miércoles, abril 24, 2024
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Un muerto y toneladas de falsedades

Un caso en el que lo único incontestable es que el asesinado es la víctima y los verdugos son los criminales… y que éstos no es la primera vez que matan.

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Francisco Javier Romero Taboada, dos hijos. Asesinado a manos de ultraderechistas del Frente Atlético el pasado domingo (30 de noviembre), y condenado por una prensa que no ha hecho ningún esfuerzo por verificar las falsedades que la Delegación de Gobierno de Madrid ha ido vertiendo en torno al crimen.

Tras cuatro días de intoxicación informativa, que han presentado a la víctima de un crimen fascista como culpable de su asesinato, se va haciendo luz sobre lo que realmente ocurrió el domingo pasado en los alrededores del estadio Vicente Calderón.

Las pesquisas policiales y judiciales, así como los numerosos testimonios de testigos presenciales, configuran un relato radicalmente diferente del que, en un principio difundió Cristina Cifuentes y sobre el que se ha construido la práctica totalidad del discurso periodístico que ha pretendido igualar a víctima y verdugos.

La investigación policial desvela que es falso que los seguidores del Frente Atlético y de los Riazor Blues hubiesen quedado previamente para enfrentarse. Fuentes policiales afirman que “no existían elementos objetivos que permitieran prever acontecimientos como los que se produjeron ni elementos indicativos de riesgo a las redes sociales”. Tras examinar los teléfonos móviles intervenidos no se ha encontrado ni un solo mensaje que corrobore la versión difundida por Delegación de Gobierno y la mayoría de la Prensa.

Por el contrario se ha probado que los ultraderechistas de Frente Atlético sí habían quedado ese día para esperar la llegada de los dos autocares que transportaban a los aficionados del Deportivo de La Coruña: “hemos quedado a las siete en el lugar habitual. Sed puntuales. Prietas las filas. Atleti o muerte”.

Se ha presentado a los seguidores de Riazor Blues como unos energúmenos que viajaban con palos, porras y puñales para matarse en Madrid. Unos gamberros guarros que destrozan los autobuses en los que viajan. Esta versión fabulada ha sido desmontada por varios testimonios clave, los de los conductores de los autobuses que trasladan habitualmente a estos hinchas, que han pintado un cuadro completamente distinto.

En concreto uno de los conductores del domingo, en declaraciones a la Cope, afirmaba que “los medios están expresando cosas que realmente son mentira”,“nosotros en ningún momento hemos visto barras de hierro a la hora de coger a los chavales, ni armas blancas ni nada de nada. Es más, nosotros ni siquiera hemos abierto los maleteros”. Ese mismo testigo negaba que los hinchas del Deportivo de La Coruña alquilaran los autocares fuera de la provincia para pasar inadvertidos ante la policía, otra mentira que pretende avalar la tesis conspirativa de que venían a Madrid con la intención de enfrentarse a los neonazis de la peña atlética.

El domingo, a las ocho y media de la mañana, los dos autocares estacionaban en el espacio reservado para las aficiones contrarias en los alrededores del estadio Vicente Calderon, sin que en ese momento hubiese ningún dispositivo policial en la zona. Los neonazis ya estaban esperando en el lugar la llegada de los hinchas coruñeses. Llama la atención que la dirección del Atlético de Madrid afirma que el sábado ya había avisado a la policía de que los ultras del Frente Atlético habían quedado a esa hora y lugar, lo que suponía un alto riesgo de enfrentamiento. La Delegación de Gobierno obvió el aviso.

Lo que ocurrió cinco minutos después es conocido. Unos doscientos neonazis cargaron contra los Riazor Blues que trataron de huir de la zona… Francisco Javier Romero Taboada ‘Jimmy’ no lo consiguió. Le reventaron el bazo y la cabeza a golpes y después le tiraron al Manzanares ante la mirada impasible de varios policías municipales que no movieron ni un dedo para salvarlo y la complicidad de la delegada de gobierno, Cristina Cifuentes, que ha tratado de criminalizarlo con la ayuda de los medios de comunicación.

La falta de ética y profesionalidad en el negocio de la prensa

La difamación, la mentira, el insulto, es moneda común en gran parte de ese mundo de intereses creados y subordinaciones al poder que es la prensa, pero que periodistas de la talla de Aníbal Malvar, columnista habitual del periódico progresista Público, llegue a escribir en su columna “Rosa y Espinas” que “Un descerebrado llamado Francisco Javier Romero Taboada, alias Jimmy, fue a matarse a golpes en los alrededores del estadio Vicente Calderón y lo mataron a él. No sé a qué viene tanta gilipollez recordando que en el fondo era un ser humano” demuestra la bajísima calidad de los medios de comunicación y, lo que es peor, la falta de ética y profesionalidad periodística que alcanza incluso a reputados columnistas.

Además de hacer dejación de su obligación como periodista, Aníbal Malvar – y otros- han pecado de una absoluta falta de empatía y humanidad. Escribir una barbaridad semejante, con un desprecio tan absoluto hacia la vida humana, debería ser motivo más que suficiente para que el medio de comunicación para el que trabaja le apartase de su columna.

Y si así escribía alguien “progresista” es fácil adivinar cuál ha sido la deriva informativa en otros medios con respecto a un caso en el que lo único incontestable es que el asesinado es la víctima y los verdugos son los criminales… y que éstos no es la primera vez que matan.

Izquierda Castellana

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