jueves, marzo 28, 2024
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Regresar a las calles

Ahora hay que decirle a Santos que ese nuevo país no es el que quieren vivir los campesinos, indígenas y afrodescendientes. Ese nuevo país que plantean para la transformación del campo favorece a los ganaderos, a los agroexportadores, a la producción de etanol, y a las transnacionales.

La deuda histórica del Estado colombiano con el campo está sin resolver. No existen políticas sociales, menos aún la decisión de una reforma agraria integral. Foto archivo.
La deuda histórica del Estado colombiano con el campo está sin resolver. No existen políticas sociales, menos aún la decisión de una reforma agraria integral. Foto archivo.

Nelson Viloria

Las bases del Plan Nacional de Desarrollo 2015-2018 “Todos por un nuevo país” profundizan las contradicciones de clases sociales en el campo. Un diagnóstico demagógico, ante las metas que se plantean en el capítulo de la transformación del campo, durante cuatro años.

La lucha de los campesinos, como clase social fundamental en la sociedad colombiana en la producción de alimentos para los centros urbanos y de materia prima para el sector industrial, parte de la necesidad de que se reconozca como clase en sí, y negar el permanente bombardeo desde el establecimiento y de los burócratas de todos los pelambres de ser considerado como productor. La conquista en las calles del reconocimiento político de los campesinos, como uno de los sujetos transformadores de la sociedad colombiana, es la única alternativa que le queda, ya que el actual bloque de poder dominante y el presidente Santos, su principal vocero, continúa profundizando el modelo neoliberal para el campo, en contra de los campesinos.

Desde finales de septiembre de 2013, alertamos sobre las maniobras del gobierno para evitar una salida a la crisis de la economía campesina y que a la fecha no se vislumbran posibilidades reales de alternativas políticas para salir del atolladero en que se encuentran los campesinos, indígenas y afrodescendientes. La transformación para el campo en materia de tierra, comercialización, insumos, TLC y otros muchos temas contenidos en los pliegos de exigencias de la MIA, primero, y de la Cumbre Agraria, después, estarán engavetados si los campesinos y los sectores populares no rechazan el mal llamado Plan Nacional de Desarrollo “Todos por un nuevo país”.

Y los campesinos ¿qué?

“Todos por un Nuevo País”, ¿sin campesinos? ¿Sin el reconocimiento de la existencia de una economía campesina? Cuando el presidente Santos dijo que el tal paro no existe, ahí estaban los campesinos y el pueblo diciéndole a los gobernantes que los campesinos estaban en las calles en la lucha por un nuevo modelo de desarrollo rural. Ahora hay que volver a las calles para decirle a Santos que ese nuevo país no es el que quieren vivir los campesinos, indígenas y afrodescendientes. Ese nuevo país que plantean para la transformación del campo favorece a los ganaderos, a los agroexportadores, a la producción de etanol, a las transnacionales, a todos aquellos que se apropian de la riqueza social y natural.

Las bases del Plan de Desarrollo, para el sector agropecuario, imponen una nueva ley de desarrollo rural, pasando de agache la ley 160 de 1994, a espaldas de los campesinos y los sectores populares.

No hay tierras para los campesinos sin tierra o los que la tienen insuficiente; será preocupación para las clases dominantes las zonas prioritarias de desarrollo estratégico y no las zonas de reservas campesinas; los ganaderos, las transnacionales y los empresarios de la tierras son los grandes beneficiarios; continúa con la política de mercados de tierra, nefasta para los campesinos; el modelo palmero es la propuesta para los campesinos; los baldíos para los inversionistas transnacionales y los empresarios agrarios; independientemente de que se pretenda negar, se ampliará la frontera agrícola a través de las zonas forestales, sin atacar a los terratenientes que poseen las mejores tierras aptas para la producción de alimentos y que son improductivas.

En fin, todos por un nuevo país a favor de los ricos del campo y de las transnacionales agropecuarias. Esa es la continuación del actual modelo.

Paz con justicia social. Paz para una democracia política y económica que llegue al campo colombiano, sobre todo a los campesinos, indígenas y afrodescendientes. Paro campesino y popular, para decirle a Santos que existe la economía campesina y que debe haber políticas que la sustenten para el logro del nuevo país para los más pobres, a través de un nuevo modelo de desarrollo rural y no el que presentó al Congreso.

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