martes, abril 23, 2024
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Triunfo republicano en EEUU: Las elecciones del desencanto

Las elecciones parlamentarias más costosas en la historia reciente de la nación norteamericana, con un alto índice de abstención, se constituyeron en un voto de castigo a la administración del presidente Obama, que está en su punto más bajo de popularidad

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Alberto Acevedo

El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, recibió una soberana paliza política durante las elecciones parlamentarias del pasado 4 de noviembre, cuando el Partido Republicano, su inmediato opositor, no solo aumentó presencia en la Cámara de Representantes, sino que alcanzó siete escaños más en el Senado, hasta obtener el control absoluto de ambas corporaciones, con lo que seguramente le va a aguar los dos últimos años de gestión al controvertido mandatario.

Las elecciones parlamentarias de este mes confirman el rechazo mayoritario a la gestión del presidente Obama, al sistema de los partidos políticos tradicionales y al hecho de que el dinero es el que compra los cargos políticos en un país que se reclama paraíso de la democracia. En efecto, estas elecciones costaron la bicoca de cuatro mil millones de dólares, el doble de las celebradas hace diez años, según estudio del Center for Responsive Politics.

El pueblo más espiado, más controlado y más encarcelado del mundo, y el que soporta la mayor desigualdad económica, expresó su rechazo a la política del actual mandatario, con una alta tasa de abstención electoral. Según la influyente publicación ABC News, seis de cada diez norteamericanos no confían en el gobierno federal. El presidente cuenta con una aceptación de apenas el 43%, su más bajo registro, pero también el 68% de los ciudadanos habilitados para ejercer el voto no querían la reelección de los actuales parlamentarios.

En este sentido, las elecciones de mitaca en Estados Unidos, si bien entrañan un rechazo a la política del actual gobernante, no son necesariamente una carta en blanco al Partido Republicano. Es una tradición que el gobernante de turno, objeto de un desgaste natural en el gobierno, pierda apoyo parlamentario en la recta final de su gestión.

Castigo a Obama

El éxito electoral republicano radica en que, de una parte, habilidosamente montaron una campaña convenciendo al electorado de que convirtiera el ejercicio en una plebiscito contra Obama, lo que dio resultados, y de otra, los principales candidatos republicanos establecieron distancias con el sector más ultraderechista de su partido, el Tea Party, y esgrimieron un discurso más moderado, a diferencia de las parlamentarias anteriores, en que se mostraron en extremo radicales.

El voto mayoritario de los ciudadanos se expresó en rechazo a una política de promesas aplazadas, como el establecimiento de un estatuto para inmigrantes, el desmantelamiento de la base de Guantánamo, la normalización de las relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba, la terminación de la guerra en Irak, escenario de conflicto al que se ha regresado.

El manejo de la crisis del ébola, la guerra en el Medio Oriente para contener la ofensiva del Estado Islámico, una pobre recuperación económica, un salario mínimo congelado desde hace seis años, entre otros aspectos, incidieron en una votación que, más que un premio a los republicanos, fue un castigo a Obama.

Varios analistas coinciden en que el Partido Republicano, con el control de las dos cámaras legislativas, tendrá que agilizar la expedición de numerosos proyectos de ley, hasta ahora en el congelador, y para ello deberá contar con la anuencia del ejecutivo. No les resulta conveniente a los republicanos una confrontación radical con la Casa Blanca, si están pensando en las próximas elecciones presidenciales, para lo cual van a necesitar el voto de la comunidad latina y de otras minorías, que esperan con urgencia una reforma migratoria.

Frente a Colombia

En el caso colombiano, muchos se preguntan cuál va a ser la postura del Partido Republicano frente a temas cruciales como las negociaciones de paz con la insurgencia en La Habana y el papel que juegan como mediadores o facilitadores países como Cuba y Venezuela, que no son del afecto de ese partido.

Algunos se consuelan con el hecho de que el respaldo al proceso de paz en Colombia ha sido bipartidista. Pero los republicanos, ahora fortalecidos, probablemente vuelvan a su anterior criterio de que los guerrilleros colombianos son ‘terroristas’, que constituyen además un cartel del narcotráfico, y por ende deben ser extraditados y juzgados por tribunales de ese país.

En ese sentido no se aplica lo que dicen algunos, que con los demócratas o los republicanos en el Congreso, nada cambia en forma sustancial. En realidad, hay matices de percepción peligrosos, y todavía pesan los criterios ultraconservadores y guerreristas del Tea Party. Eso, en últimas, lo definirá el pragmatismo a que acudan las nuevas mayorías parlamentarias en los Estados Unidos.

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