El líder de la revolución bolivariana dice que en su país se libra una guerra económica por parte de la burguesía y la oposición fascista, y llama a las más amplia unidad popular para defender las conquistas sociales iniciadas con Chávez. La izquierda advierte de un ‘pinochetazo’ en marcha
Ricardo Arenales
A su regreso de una extensa gira por la República Popular China y las principales naciones miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, hizo los primeros de una serie de anuncios económicos para poner en cintura los planes desestabilizadores de la burguesía de ese país, que se expresan en un duro acaparamiento de productos de primera necesidad, y dijo que las conquistas de la revolución bolivariana son amenazadas en estos momentos por una verdadera ‘guerra económica’ de sus enemigos para detener el proceso de cambios sociales democráticos iniciados por el presidente Chávez.
En un discurso en el Palacio de Miraflores, el pasado sábado 17 de enero, el mandatario dijo que había dado instrucciones a sus más cercanos colaboradores para que citen de inmediato a los distribuidores y mayoristas de artículos de primera necesidad, que hoy no se consiguen en los supermercados, para que firmen un ultimátum de respeto al pueblo y a la Constitución.
“Le he dicho al vicepresidente ejecutivo, al vicepresidente de Economía, al vicepresidente de Soberanía Alimentaria, para que los citen, uno por uno, y les hagan firmar un ultimátum de respeto al pueblo de Venezuela, de respeto a las leyes. De lo contrario actuaré con todo el peso de la ley y de la Constitución”, dijo Maduro en tono enérgico.
No más parloteo
“No estoy hablando por hablar, ya bastante paciencia hemos tenido, bastantes veces hemos hablado aquí con ellos. ¡Basta ya!”, agregó el gobernante, quien advirtió de la necesidad de cambiar el modelo de distribución y comercialización de productos básicos.
Otros anuncios del presidente estaban previstos para este martes 20 de enero, ya al cierre de la presente edición, pero analistas económicos vaticinaban que podrían apuntar a una devaluación del bolívar, recortes en el gasto público y nuevas reglas de juego en el pago de la deuda externa, que significarían un cierto ajuste en el presupuesto familiar de los venezolanos. Sin embargo, cuando se comenzó a hablar de crisis mundial por la reducción de los precios de exportación del barril de petróleo, tan sensibles a la economía de ese país, Maduro dijo que entre las medidas que deba tomar, lo último que haría sería tocar las conquistas sociales de los venezolanos.
¡Pillados!
Un antecedente cercano al paquete de medidas, que algunos pronostican serán bastante drásticas, es la conformación de un Estado Mayor Económico, que viene preparando disposiciones de choque para frenar la especulación con productos esenciales de la canasta familiar de los consumidores.
La situación en este sentido se agudizó en las últimas semanas, cuando de los anaqueles de los supermercados han venido desapareciendo productos esenciales, situación que afecta también el suministro de medicamentos de uso frecuente. En contraste, en regiones como Pueblo Nuevo, San Cristóbal, en los sitios de frontera y otros lugares estratégicos, las autoridades han descubierto gigantescas bodegas con productos alimenticios, retenidas deliberadamente para precipitar situaciones de caos. En la parte colombiana de la zona de frontera y en los denominados sanandresitos se acumulan productos venezolanos que se le niegan a los hogares de ese país.
Diversos analistas han hecho notar que la difícil situación que padece el pueblo venezolano en estos momentos y el asedio de la derecha reaccionaria contra el gobierno socialista se asemejan en muchos detalles a los que vivió en su momento el gobierno de Salvador Allende en Chile, acompañados de un paro de transportadores, lo que sirvió de caldo de cultivo para el golpe militar fascista del general Pinochet.
Carta de navegación
Inclusive los financiadores del complot son los mismos: la CIA norteamericana, las grandes transnacionales, los carteles internacionales del petróleo; y los testaferros los mismos: los agentes de una corrupta burguesía nacional, sus medios de comunicación y la prensa internacional al servicio de las transnacionales.
En el caso venezolano, la maquinaria mediática trabaja para confundir al pueblo. Pretende hacer ver de color blanco lo que es negro, mostrando las distorsiones económicas como obra de la revolución, cuando son criatura siniestra de una burguesía que añora regresar al poder y recuperar sus privilegios.
Olvidan los conspiradores que Venezuela no es el Chile de los años 70, que el proyecto chavista se ha venido convirtiendo en carta de navegación del pueblo venezolano, que padece las arremetidas de la ultraderecha. En Caracas hay gente que hace largas colas para conseguir con dificultad algunos productos para su cocina, y sin embargo, apesadumbrados, dicen que detrás de esto está la burguesía. “Aquí no hay desabastecimiento, aquí hay es acaparamiento”, dijo una mujer ante un medio de comunicación. Esto muestra la madurez del pueblo venezolano, que sabe distinguir a sus verdaderos enemigos.
Esa madurez, la capacidad de movilización de la gente, la defensa de su revolución, son las fortalezas que hay que cuidar en la actual coyuntura. Lo que no es óbice para señalar los errores del gobierno socialista, las expresiones de burocracia, de corrupción administrativa, de debilidad ideológica en no pocos de sus cuadros, situación a la que también debe apuntar el paquete de reformas y rectificaciones que anuncia el presidente Maduro.
