jueves, marzo 28, 2024
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Suroeste de Antioquia contra la extracción minera

Cuarto foro regional de Cumbre Agraria

Asistentes al Cuarto foro regional de Cumbre Agraria. Foto Bibiana Ramírez.
Asistentes al Cuarto foro regional de Cumbre Agraria. Foto Bibiana Ramírez.

Agencia Prensa Rural

Pueblorrico recibe el cuarto foro regional de Cumbre Agraria. El primero se hizo en Valdivia, Bajo Cauca; el segundo en Remedios, Nordeste; el tercero en Toledo, Norte; y el quinto se hará en el Carmen de Viboral, Oriente. Estos foros hacen parte de los compromisos que hizo la Gobernación con la Cumbre Agraria a dos años de negociación y de los cuales se empiezan a ver algunos frutos.

El 70% de la participación en el foro fue joven, lo que es novedoso con relación a los anteriores y demuestra que la lucha y defensa del territorio seguirá creciendo y durará muchos años más. Allí fue posible que conocieran el espacio de Cumbre y se enteraran de los procesos de su propia región y de otras.

Esta es una región rica en agua y tierra fértil, de tradición agrícola. Pero ahora llega la amenaza de la minería, los monocultivos y las hidroeléctricas. El Cinturón de Oro de Colombia es un proyecto del gobierno que comprende 300 Km en dirección norte-sur, desde Antioquia hasta el Tolima. “No queremos saber nada de ello, no nos interesa, porque es una amenaza de pérdida del territorio. Nosotros, como alternativa, creamos Cinturón Occidental Ambiental. No queremos cambiar nuestra vocación, ni queremos ser desplazados de nuestro territorio”, dice Alfonso Patiño.

El conflicto del uso del suelo

Los municipios del Suroeste ya empiezan a ver las secuelas de la privatización del agua, la entrega de la tierra a la extracción minera. En Pueblorrico hay dos títulos mineros donde a una empresa privada le dieron 4.600 hectáreas y 3.800 a una persona natural. Corantioquia está entregando concesión de aguas a empresas y particulares por 50 años y a la comunidad sólo se la dan por 10 años. Las altas tarifas de servicios públicos. El monopolio del mercado. La desaparición de trapiches.

En Jericó ya no hay quien coja café. Hay proliferación de monocultivos maderables y frutales donde escasean los cultivos agrícolas. Por ejemplo ya hay siete mil hectáreas de pinos de las 19 mil que tiene el municipio, lo que produce la extinción de biodiversidad. En Támesis hay un deterioro de la cultura campesina y faltan opciones para los jóvenes.

En Caramanta hay un desestímulo a la economía campesina. Las aguas están contaminadas. Concentración de la tierra. En Fredonia preocupa la deforestación de los principales cerros y pérdida de fauna nativa por los monocultivos, y los nacimientos de agua los están privatizando. En Jardín crecen las licitaciones mineras y la ganadería extensiva daña bosques.

En el suroeste hay cinco resguardos indígenas. Dicen que “estamos en alto riesgo. Nos visitan personas haciéndose pasar por funcionarios del Estado”. Hay poca tierra para los resguardos porque los hacendados se apoderan de ella.

Los funcionarios del Estado no supieron qué responder, por el contrario creció la furia de los afectados, quienes dejaron claro que no creen en ellos porque los siguen engañando. Allí estuvieron representantes del Ministerio de Minas y Energía, el viceministro de Desarrollo Rural, la Secretaría de Medio Ambiente, Secretaría de Planeación Departamental, Secretaría de Gobierno y el ICA. Ninguno con posibilidad de tomar decisiones.

La pregunta que la gente hace es “por qué no quieren entender que el Suroeste no quiere ni necesita la minería. No reaccionamos de una manera violenta a las desigualdades del Estado pero sí reaccionamos de una manera organizada”.

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