viernes, marzo 29, 2024
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¿Y Colombia qué pitos toca frente al cambio climático?

‘Los monocultivos extensivos están deforestando más que la coca’. Análisis de Andrés Gil de cara a la conferencia mundial de París

Cardenal bermejo, ave endémica de La Guajira. Foto: Dave Curtis.
Cardenal bermejo, ave endémica de La Guajira. Foto: Dave Curtis.

Andrés Gil
@AndresEliasGil

Inicia en París la Conferencia sobre el Cambio Climático y en ella el planeta se juega mucho. Si los 150 jefes de estado logran un acuerdo vinculante, lo cual es poco probable, el clima del planeta “solamente” aumentaría dos grados en 2100 lo que ya será devastador. Pero si el clima sube a 4 grados o más, ello significa el comienzo del fin de la vida como la conocemos. Así de claro.

Dentro de 90 años con 4 grados más de calentamiento el planeta será literal y figurativamente un infierno: miles de millones de personas desplazadas, costas inundadas, se multiplicaría la pobreza y el hambre, habrán sequías eternas, una gran escasez de agua, huracanes impensables, nuevas enfermedades, más guerras y fanatismos armados, una recesión global que podría durar medio siglo e incluso perpetuarse y aumentará dramáticamente el desempleo… ¿quién va a trabajar en un planeta “quemado”?

No obstante la gravedad de la situación llevamos al menos cuatro décadas con una industria mundial minero energética haciendo lobby en los gobiernos para “tensar la cuerda” frente al cambio climático. Por ejemplo el Think Tank conservador del Gobierno Reagan The Heritage Foundation manifestó varias veces en los 80 y 90 que no estaba claro que el calentamiento global fuera generado por acción humana y una investigación del Inside Climate News demostró que investigaciones de la mismísima Exxon evidenciaba en los años 70 en donde planeta que se estaba calentando producto de la emisión de gas carbónico generado principalmente de la quema de carbón y petróleo. Exxon, como era de esperarse, se guardó el incomodo secreto hasta que 10 años después la NASA lo anunciara en el Congreso de los EE.UU.

Pero la gran industria mundial no sólo ha logrado por décadas retardar el debate sobre el cambio climático, sino que es la principal causante del mismo, el gran mercado que ya cuenta con barra libre gracias a las políticas neoliberales, ha intensificado la ya enfermiza sociedad de consumo que está directamente relacionada con la deforestación, la contaminación de los océanos, la gran minería depredadora, el agotamiento de lo recursos hídricos, el monopolio de semillas, el freno a las energías renovables, la creciente acumulación de residuos tóxicos y basura electrónica y un largo etcétera.

¿Qué pasará en Colombia?

Según los escenarios del cambio climático elaborados por el Ideam, con solo 2 grados más de temperatura, en 2100 se perderían las reservas hídricas en la costa Caribe donde además crecería la desertificación; en la Orinoquia se secarían los humedales y esteros; se perdería biodiversidad en la Amazonia y el Pacífico; la agricultura de la zona Andina tendría que replantearse, los incendios forestales serían cotidianos y todo esto con 2 grados, imagínense como sería con 4 grados como los pronostican algunos científicos.

En el libro del profesor Manuel Rodríguez Becerra “Cambio climático lo que está en juego” expone que de llegar a 4 grados la mitad del arrecife coralino del Caribe desaparecería y con él muchas especies, el nivel del agua afectaría seriamente a nuestras ciudades y puertos, el agua escasearía dramáticamente en todo el país, ya no tendríamos glaciares y se afectarán todos los páramos.

¿Qué debe hacer Colombia en las próximas décadas?

Además de mitigar, parar la deforestación, bajar el consumo de gasolina, impulsar la bicicleta, detener la gran minería en páramos y selvas, y reforestar, reforestar y reforestar, Colombia debe replantear su modelo de desarrollo extractivista.

Sea como fuere, el mercado de los combustibles fósiles tiene los años o mejor, las décadas, contadas. En el peor de los casos el consumo de carbón comenzará a caer, así como el de Petróleo, más allá del 2030 y para entonces Colombia ya debería haber reemplazado este sector de la economía.

En algunas décadas el agua dulce será más valiosa que el petróleo, el oro y el carbón y con seguridad habrá crisis alimentaria para nutrir a 9 mil millones de habitantes del planeta… ¿y entonces, Colombia seguirá pesando en ser un país minero?

Colombia es el tercer país del mundo con más agua dulce (GWP) y el segundo en biodiversidad biológica (GPMA), somos el tercer país de América Latina con mayores tasas de precipitación anual, y ocupamos el puesto décimo en todo el mundo. (FAO) Además Colombia es el cuarto país de América Latina con más tierras disponibles para la producción agrícola. (FAO)

Sin embargo, hoy la ANLA, el Ministerio de Minas y el Ministerio del Medios Ambiente están llenando de petroleras el Putumayo, el Meta y el Caquetá; no tienen problema con que el Cerrejón gaste 17 millones de litros de agua por día, alcahuetean a Cerro Matoso contaminar ríos de Córdoba y buscan aprobar a la fuerza la mina de La Colosa sobre una estrella fluvial donde hay 161 nacimientos de agua, solo por mencionar algunos casos

Colombia, país agrícola y biodiverso

Tal parece que, ya sea para hacer viable la paz o para enfrentar el cambio climático, el destino de Colombia no es ser un país minero como se insiste todavía en medio gubernamentales, nuestro destino es ser un gran productor agrícola y país preservador del medio ambiente y del agua. Pero no de cualquier manera, me parece que en el paro agrario del 2013 quedó claro que en adelante todo desarrollo económico orientado al campo debe tener en cuenta a los pequeños campesinos y a la economía familiar campesina.

Según el censo agropecuario del DANE la pobreza rural afecta el 44,7 % de nuestros campesinos, el 11,5 % de la población campesina no sabe leer ni escribir, el 0,4 % de los propietarios posee el 41 % de las tierras. Y para completar según New Scientist en Colombia los monocultivos extensivos están deforestando más que la coca.

Y aun así el presidente Santos sigue insistiendo en que “el modelo de desarrollo no se toca”. Sin embargo, ante este panorama, las preguntas que hoy le quedan al Gobierno por resolver son:

¿Se ha entendido que en el desarrollo incluyente del campo colombiano está el camino hacia la paz y la adaptación al cambio climático?

¿El campo colombiano seguirá siendo la cenicienta del modelo económico?

¿Seguiremos con el sueño de ser un país minero en menosprecio de ser un país agrícola, biodiverso y protector de los acuíferos y páramos?

¿El Gobierno ha entendido lo benéficas que pueden ser las Zonas de Reserva Campesinas tanto para la paz como para mitigar el cambio climático?

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