miércoles, abril 24, 2024
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Venezuela: La apuesta de la derecha no es un referendo, es un golpe

La Asamblea Nacional viola la Constitución acudiendo a argumentos desesperados y fantasiosos, para justificar una salida de facto del presidente Maduro. La Cepal niega que exista crisis humanitaria

Alberto Acevedo

Las marchas opositoras de las últimas semanas en Venezuela, el carácter francamente insurreccional de las disposiciones de la Asamblea Nacional, dominada por la derecha reaccionaria, los argumentos de la llamada oposición, que llegan hasta el delirio en su afán de desprestigiar el gobierno de presidente Nicolás Maduro, son todos hilos de un tinglado golpista, que con desespero impulsa la llamada oposición en ese país, para frustrar el proceso de la revolución bolivariana.

La estrategia de la denominada Mesa de Unidad Democrática es presionada en estos momentos por las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, que parten del criterio de que ya el imperio se apoderó de Argentina y Brasil y ahora debe hacerlo también con Venezuela, para liquidar una de las últimas trincheras antiimperialistas que quedan en la región, liquidar el proceso revolucionario en ese país y apoderarse de una región que posee los mayores yacimientos de petróleo en Occidente.

La angustia que expresan los llamados dirigentes de la oposición venezolana es porque se les está acabando el tiempo y sus planes desestabilizadores no cuajan. Cuando en diciembre pasado la Mesa de Unidad Democrática consiguió la mayoría en la Asamblea Nacional, después de una campaña en la que prometió soluciones a la crisis de alimentos, lo que anunció en realidad es que en tres meses a lo máximo sacarían a Nicolás Maduro de la presidencia.

Pasaron tres, seis y más meses, y a Maduro no han podido destituirlo. Por eso el desespero y la paranoia que ahora los embarga. Han transitado por un camino errático, lleno de aventuras y de provocaciones, que ha tenido su máxima expresión en los llamados de la semana pasada a la “rebelión”, a una “explosión social” y a solicitar la intervención extranjera contra el gobierno de la revolución bolivariana.

Argumentación delirante

No puede calificarse sino de delirante la actitud de la Asamblea Nacional de pretender iniciar un juicio político al presidente Maduro, bajo el argumento de que habría abandonado sus funciones, porque viajó al Medio Oriente, precisamente a gestionar una posición más ventajosa para el mercado internacional del petróleo, aspecto crucial para la economía del país.

Como ese argumento no tuvo seriedad ninguna, dijeron entonces que le harían un juicio porque Maduro no es venezolano, pues nació en Colombia. Acusaron al mandatario de romper el hilo constitucional, al sacar adelante el presupuesto nacional, que a todas luces la corporación parlamentaria iba a vetar, y en últimas, porque varios tribunales de justicia suspendieron la recolección de firmas para su malogrado referendo revocatorio, cundido de fraude e ilegalidades.

Ese navegar errático llevó a la oposición a presentar muy tarde la solicitud de revocatoria del mandato presidencial, a sabiendas de que los trámites ante el Consejo Nacional Electoral y los tribunales de Justicia no iban a ser inferiores a 260 días y ya el país se acercaba a las navidades y las vacaciones de fin de año. Sin embargo, insistieron en su estrategia perversa.

Intervencionismo

Las tensiones se intensificaron en las dos o tres semanas anteriores. El flamante presidente de la Asamblea Nacional, Ramos Allup, anunció que iría ante la Organización de Estados Americanos, OEA, para pedir que a Venezuela le apliquen la Carta Democrática, que sería, como lo denunció este semanario, el punto de partida para la intervención extranjera en los asuntos internos de los venezolanos.

Expresaron su intención de que, tras un “juicio político” a Maduro, figura que, por cierto, no existe en la Constitución venezolana, irían a reemplazar a los miembros del Consejo Nacional Electoral e integrarían un nuevo Tribunal Supremo de Justicia, que les resulte funcional a sus planes golpistas. Llamaron a la gente a las calles y exhortaron a las Fuerzas Armadas a desconocer la institucionalidad.

Por cierto, el alto mando militar respondió de inmediato reafirmando su lealtad a la Constitución Nacional y a los poderes legalmente establecidos, en primer lugar a la figura del presidente de la República, y que no estaban interesados en ninguna aventura golpista y desestabilizadora.

Venezuela no es Brasil

Lo que muestra el curso de los acontecimientos es que es la Asamblea Nacional y no el poder ejecutivo, la que se ha colocado al margen de la ley. Por cierto, esta corporación ha sido declarada en desacato por el poder judicial, al optar, de la manera más torpe, simplemente por la soberbia de sus diputados, a posesionar a un grupo de ellos que fueron elegidos de manera fraudulenta.

Y viola el orden constitucional al pretender un juicio político que no existe en la juridicidad venezolana. Al proclamar un ‘impeachment’ contra Maduro, copiando la experiencia brasileña, olvidando que en Venezuela la derecha tiene a su servicio el órgano legislativo pero no el poder judicial, y que en últimas Venezuela no es Brasil.

En su desespero han convocado a acciones callejeras casi en forma permanente, pero tampoco en esto le han ganado el pulso al chavismo, que ha respondido con movilizaciones mucho más activas, inclusive hasta la propia sede parlamentaria, enfrentando a los diputados golpistas.

Esta semana de escalada reaccionaria ha coincidido con uno de los periodos más críticos y difíciles de la economía venezolana, pero en los últimos días las cosas han empezado a cambiar en favor del presidente Maduro.

Signos de aliento

De un lado, el precio del petróleo en el mercado internacional tiende a estabilizarse en 55 dólares el barril, lo que representa una noticia alentadora para la economía venezolana, y de paso para la de los vecinos. De hecho, se ha presentado una disminución sustancial en el tamaño de las filas en los supermercados y algunos productos han comenzado a aparecer en las tiendas.

Otro hecho significativo es la intermediación del Papa Francisco, que de manera sorprendente se ofreció como intermediario para un diálogo con la oposición y designó a un alto representantes del Vaticano en Caracas para que sirva de facilitador a ese diálogo.

Finalmente, la denominada Cumbre Iberoamericana de mandatarios, reunida en Cartagena el fin de la semana pasada, no cayó en el juego que pretendía la llamada “oposición democrática” de Venezuela, en el sentido de que ese foro condenara al gobierno bolivariano y solicitara la aplicación de la Carta Democrática. Por el contrario, la reunión de Cartagena exhortó a la oposición a sentarse en la mesa de conversaciones con el gobierno de Caracas. De hecho, este fin de semana se produjeron los primeros acercamientos.

Entre tanto, el gobierno de Maduro y el proyecto social que representa han recibido expresiones de solidaridad en diversos escenarios internacionales. Uno de ellos, en Colombia, donde una veintena de organizaciones sociales produjo una declaración llamando a defender el derecho que tiene el pueblo de Venezuela a escoger su camino y a darse el gobierno que desee en ejercicio de su soberanía.

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