jueves, marzo 28, 2024
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Secuestradas la democracia y las oportunidades

Es incoherente que no se acojan los acuerdos de La Habana. Las FARC-EP seguiremos siendo incansables en la defensa de los intereses de nuestro pueblo, como lo hemos hecho durante 51 años.

Foto: Friends via photopin (license)
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Edison Romaña
integrante de la Delegación de paz de las FARC-EP

En nuestra amada patria cada día se cierran por todas partes las posibilidades para la participación política. Además la pobreza, la desigualdad y la desnutrición avanzan galopantes y con datos escalofriantes.

En cuanto a la participación democrática todo se reduce en tiempos de elecciones como estos, a la repartición de los poderes locales y regionales y no precisamente en beneficio de las mayorías. Es preocupante como cada día las amenazas y estigmatizaciones de quienes representan los intereses de los desposeídos, indígenas, afros, iglesias, o candidatos por firmas, se hacen incontenibles por parte de gamonales que han estado durante décadas detrás de tan aberrante empresa de corrupción.

Los datos del Consejo Nacional Electoral en todo el país son turbadoras, y esto a pesar de que no abarcan la verdadera dimensión de la enfermedad ni las consecuencias depredadoras que este fenómeno implica para el buen ejercicio de la política.

Ahora ni que decir de los últimos datos sobre tierras. Quienes hemos andado la mayoría de los departamentos de Colombia, tenemos pleno conocimiento de causa de como viven los campesinos y en general los que habitan el campo. Condiciones de miseria absoluta y calamidad humanitaria es su principal característica, por culpa de las políticas neoliberales, la concentración de la tierra en unos pocos, el desplazamiento forzoso por parte de las multinacionales y la importación de grandes cantidades de productos agrícolas y lácteos.

Todo esto hace que sea galopante la miseria en los campos. Sería deseable retirar la ley de Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social, porque esta facilita la concentración y extranjerización de la tierra, y legalizaría la acumulación irregular de predios.

La pobreza y la desigualdad no cesan y la concentración de la riqueza es una de las trabas que no deja espacios para avanzar, tanto en Colombia como en el mundo. A pesar de los discursos mundiales que solo quedan en la gran prensa y en discursos como los de la última Asamblea General de la ONU donde participaron 180 mandatarios y todos se comprometieron a combatir este fenómeno, incluyendo el Papa, todos los pueblos del mundo siguen clamando porque cese la desigualdad.

Impulsar al pequeño productor y usar más la tierra para el agro reduciría la pobreza y aumentaría el PIB. Eso sí: respetando el ecosistema, con una política social ambiental.

El 83% de los niños menores de 5 años no van al colegio, es un país totalmente desigual. Un estudio de la ONG internacional Oxfam dice que en Colombia la desigualdad es de 0,538, cifra del 2014, mientras que solo el 1% más rico de los colombianos concentra el 20% de los ingresos del país. Además el 14% de la vivienda en el campo está desocupada por culpa del desplazamiento y las políticas represivas del Estado.

Pero más inaudito es que el 13,3% de los menores de 5 años en Colombia padece desnutrición crónica, a pesar que la juventud es el porvenir de un país.

Uno de los temas más preocupante es que Colombia está dotada de recursos naturales como aguas, tierras fértiles, maderas, todos los climas, minerales suficientes para poder autoabastecerse. Alcanzaría para todos, pero la intransigencia del Estado no da espacios para que los más pobres puedan salir de tan dura situación a los que han sido empujados.

Es incoherente que no se acojan los acuerdos de La Habana. En el punto uno “Desarrollo Agrario Integral” se han planteado algunas formulaciones y acuerdos, que van en dirección de iniciar la solución del problema y buscan paliar la pobreza. Temas gruesos y de fondo aún están por discutirse porque quedaron en las salvedades.

De igual manera en el tema de participación política sería oportuno que el gobierno fuera acatando muchas iniciativas que allí están acordadas. Lo mismo que en el tema del fenómeno de los cultivos ilícitos. No podemos seguir arremetiendo contra los campesinos.

Las FARC-EP seguiremos siendo incansables en la defensa de los intereses de nuestro pueblo, como lo hemos hecho durante 51 años. este compromiso es de todos; para ello se necesita la unidad y lucha que nos permita sacar adelante lo que nos hemos propuesto. Las salvedades requieren ser discutidas hasta hacerlas realidad, para ello trabajaremos entre todos la Asamblea Nacional Constituyente.

La sagrada paz es del pueblo colombiano, no nos la pueden arrebatar, es herencia de la humanidad.

Pueblo Colombiano: ¡Pa La Mesa!

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