viernes, abril 19, 2024
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Ucrania: Juegos de guerra

La puja por el control territorial de Ucrania, enfrenta a Rusia y Estados Unidos en una situación que puede conducir a una guerra entre las dos potencias. Y esa guerra sería nuclear, devastando de nuevo a Europa

Los rebeldes separatistas, calificados por la prensa occidental como pro rusos, presentan una alta moral de combate.
Los rebeldes separatistas, calificados por la prensa occidental como pro rusos, presentan una alta moral de combate.

Alberto Acevedo

En una reunión de emergencia en Moscú, hace dos semanas, entre los jefes de gobierno de Rusia, Alemania, Francia, y Ucrania, buscando una salida al conflicto de este último país, que ya ha costado más de cinco mil muertos y dos millones y medio de desplazados, se llegó a un acuerdo que plantea básicamente la creación de una zona desmilitarizada entre las fuerzas gubernamentales y los rebeldes y la reanudación inmediata del diálogo entre Kiev y los separatistas.

El problema radica en que no es seguro que las autoridades de Kiev accedan a las pretensiones de los rebeldes que aspiran a que se les reconozca soberanía sobre los territorios conquistados, unos mecanismos de autonomía, descentralizar el poder y permitir elecciones regionales, que legalicen su autoridad, y sobre esa base, conservar la integridad territorial ucraniana.

No es descabellado desconfiar de la palabra del premier ucraniano. Poroshenko, que había suscrito ya una tregua con los rebeldes el año pasado, pero en septiembre último rompió la tregua y ordenó lanzar una brutal ofensiva ‘antiterrorista’ contra las posiciones rebeldes del sureste del país, dejando una elevada cantidad de bajas y sembrando de desconfianza el camino de un futuro acuerdo político.

La terca actitud gubernamental fue replicada con una exitosa ofensiva militar de las fuerzas rebeldes, especialmente en las regiones de Donetsk y Lugansk, que han humillado y hecho retroceder a las fuerzas regulares, que para este momento presentan un alto grado de desmoralización.

El último episodio de vergüenza militar para Kiev, fue la humillante salida de sus tropas de la localidad de Debaltsevo, un estratégico corredor que une a las ya liberadas provincias de Donetsk y Lugansk, en poder de los rebeldes desde el año pasado.

Bajas y desmoralización

Aunque el presidente Poroshenko anunció el pasado 18 de febrero que hasta el 80 por ciento de sus unidades militares habían concertado un retiro ordenado de esta región, los jefes rebeldes dieron un parte diferente, anunciando que las tropas del gobierno fueron expulsadas tras violentos enfrentamiento en los que habrían muerto unos tres mil soldados, y el resto de tropas abandonaron sus posiciones en forma desordenada, dejando pertrechos y en medio de la mayor desmoralización.

Han sido precisamente estos factores, los que han obligado a Poroshenko a sentarse a una mesa de conversaciones, buscando que un acuerdo final logre no solo salvar su menguado prestigio político y ocultar la derrota militar sino conseguir reconocimiento en las regiones que están bajo el mando de las fuerzas separatistas.

También la canciller alemana Ángela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, que en el pasado aprobaron sanciones económicas contra Rusia y que no simpatizan con el presidente Putin, se vieron obligados a viajar a Moscú, empujados por la exitosa ofensiva militar de las fuerzas rebeldes ucranianas.

Fuera la OTAN

Los gobernantes alemana y francés, saben además que un escalamiento del conflicto sería desastroso para el viejo continente, que soporta la doble circunstancia de afrontar la crisis económica neoliberal y cuyos gobernantes temen que se presente un efecto dominó frente al triunfo de una coalición de fuerzas de izquierda en Grecia, que se enfrenta al recetario neoliberal impuesto por la banca internacional.

Ucrania, en muchos sentidos, es la última trinchera de defensa de la dignidad nacional de Rusia, de su integridad y soberanía territorial, y el Kremlin no va a permitir, de buenas a primeras, ni que Ucrania ingrese a la OTAN, ni que a su territorio llegue la ayuda militar en gran escala que ha insinuado el presidente Obama.

En este sentido, es bueno entender que las pretensiones de Estados Unidos en la región, van más allá del dominio sobre territorio ucraniano, y se orientan al debilitamiento de la economía rusa y a su sometimiento a las leyes del mercado. Una confrontación alrededor de estos intereses puede llevar a una guerra entre las dos grandes potencias mundiales. Pero una lucha de esta naturaleza, es de orden nuclear, lo que significaría de nuevo a los países del viejo continente, pagar un alto precio en vidas y daños materiales.

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