jueves, marzo 28, 2024
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Reserva Thomas van der Hammen

“El derecho ambiental en Colombia es un derecho colectivo. Este recoge otros derechos y los estudios científicos no mienten en relación a la importancia del valor ambiental que tiene la reserva”: María Mercedes Maldonado

Reserva Thomas van der Hammen.
Reserva Thomas van der Hammen.

Carolina Tejada

Desde 1991 el profesor Thomas van der Hammen junto a un equipo de expertos, realizaron un estudio minuciosamente documentado sobre la importancia de esta zona ambiental ubicada al norte de la ciudad. Para el 2011 fue creada como reserva para reconectar los cerros orientales con el río Bogotá en el occidente.

Estamos hablando de un área de 1.395 hectáreas, que tiene destinado un 5,84% a zonas de protección donde aún se tienen ecosistemas completos. Según estos estudios debajo de la superficie de esta reserva se encuentra una buena cantidad de sedimentos cargados de agua, entre otras riquezas propias de la naturaleza.

Una torpeza contra el pulmón de la ciudad

Iniciando su periodo de gobierno, el actual alcalde de Bogotá anunció públicamente que para dar cumplimiento a su proyecto de vivienda “Ciudad Paz”, era necesario intervenir la reserva forestal Van der Hammen. Para ello habló de reducir el número de hectáreas protegidas con el objeto de adelantar la intervención vía cemento.

Esta escandalosa iniciativa ha provocado el descontento de ambientalistas y expertos en la materia. El Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional, fue enfático en señalar que “la reserva es vital para prevenir eventuales emergencias por escasez de agua en la capital del país”.

“La reserva no es un potrero”

Se ha enfatizado también que la zona de restauración, del 39,61% de la reserva, ha sido destinada por la Corporación Autónoma Regional, CAR, para adelantar un restablecimiento ecológico y así lograr la conexión con el río Bogotá. Los humedales por su parte también se verían fuertemente afectados, pues al impedir que el flujo de agua fluya estos se verían en grave peligro de extinción. Si bien es cierto que estamos ante una escasez de agua, sequías y altas temperaturas, el intervenir esta reserva pondría a la ciudad ante una posible emergencia frente al mínimo vital.

Así lo han señalado diversos académicos ante las definiciones que Peñalosa ha dado en relación a la reserva. Según mencionó en un medio de comunicación el profesor Orlando Rangel, “su apariencia sí se ha visto afectada por el crecimiento urbano de Bogotá, pero aún conserva todo tipo de vegetación como bosques de aliso, que se pueden recuperar fácilmente para beneficiar la cadena ecológica porque atraen insectos y aves de gran tamaño”.

Por su parte dirigentes de la convergencia democrática de la ciudad, en un panel de debate sobre la reserva, que se llevó a cabo el pasado viernes 5 de febrero, mencionaron que el interés colectivo no puede pasar por encima del interés individual. Allí intervinieron el ex Secretario de Planeación Gerardo Ardila, y María Mercedes Maldonado del gobierno anterior.

La importancia de los estudios

En su intervención Ardila recordó: “Este estudio de la reserva además tiene la fortuna de haber creado el concepto de Estructura Ecológica Principal, como estructura ecológica fundamental para asegurar la existencia de la salud ecosistémica y sobre todo la sostenibilidad ambiental del territorio”. Esta categoría se utiliza en todas partes de América Latina.

En el 2010 la Academia Colombiana de Ciencias, el Agustín Codazzi entre otras cinco instituciones nacionales, elaboraron un estudio que contradice las opiniones de Peñalosa, quien señala que no hay estudios sobre la reserva. A su paso Ardila, comentó: “Se hicieron estudios sobre las aves, sobre el suelo con los mejores científicos. Pero además hicimos estudios sobre el agua subterránea a escala de la reserva y estos estudios tienen mapas y son estudios públicos”.

El propósito según María Mercedes Maldonado, quien también participó como panelista en el foro, es modificar el POT, bajo la supuesta necesidad de que la ciudad debe crecer tres veces su área. Igualmente afirma que “el derecho ambiental en Colombia es un derecho colectivo, este derecho recoge otros derechos y los estudios científicos no mienten en relación a la importancia del valor ambiental que tiene la reserva”.

Su preocupación también se centró en analizar los efectos de la política de Peñalosa sobre los Cerros Orientales: “Existen cerca de 100 proyectos en discusión de posibilidad de tener derechos adquiridos sobre los Cerros Orientales, cuyo interés está dirigido a la construcción e intervención ambiental en la zona”. Estos proyectos sumados al sendero planteado por el actual alcalde y sumado a la ALO, serian un gran megaproyecto que atentaría contra toda la reserva ambiental, principal pulmón de la capital.

Desde la convergencia se ha llamado a la sociedad capitalina, a estar atenta sobre los desarrollos de estos planes, a socializar los efectos ambientales que tiene para la humanidad las pretensiones del actual gobierno y a movilizarse en defensa del patrimonio ambiental de la ciudad.

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