El presidente Obama no consiguió que el congreso de su país le aprobara la ley general de presupuesto, antes del primero de octubre, fecha en la que comienza el año fiscal en los Estados Unidos.
Después de un duro forcejeo, en el que los republicanos aprobaron en la Cámara de Representantes, donde son mayoría, un proyecto de ley que introducía un “mico”, en el que condicionaba la ley de presupuesto a la suspensión por un año de la vigencia de la reforma sanitaria, conocida como la ‘Obamacare’, el senado, de mayoría demócrata, rechazó la iniciativa, y la posibilidad de un acuerdo en materia presupuestaria, se fue al piso.
En estas condiciones, como aseguran varios analistas, después de 17 años de no suceder un hecho semejante, la administración norteamericana inició un recorrido por una especie de ‘limbo’ en materia de gasto público.
En estas condiciones, al menos 825 mil trabajadores federales han quedado sin salario y los gastos administrativos de la unión se han visto afectados, con pérdidas que se estiman en mil millones dólares semanales. Si la parálisis se prolonga por espacio de un mes, ha vaticinado la CNN, el impacto podría ser de 55 mil millones de dólares.
Aunque los republicanos en el congreso alegan que la reforma sanitaria de Obama incrementa el déficit fiscal y obliga a las empresas a subsidiar los servicios de salud a sus empleados, con un alto costo financiero, la realidad es que a pesar de ser una posición que defiende los intereses de grandes empresas patrocinadoras de los parlamentarios de ese partido, hay detrás una puja política en la que los republicanos quieren pasar una cuenta de cobro al presidente Obama, por lo que califican como una política social díscola.
Lo que está en juego es una lucha entre los republicanos, fuertemente influenciados por el llamado “Tea Party”, el sector más ultraconservador y derechista de ese partido y los sectores demócratas, interesados en entregar algunas gabelas a la población más vulnerable. En Estados Unidos se estima que 48 millones de ciudadanos no tienen acceso a la salud.
La ley de Obama no garantiza una cobertura total para esa franja desvalida. Sin embargo, los republicanos no quieren ni siquiera eso. Y chantajean a Obama para que retire la iniciativa, que para el mandatario representa todo su capital político. La situación puede llevar a una crisis de tal magnitud, que los republicanos tendrán que ceder en sus presiones al ejecutivo. Así ha sucedido en el pasado reciente.
