicos clave para tales propósitos.

El marxismo originario

Las fuerzas productivas universales contemporáneas en tanto conocimiento, tecnologías y sus estructuras; así como sus portadores y transmisores ideológicos y políticos, son obviamente expresión del dominio hegemónico-imperial del gran capital mundializado, quien establece e impone como “válidos” y “positivos” los paradigmas de la ciencia y los saberes; hegemoniza la cultura y el pensamiento, los “hacen” únicos, los imponen; colocando por demás la “crisis del marxismo” como parte del “consumo de masa” y a los patrones de gestión de la economía capitalista como “prácticos” y “fiables”; paradigmas ideales de “eficacia”, “eficiencia” y “competitividad” per se. Tales modelos o paradigmas globales, aunque generalmente no legítimos, sí son dominantes.

Por ello resulta ineludible desafiar esos retos, mediante el distanciamiento crítico para la transformación revolucionaria de la realidad, lo cual presupone el conocimiento verdadero del marxismo, de sus ejes teóricos y metodológicos esenciales para poder pensar y actuar mediante la reflexión profunda, no dogmática ni apologética.

El marxismo originario[1. Utilizamos el concepto de marxismo originario para referirnos a la doctrina científica elaborada por sus primigenios creadores C. Marx y F. Engels, sin excluir por supuesto los aportes que realizara V.I. Lenin en la época del imperialismo, lo que viene a “cerrar” lo esencial del modelo epistemo-metodológico de tal doctrina.] como ciencia e idolología continúa siendo un armonioso instrumento y asidero indispensable para afrontar los desafíos de la contemporaneidad y las demandas y necesidades de nuestros pueblos indoamericanos y, por supuesto, para la re-construcción y “actualización” del socialismo cubano.

Las principales cualidades

¿Esencialmente cuáles son las principales cualidades que hacen potente al marxismo para tales funciones?

Su sentido crítico y el desmistificador; el entender dialéctico materialista y enfoque estructuralista de la totalidad.

Su diferenciación e interrelación de niveles y planos de análisis.

Su proyección histórica.

Su teoría del proceso y del conflicto, sobre el presupuesto filosófico de que “todo” existe en conexión y contradicción. La interconexión es base del movimiento, el movimiento es condición del desarrollo y éste conduce a la totalidad.

Su vinculación con la praxis en su más amplio sentido (ante todo la práctica auténticamente revolucionaria).

Su inmunización contra el mito de la neutralidad valorativa.

Su comprensión del vínculo esencial que existe entre la economía, el desarrollo y la evolución del hombre.

Todos ellos son valores de alta pertinencia que deben ser tenidos en cuenta, no solo en el ”acto” científico de interpretación de la realidad y fundamentación de la transición al socialismo en Cuba y de su modelo económico, sino especialmente en el proceso contradictorio y difícil de su implementación práctica.

Objeto de la Economía Política

Respecto a la economía y la significación de la misma en el discernimiento de las sociedades históricas y sus particularidades, téngase en cuenta además, como presupuesto epistemológico, la definición que ofrece F. Engels en su obra Anti-Dühring cuando, al referirse a la misión y objeto de la economía política, afirma que ella “…no puede ser la misma para todos los países ni para todas las épocas históricas…”[2. Federico Engels. AntiDühring. Editorial Pueblo y Educación. La Habana. 1978, p. 179.].

A la economía política le interesa descubrir la naturaleza económico-social de cómo los hombres producen y reproducen sus condiciones de vida en los respectivos contextos históricos en los que socialmente habitan. Desde ella, y a través de ella, es posible descubrir el carácter y las relaciones esenciales de los sistemas socioeconómicos y sus contradicciones. Como acertadamente señaló Marx: “…la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la economía política”[3. Contribución a la Crítica de la Economía Política, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, Cuba, 1973, p. 12.].

El marxismo y su economía política están en el deber y la obligación no solo científica sino también ética, de contribuir de manera decisiva a la solución progresiva de la contradicción principal que evidentemente existe entre el atraso de las fuerzas productivas y las formas sociales de relaciones de producción, tanto en Cuba como en el resto de los países subdesarrollados, con el fin de desentrañar la anatomía socioeconómica del modelo de economía y vida del país; a la vez que clarificar conceptualmente y “…definir al individuo, actor de ese extraño y apasionante drama que es la construcción del socialismo en su doble existencia de ser único y miembro de la comunidad”[4. Ernesto Che Guevara: El socialismo y el hombre en Cuba, Editora Política, La Habana, 1988, p. 7].

La realidad nacional

Al estudiar e interpretar nuestro pensamiento y realidad nacionales desde el marxismo, no se debe olvidar que esta ciencia exige vincular muy estrechamente la teoría con la práctica, la dialéctica entre el crecimiento de la producción y la construcción de la nueva cultura y formas de vida social e individual. La práctica revolucionaria resulta decisiva, pues como el propio Marx señala en la tercera tesis sobre Feuerbach: “La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria”[5. C. Marx y F. Engels (1955): “Tesis sobre Feuerbach”. O.E, Editorial Progreso, Moscú, p. 397.].

Una práctica revolucionaria al estilo de hombres como el Che Guevara, que permita a los seres humanos convertirse en arquitectos de su propio destino; teniendo en cuenta, además que: “El hombre, en el sentido más literal, es un animal político; no es solo un animal social, sino también un animal que no puede individualizarse sino dentro de la sociedad”[6. Carlos Marx. (1970) Fundamentos de la crítica de la Economía Política. Tomo 1. Editorial de Ciencias Sociales, p. 24.].

Resumiendo estos breves apuntes, la historia indica que la transición de un modo de producción a otro no ha sido nunca un proceso lineal, sino una espiral donde los avances y retrocesos son parte del movimiento dialéctico hacia el cambio y desarrollo. La teoría marxista argumenta científicamente tal comportamiento de existencia y movimiento de la sociedad humana en su devenir histórico y se precisa de su rescate útil y re-colocación virtuosa en el centro de los debates y procesos de transformación de Nuestra América toda.

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* Doctor. Académico cubano

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