miércoles, abril 24, 2024
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2016: ¿Oscuridad al final del túnel?

El año que terminó y la noche que llega

Mauricio Cárdenas.
Mauricio Cárdenas.

Carlos Fernández*

En la coyuntura actual, nada más atractivo para los comentaristas económicos que hacer referencia a la venta de Isagén a una transnacional canadiense, y a los anuncios de Peñalosa de hacer lo propio con la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá, con la Empresa de Acueducto de Bogotá y con lo que queda del Distrito Capital en la Empresa de Energía de Bogotá. Pero, buscando mirar más allá, conviene referirse al trasfondo estructural que puede explicar esta nueva puñalada trapera del neoliberalismo en el país.

El problema es la política pero, también, la ideología y, sobre todo, la economía.

Sin ningún miramiento con lo firmado en La Habana, que Santos viene promoviendo como la mayor expectativa de logros en su gobierno («nada será acordado hasta cuando todo esté acordado»), el gobierno nacional ha promovido dos acciones en el terreno económico que atentan contra el espíritu y la letra de lo ya acordado: la venta de Isagén y la aprobación de la ley sobre zonas de interés para el desarrollo rural, económico y social (Zidres). Tales acciones han sido tomadas sin tener en cuenta la oposición a las mismas de buena parte de la población, sin consultar previamente a los afectados y en un tono de arrogancia que muestra la catadura del régimen. Esto va en contravía del acuerdo sobre el punto dos de la agenda de las negociaciones y esconde el temor de los grandes capitales representados en el gobierno de no poder hacer tan grandes negocios en una situación de crisis como la que se avizora para el presente año.

En efecto, cuatro indicadores hacen prever que el presente año no va a ser de plácemes para la economía. Primero, el bajo precio del petróleo se va a prolongar por un tiempo largo, con lo que las finanzas estatales serán afectadas de manera estructural. No sobra decir que la venta de Isagén estaba planeada desde antes de que bajaran los precios del petróleo. El expresidente Uribe debe saberlo. Esta situación ha implicado un comportamiento precario en la variación acumulada enero-septiembre de la extracción de petróleo mientras el sector agrario varió positivamente por cuenta de la producción de café, y el industrial presentó una variación negativa entre los nueve primeros meses de 2015 y los nueve primeros meses de 2014, destacándose la variación negativa en la fabricación de derivados del petróleo.

Segundo, la riqueza creada durante el año 2015 –medida por el insatisfactorio indicador del Producto Interno Bruto (PIB)– creció a un ritmo menor del previsto por el Banco de la República: 3,2%, bastante pobre respecto al 4,6% de 2014 y al 4,9% de 2013. Claro que el arrogante ministro de Hacienda –el mismo que vendió Isagén– se apresuró a decir que era más alto que el promedio de América Latina y el Caribe, lo cual es cierto pero este hecho no esconde lo precario del desempeño de la economía colombiana el año anterior.

Tercero, la inflación se disparó y el gobierno volvió a mostrar su catadura clasista al aprobar un aumento del salario mínimo que sólo reconoce un 0,23% de incremento en la productividad del trabajo. A esto hay que añadir la devaluación acelerada del peso frente al dólar, lo que genera dificultades adicionales a la importación de los bienes de capital requeridos por la poco desarrollada industria nacional.

Cuarto, el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos alcanzó un récord al representar el 6,6% del PIB a septiembre. Al comparar el comportamiento de las exportaciones y de las importaciones, se observa que ambas actividades descendieron, en el acumulado a septiembre, entre 2015 y 2014, pero el descenso en las exportaciones fue 2,4 veces superior al de las importaciones, entre las cuales la importación de alimentos sigue teniendo una importancia desproporcionada para las posibilidades del país de garantizar la soberanía alimentaria.

Perspectivas inmediatas

La descripción del panorama que presenta la economía colombiana al finalizar 2015 no augura nada bueno para 2016 y años siguientes. La baja en la actividad de los sectores que generan valor y riqueza o su precario crecimiento permiten prever un aumento del desempleo, elevación aún mayor del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos por cuenta de las dificultades para la exportación que han generado los tratados de libre comercio, particularmente el suscrito con los Estados Unidos –a pesar del incentivo que representa un peso revaluado–. El compromiso, pues, de las organizaciones populares es enorme. Si no se genera una movilización en grande, las consecuencias de la mala perspectiva económica recaerán sobre los hombros de los trabajadores y del pueblo en general. Hay que enfrentar estos hechos con el pueblo en la calle.

* Investigador del CEIS.

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