En 1984, tres años después de los primeros casos, se identificó el Virus de la Inmunodeficiencia Humana, VIH, como agente causal del sida y se determinaron las vías de transmisión por la sangre, las relaciones genitales y de madre a hijo
Manuel Antonio Velandia Mora
En septiembre de 1982 llegó a mis manos el primero de una serie de artículos que hacía referencia a una enfermedad llamada el “cáncer de los homosexuales” y a la que científicamente se había denominado Inmunodeficiencia Relacionada con los Gay, GRID (por sus siglas en inglés). Estos materiales fueron publicados luego de que apareciera el primer artículo al respecto, en julio de 1982 por el diario The New York Times.
En ese momento empecé a buscar información sobre el tema. Mi interés me llevó a indagar en instituciones de salud y facultades universitarias. No encontré ningún referente, pero si una invitación para participar en la Facultad de Enfermería en la Universidad Nacional de Colombia, a mediados de 1983, en una investigación sobre las enfermedades de transmisión sexual en Bogotá, con miras al diseño de una estrategia preventiva orientada a la población general.
El primer caso
Para la enfermera Esperanza de Monterrosa la población homosexual era de difícil abordaje y por eso no se había contemplado en el plan original el conocimiento sobre la población y el acercamiento a la misma, más su interés en la salud sexual crearon las condiciones para que yo pudiera cubrir a esta población.
La preocupante situación me condujo a solicitar un bar para dar una charla sobre la nueva epidemia; Eduardo, el dueño de la disco, comprendió la alarma creciente. El 28 de junio de 1983 llegaron algunas de las 120 personas que recibieron las invitaciones a la que sería la primera conferencia pública sobre el sida en Colombia.
Una mañana cualquiera de junio de 1983, me encontré con una nota de prensa sobre Marleny, ella murió en Cartagena en el Hospital Universitario. Esto significó una explicación diferente y un llamado de atención a la necesidad de trabajar en la prevención con todas las poblaciones.
Sin embargo, fue Rodolfo, un hombre antioqueño de unos 38 años de edad, la primera persona en morir en Colombia por VIH en el hospital Simón Bolívar de Bogotá. Vino de Nueva York y a través de una asociación de homosexuales, me escribió pidiendo ayuda y compañía.
Fico y “Enviado especial”
En 1984, tres años después de los primeros casos, se identificó el VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana) como agente causal del sida, y se determinaron las vías de transmisión por la sangre, las relaciones genitales y de madre a hijo. El primer test para diagnosticar el virus surgió en 1985.
La muerte del actor Rock Hudson instaló el tema en la agenda mediática del mundo y comienzan las campañas de testeo. Sin antirretrovirales todavía disponibles, los médicos solo podían ofrecer tratamiento para las infecciones oportunistas.
Ese mismo año, en Colombia se hizo una investigación sobre la prueba de ELISA y 400 hombres homosexuales, casi todos mis amigos, acudieron a un testeo gratuito. El 12% de ellos ya estaban infectados; fue Fico, uno de ellos, quien me solicitó hablar sobre el tema en los medios, para que su expareja sexual, un obispo católico, se enterará de la situación.
Germán Castro Caycedo aceptó hacer una emisión de “Enviado especial” sobre el tema. Allí Fico contó como en una clínica bogotana lo habían sacado a la calle con todo y cama, llamaron a su madre para que lo recogiera y acto seguido quemaron el colchón en plena vía pública. La cultura de la violencia conllevó a amenazas de muerte a Caycedo y hacía mi persona, sin embargo, ambos optamos por emitir una segunda parte del programa.
La limpieza social a manos del sicariato y las autodefensas, sumado al toque de queda impuesto por uniformados, se hizo parte del terror cotidiano hacia los homosexuales de quienes se sospechaba “todos trasmitían el sida”. Por aquella época inicié el proceso de “ARTivismo Queer”, en donde los besos y abrazos eran formas de expresar amor y derechos; con vidrio soplado en forma de esculturas, contamos la “invisibilidad” de la pandemia.
El hecho disparador de nuestro ARTivismo fue la obligatoriedad impuesta por la guerrilla para que un pueblo completo se diagnosticara con relación a la infección con el VIH.
La discriminación y la acogida desde el sector oficial de la salud
Tras una segunda conferencia realizada el sábado 17 de septiembre de 1983 en el Bar Amigos norte, el Ministerio de Salud, en cabeza de Manuel Guillermo Gacharna, decidió quitar el patrocinio a una película preventiva que estaba produciendo la facultad de Cine de la Universidad Nacional, por hacer una apología a la homosexualidad en una escena en la que Jaime Galindo y yo, nos tomamos de la mano en un restaurante y una sombra chinesca sugiere un abrazo entre dos hombres “desnudos”.
En Bogotá desde la Secretaría de Salud, la actitud fue totalmente diferente, allí la enfermera epidemióloga Rossana Alba de Rangel nos convocó en noviembre de 1987 a participar en la primera reunión del Comité de Educación, Prevención y Apoyo para el Sida, CEPAS.
A medida en que incrementaba el número de personas diagnosticadas por Guillermo Prada, el número de amigos que ya presentaban síntomas del sida se incrementó.
La ayuda que se les podía dar a quienes vivían con el VIH empezó siendo apoyo emocional, una especie de preparación para la muerte, a organizar sus pertenencias para dejar preparados sus testamentos y distribuidas sus herencias. La tutela se volvió a partir de 1994 el mecanismo para lograr la formulación y entrega de inhibidores de la acción del VIH.
El trabajo internacional desde Colombia
Fui invitado a participar en Acciones para la solidaridad, una conferencia internacional de sectores sociales que trabajan en información y prevención, además trabajó con APTUP AIDS Coalition to Unleash Power en la elaboración del Manifiesto de Montreal, en 1989, para defender los derechos de las personas afectadas por esta enfermedad; también fui uno de los cinco primeros no miembros del equipo de salud en participar en la Conferencia Mundial del Sida en ese mismo año y esa misma ciudad.
Allí comprometí en público al Ministerio de Salud de Colombia a legislar al respecto y es así como se logra, con base en la Constitución de 1991 y en la Ley 100 de 1993, el Decreto 1543 de 1997, por el cual se reglamenta el manejo de la infección por el VIH/sida y de otras enfermedades de transmisión sexual, ETS. Casi simultáneamente fue creado el Consejo Nacional de SIDA y se expidieron las Guías de Atención para el desarrollo de las acciones de protección específica y detección temprana y para la atención de enfermedades de interés en salud pública, como lo es el VIH/sida.
Después fui cofundador de la Red Latinoamericana de Trabajo en sida junto con Juan Jacobo Hernandez de Colectivo Sol, A.C., México y Rita Arauz de Fundación Nimehuatzin, Costa Rica. Creada en Brasil con apoyo de la OMS y la Fundación FORD, en julio de 1998 se orientó a fortalecer las redes nacionales de personas viviendo con el VIH de América Latina y el Caribe hispano parlante, con el propósito de contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas que viven con el VIH y con el sida en nuestra región, a través de la información, el cabildeo, la defensa de los Derechos Humanos y el desarrollo de las capacidades.
Es así como en julio de 2000 apoyé la conformación de la Red Colombiana de Personas Viviendo con VIH/sida, RECOLVIH, entidad que trabaja actualmente en todo el país.