Acto de perdón entre comunistas

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Homenaje a Raúl Valbuena por parte de las direcciones locales del Partido Comunista y del partido Comunes en Viotá. Foto Óscar Sotelo

Se llevó a cabo un encuentro de reconciliación en la vereda Puerto Brazil del municipio de Viotá, Cundinamarca, para rendir un homenaje a Raúl Valbuena, ícono comunista de la lucha campesina. El partido Comunes pidió perdón a las comunidades campesinas y al Partido Comunista por haberlos victimizado durante la confrontación armada

Diana Carolina Alfonso
@DianaCaro_AP

A dos horas de Bogotá, Viotá brilla como un jardín que bordea el piedemonte de la Cordillera Oriental. Antes de llegar al pueblo, los viajeros asisten a las enormes caídas de agua que proporciona la región del Tequendama, un paraíso acuífero, hoy contaminado, en medio del cordón montañoso.

Viotá fue fundado a fines del siglo XVIII y hacia mediados del siglo XIX ya despuntaba como un polo productivo de café en el Tequendama. A la cabeza de la organización latifundista del municipio se encontraban catorce familias, quienes se encargaron de importar mano de obra del Gran Tolima, los Llanos Orientales y Boyacá. Según Pablo Amaya, campesino e histórico militante del PCC en la región, las condiciones laborales, casi esclavistas, generaron amplio recelo entre los cultivadores quienes optaron por la organización masiva, generando múltiples formas de resistencia que iban desde el trabajo de brazos caídos hasta el autocultivo de café.

De allí surgió la Liga Campesina. Durante treinta años, la Liga repartió tierras y promovió luchas articuladas desde el campesinado y para el campesinado. Con ese telón de fondo a principios del siglo veinte arribó el socialismo. En ese caldo de cultivo, la Guardia Roja de los comunistas se fundó en la década del treinta. Al frente de la hazaña roja estaban cuadros monumentales como Domingo Monroy y Víctor J. Marchan. Fue entonces cuando el municipio empezó a ser conocido como Viotá, la Roja.

Un lugar en la historia del conflicto

Tras la llegada del dictador Rojas Pinilla en la década de los cincuenta, el pequeño paraíso se transformó en un baluarte ideológico, formativo y organizacional de la lucha popular. El campo gravitatorio de Viotá terminó por definirse con el apoyo a la Operación Marquetalia, que daría vida a las FARC. Por la emblemática vereda Puerto Brazil pasaron referentes de la lucha revolucionaria como Jacobo Arenas, Raúl Valbuena y Jaime Bateman Cayón, quien tras su paso por la organización comunista organizaría el Movimiento 19 de abril.

En 1984 se firmaron los Acuerdos de La Uribe. Su objetivo era transitar la salida dialogada al conflicto social y armado entre las FARC y el gobierno colombiano. De allí emergió la Unión Patriótica. En medio del genocidio impulsado contra este partido político de izquierda, se llevó adelante el bombardero contra Casa Verde, el campamento madre de la guerrilla en 1990 por orden del aperturista neoliberal César Gaviria. La represión diseminó los frentes insurgentes por todo el territorio nacional.

Las contradicciones

Por Viotá pasaron el Frente 22, de carácter financiero, seguido en 1994 del Frente 42 comandado por el “Negro Antonio”. En esa coyuntura la guerrilla se apoyó sobre estructuras milicianas de dudoso origen, según los propios comentarios de los campesinos del Partido, quienes comedidamente hablaron con el semanario VOZ al calor del almuerzo campesino brindado durante el encuentro de reconciliación. En su relato histórico, al profundizar sobre el paso del Frente 42 se recuerdan purgas, revanchismos, asesinatos, extorsiones, atentados y un proceso violento contra la militancia del PCC.

La Operación Libertad, impulsada por el presidente Pastrana en el marco del Plan Colombia, fue el apéndice del Plan Patriota. La operación militar logró sacar a las FARC del departamento de Cundinamarca. Con los militares manejando el orden público y con el ascenso del uribismo al poder en los albores del siglo, las bandas paramilitares llegaron y se extendieron sobre el territorio, macartizando, masacrando y desplazando al campesinado.

Como medida preventiva, en 2004 casi dos mil familias campesinas de los cordones rurales de Viotá se movilizaron rápidamente a la iglesia del municipio, en la que vivieron hasta retornar a sus veredas, más por necesidad que por conciencia de seguridad. Desde entonces, por la alcaldía del pueblo ha pasado toda clase de personajes variopintos que hacen gala de su desdén histórico contra la tradición de izquierda que se mantiene en el movimiento campesino del municipio.

El futuro se escribe en el presente

El encuentro de reconciliación no buscó reescribir esta historia, sino más bien enarbolar una posibilidad de futuro que contemple el derecho a la vida como máximo valor de las luchas agrarias. Así lo aseveraron exguerrilleros de las FARC, militantes del partido Comunes y el Partido Comunista, la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación de los Acuerdos de Paz, Csivi, y la comunidad internacional, específicamente la misión de la ONU que hizo presencia en el acto.

La falta de garantías para la participación política y la imposibilidad de la vía dialogada para la resolución de los conflictos, son dos elementos estructurales sobre los cuales se ha reproducido la violencia en el país. Bajo ese diagnóstico común, las organizaciones convocantes llamaron al respeto y el libre desarrollo Acuerdo de Paz, firmado entre la guerrilla y el Estado en el 2016.

Proteger el Acuerdo de Paz

Jorge Gómez, secretario nacional de organización del PCC, advirtió que este nuevo momento histórico está situado en tres grandes apuestas por parte del movimiento popular con respecto al Acuerdo de Paz: primero, la defensa política de lo firmado en La Habana; segundo, la implementación de lo acordado; y tercero, la generación de las condiciones para la incorporación de las y los ex combatientes, respetando su vida.

A la pregunta de “¿Cómo hacer para reencontrarnos como colombianos?”, el dirigente comunista apuntó a la necesidad de la reconciliación, que, en sus propios términos “no es simplemente sentarme al lado del otro, sino comprenderle y respetarle en sus diferencias”. Su discurso concluyó en la posibilidad de una apertura democrática, es decir, de un gobierno alternativo que permita de una vez por todas la posibilidad de construir un escenario con paz y con justicia social. Sin dejar lugar a las especulaciones y en provecho del espacio de reconciliación y perdón público, su postura fue tajante:

“No vamos a permitir que este momento sea interrumpido por la mezquindad de algunos o por el miedo de otros. Nosotros también tenemos miedo, ¡es que están asesinando líderes y lideresas! Pero el miedo no puede llevar a tomar decisiones de marginación o decisiones excluyentes o decisiones que no contemplen a quienes han firmado, quienes se la han jugado por la paz”.

Primer encuentro territorial por la vida y la unidad en la vereda Puerto Brazil en Viotá. Foto Óscar Sotelo