jueves, marzo 28, 2024
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Se sigue asesinando en Colombia

Los paramilitares, con sus nuevos y rimbombantes nombres, se mueven en todas direcciones como pez en el agua amenazando y masacrando. Mientras tanto, el gobierno nacional a través del señor Villamizar Pachón se dedica a desactivar progresivamente los pequeños esquemas de seguridad de la oposición

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Nelson Lombana Silva

Se sigue asesinando en Colombia a diestra y siniestra y al parecer el gobierno nacional no se siente aludido. Por el contrario, dice a boca llena el director de la Unidad Nacional de Protección, Andrés Villamizar Pachón, que Colombia es un paraíso que se puede transitar sin sobresaltos.

De la declaración oficial a los hechos hay un abismo profundo, el cual no se puede tapar y, por el contrario, sale a flote cada vez con más virulencia. El pueblo humilde y desamparado asesinado, en cualquier calle o camino de la patria, solo sus familiares lo lloran, pues no hay medios de comunicación para narrar hechos de esta naturaleza. En verdad, nadie sabe por quién doblan las campanas, para traer a colación la frase del escritor norteamericano Ernest Hemingway.

Los paramilitares, con sus nuevos y rimbombantes nombres, se mueven en todas direcciones como pez en el agua amenazando y masacrando. Mientras tanto, el gobierno nacional a través del señor Villamizar Pachón se dedica a desactivar progresivamente los pequeños esquemas de seguridad de la oposición al régimen, a los sindicalistas clasistas y periodistas consecuentes con su profesión.

Hace poco sucedió en Medellín. Le retiraron la seguridad al periodista y a los pocos días fue ultimado en completa indefensión. Aquello constituyó en una especie de crónica anunciada, que el gobierno nacional pretende pasar de soslayo con la consabida publicidad subliminal.

Mientras esta política se impone a todo vapor de desactivar los esquemas de seguridad a la oposición consecuente, la derecha y la extrema derecha al parecer aumenta o como mínimo se le sostiene inmodificable. Que el presidente Santos no les esté allanando el camino a los traficantes de la muerte. O mejor, facilitando.

Todos los días se tienen noticias de asesinatos y la versión que se están haciendo investigaciones rigurosas para dar con los responsables. Sin embargo, las cifras estadísticas son escalofriantes: Más del 95% de impunidad.

Para nadie es un secreto del enorme interés de un sector de la derecha y de toda la extrema derecha de acabar con los diálogos de paz de La Habana (Cuba) entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo (FARC-EP) y el gobierno de Juan Manuel Santos Calderón. Uribe y su patota, seguramente con el aval de los Estados Unidos, se empecinan en hacer fracasar el proceso con el aporte al parecer de militares y miembros, incluso, que hacen parte del gobierno nacional. Hay toda una trama contra la paz que anima los grandes medios de comunicación con su posición ambigua, con su desinformación y con su cómplice silencio.

El semanario VOZ, la verdad del pueblo, denunciaba recientemente en su editorial un “extraño ruido de sables”, aspecto que tampoco se puede pasar desapercibido. En las alturas, la oligarquía ortodoxa y criminal se niega a hacer una sola concesión a favor del pueblo y por el contrario se empecina en que esta nación siga transitando oscuros caminos de violencia y de inseguridad.

A duro desafío le corresponde al pueblo colombiano y a la izquierda persistir en la utopía de la paz con justicia social. Se trata de persistir en la democratización y en espacios de participación comunitaria.

Estos quijotescos sueños se materializarán solo con la movilización de las masas populares, la unidad y la organización. Será una conquista del pueblo colombiano y no una dádiva del régimen plutocrático. Se determinará por la correlación de fuerzas en un ambiente claro de lucha de clases.

Al entender la postura mañosa de esta oligarquía criminal, se puede dimensionar la preocupación por el desmonte acelerado de esquemas de seguridad de la oposición en Colombia. Este seguramente no es un hecho fortuito o cuestiones meramente económicas. Seguramente hay algo más de fondo.

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