jueves, abril 25, 2024
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Ucrania: “Nunca olvides cuál es el enemigo de clase”

“Las repúblicas populares son la respuesta a las mentiras, la violencia y la propaganda de los fascistas, oligarcas y nacionalistas”. Entrevista a Svetlana Licht, sindicalista y una de las caras del partido marxista Borotba (Lucha), por Greg Butterfield para Mundo Obrero.

Denis Levin y Svetlana Licht
Denis Levin y Svetlana Licht

Obligada a huir de Kiev tras el golpe de estado apoyado por Estados Unidos y la extrema derecha, Svetlana Licht, sindicalista y una de las caras del partido marxista Borotba (Lucha), se dirigió primero a Járkov, donde participó en las protestas antifascistas del movimiento Anti-Maidan. En mayo uno de los escuadrones de la muerte trató de secuestrar a su compañero y sindicalista Denis Levin. Huyeron a Donetsk, ciudad natal de Licht y capital de la recientemente liberada República Popular de Donetsk en la cuenca del Donéts, donde vivieron sitiados por el ejército ucraniano durante todo el verano. Licht ha llegado recientemente a Simferópol, Crimea, donde ha hablado con Mundo Obrero.

Mundo Obrero: ¿Cómo fue crecer en Donetsk tras la disolución de la Unión Soviética?

Svetlana Licht: La vida en la cuenca del Donéts no difiere de la vida en cualquier otra región industrial de la antigua Unión Soviética: pobreza generalizada, paro y colapso de la producción. Creo que en gran medida es similar al declive de Detroit. Solo hay una diferencia en el mundo postsoviético: la mayor parte de la población, los residentes en la cuenca del Donéts por ejemplo, recuerdan quién construyó nuestra industria, la ciencia y la cultura de la región. La construyó la población soviética. Recuerdan cómo era la vida en la Unión Soviética, cuando había trabajo y protección social.

Con el declive de la industria vino un declive en la cultura y en la educación. Los libros de historia se han reescrito ya varias veces. Cada año había más y más mitos del nacionalismo ucraniano y demonización del periodo soviético. Había un adoctrinamiento ideológico serio para destruir todos los restos de los programas sociales y promover así la transición completa al capitalismo de mercado en todos los aspectos de la vida. El nacionalismo, igual el ruso que el ucraniano, es el principal defensor de la comercialización de toda la vida. Pero en primer lugar está dirigido contra la experiencia soviética de construcción del socialismo.

—¿Cómo vivió la división entre este y oeste en Ucrania?

—En 2005 me gradué en la segunda escuela en lengua ucraniana de Donetsk. Casi todo el profesorado era del oeste de Ucrania. En 2004, muchos profesores comenzaron a mostrar actitudes nacionalistas moderadas. También había ya nacionalistas que no se callaban ante nadie, ni siquiera ante los niños. Por ejemplo, durante la Revolución Naranja en 2004, mi profesor de historia nos dijo que los residentes de la cuenca del Donéts no eran más que ganado, lumpen, y otro tipo de consignas racistas y clasistas. También había quienes se negaban en rotundo a introducir su agenda política en el proceso de aprendizaje. Así que mi generación de graduados de las escuelas ucranianas de Donetsk somos escépticos a cosas como el nacionalismo o las “revoluciones de honor”.

En la Ucrania anterior a la guerra, la mayor parte de la población respetaba los diferentes puntos de vista de las regiones del país. Tenemos diferente historia, diferente desarrollo económico. La población entendía esto, aunque la propaganda tratara de dividirnos en base al territorio o a la cultura. Quien tenía la posibilidad de viajar a través del país veía que los trabajadores vivían de la misma forma, que todos tienen los mismos problemas, que solo pueden resolverse uniendo a la clase obrera.

—¿Cuál era su actividad en Kiev antes del golpe de febrero?

—Trabajaba en el sindicato ferroviario con Denis Levin. Una de nuestras campañas de más éxito fue contra la privatización de los ferrocarriles ucranianos, que logró unir a pasajeros, trabajadores, organizaciones civiles y sindicatos. En 2012 empezamos a organizar actos y a usar las redes sociales para este tema. Junto con otros sindicatos, exigimos al Gobierno que dejara de expoliar y privatizar el transporte. Y el Gobierno iba a negociar y a hacer concesiones.

En 2013 lanzamos una campaña para establecer sindicatos independientes para los trabajadores del transporte de Kiev. Cuando empezó el movimiento de Maidan ya habíamos logrado un par de pequeñas victorias. Pero cuando destrozaron la sede de Borotba en Kiev, tuvimos que abandonar la ciudad.

