El año que se va nos plantea un horizonte de gigantes retos para todos quienes trabajamos en la construcción de la paz con justicia social.
Antonia Simón Nariño
integrante de la Delegación de Paz de las FARC-EP
A pocos días de terminar este año es oportuno balancear los diferentes momentos vividos y los sucesos que marcaron la vida nacional. En ese marco, la Mesa de Conversaciones de La Habana determina el devenir político de una agitada Colombia en 2016.
Difícil ha sido el no poder pactar un cese bilateral al fuego que nos evite innecesarias muertes en un país al borde del fin del conflicto, como fueron las de Román Ruiz, Jairo Martínez, Emiro Jiménez y demás guerrilleros y guerrilleras víctimas de bombardeos, así como de integrantes de la fuerza pública muertos en acciones bélicas.
Igualmente dificultoso ha sido el avanzar en acuerdos de La Mesa cuando la agenda legislativa va en directa contravía de lo que se va acordando. Así, la confianza y la coordinación entre las partes, requeridas para un feliz término de los diálogos, parecieran convertirse en una utopía.
Igualmente utópica pareciera ser la promesa gubernamental de respeto a los derechos humanos y la implantación de la democracia. En 2015 vivimos nuevas detenciones y estigmatizaciones contra Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos. Numerosas protestas cívicas fueron reprimidas y nuevos nombres entran a la lista de los mártires del pueblo. Solo por citar un ejemplo reciente, el pasado 15 de diciembre Robert Venecia dirigente del sindicato de trabajadores cementeros, fue asesinado en Cartagena.
Sin embargo, el fin de año también nos trajo el cierre definitivo del quinto punto de la agenda de la Mesa de La Habana lo cual da cuenta de un enorme avance en el desarrollo de la misma, toda vez que este constituía uno de los más sensibles tópicos a acordar.
Este cierre se suma a la lista de avances de la Mesa en 2015, que incluye el valiosísimo informe de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, el acuerdo sobre descontaminación de los territorios de explosivos y las distintas medidas de decescalamiento como el Cese Unilateral de Fuego decretado por las FARC-EP y el compromiso bilateral de búsqueda de personas dadas por desaparecidas.
Destacable es el experimento de desminado de la vereda El Orejón en Briceño, Antioquia en el que durante este año trabajaron conjuntamente combatientes de las FARC-EP, soldados del Ejército e integrantes de la Ayuda Popular Noruega. El Orejón es la demostración de los inmensos retos que atañe el fin del conflicto en los territorios.
En este marco podemos decir que al 2016 llegan las víctimas colombianas con la certeza de contar con mecanismos efectivos para la satisfacción de sus derechos como la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Jurisdicción Especial para la Paz y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas.
De la misma manera, la población rural ve con esperanza la cercanía de un Cese al Fuego y Hostilidades Bilateral y Definitivo que lleve tranquilidad a los territorios más olvidados de la patria.
En definitiva el año que se va nos plantea un horizonte de gigantes retos para todos quienes trabajamos en la construcción de la paz con justicia social.