—Escapó a Járkov, segunda ciudad de Ucrania, tras el golpe de Estado. ¿Cómo fue su trabajo en el movimiento Anti-Maidan? ¿Por qué tuvo que abandonar Járkov?

—Nos dedicamos principalmente a actividades de propaganda. Algunos trabajadores se dedicaron a imprimir octavillas. Formamos comités y organizamos a la gente para hacer campañas por la ciudad, para extender el mensaje. Con las iniciativas civiles de Járkov empezamos a organizar acciones contra la guerra a principios de abril y atrajimos a muchos antifascistas. Pero a finales de abril, la Policía intentó registrar ilegalmente la sede de Borotba en Járkov. Antes ya había habido una ola de detenciones de quienes habían participado en la toma del edificio de la administración regional. Detuvieron a más de cien personas. Por culpa de la represión, las actividades se redujeron rápidamente.

Luego vino la tragedia de Odesa el 2 de mayo. Salía menos gente a la calle. El 8 de mayo, justo antes del Día de la Victoria, el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) tomó ilegalmente nuestra sede, destruyó todo y se llevó todos nuestros periódicos, panfletos, banderas, altavoces y el generador. Querían evitar un acto el Día de la Victoria. Pero aun así participamos en una protesta que atrajo a varios miles de personas.

Aunque el nivel de actividades se redujo, seguimos imprimiendo panfletos. Muchos en Járkov ya eran activistas, se habían empezado a organizar para ayudar a los presos políticos y para realizar actos contra la guerra. A finales de mayo había ya una base más o menos permanente de ciudadanos que se reunían bajo la estatua de Lenin. El grupo constaba de unas 150-300 personas.

A finales de mayo, el SBU intentó secuestrar a Denis Levin en la plaza, aunque no había cargo alguno contra él, y dejamos la ciudad. Un pequeño grupo de personas siguió acudiendo a la estatua de Lenin para protestar contra la guerra durante todo el verano.

—¿Cómo era la vida en Donetsk durante la llamada operación antiterrorista? ¿Cómo respondió la población?

—Miles de personas abandonaron Donetsk. Solo quedaron trabajadores en unas cuantas empresas. Los trabajadores de las infraestructuras y del servicio municipal de la ciudad trabajaron duro para garantizar el suministro de agua y electricidad. Era un trabajo heroico teniendo en cuenta que había ataques a diario. Cada día morían docenas de personas.

Quienes se quedaron en la ciudad mostraron valentía de verdad. La población estaba enfadada con la junta, pero intentaron no perder la razón.

Casi cada noche había una oscuridad casi impenetrable en mi zona de la ciudad. La gente no quería encender las luces, leer ni ver las noticias. Cada día oían y veían con sus propios ojos lo que pasaba en la ciudad. Y las mentiras de la prensa burguesa no hacían más que aumentar su ira y su dolor.

Uno de los días más memorables fue una tarde en la que oímos explosiones no muy lejos de nuestra casa. Una vecina lloraba desesperada: “¡Han bombardeado un hospital!”. En las noticias nos enteramos de que era un hospital dental a menos de 500 metros de nuestra casa. Esa misma tarde, un hombre puso música soviética a todo volumen. Estaba en el balcón fumando. Todo el barrio se acercó a preguntar por qué había puesto música. Y él respondió: “Quieren que tengamos miedo y que dejemos de disfrutar de la vida. Esta es mi respuesta”.

—¿Cómo ve la guerra civil entre las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk y la junta de Kiev?

—Creo que las repúblicas populares son la respuesta a las mentiras, la violencia y la propaganda de los fascistas, oligarcas y nacionalistas.

—¿Qué futuro ve para la clase obrera en la cuenta del Dónets y en Ucrania?

—Creo que, desde el punto de vista histórico, la victoria pertenece a la clase obrera y al socialismo y por eso espero lo que venga en el futuro. La crisis empeorará mientras continúe la guerra en Ucrania. Pero quienes creyeron la propaganda nacionalista verán las mentiras y se darán cuenta de que otro mundo es posible.

—¿Cuál es su mensaje para la clase obrera y la juventud de Estados Unidos?

—Que se unan en todas partes y siempre. Que nunca olviden cuál es su enemigo de clase.

Fuente: Workers World
Traducción de Nahia Sanzo en Slavyangrad.es

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