viernes, marzo 29, 2024
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Rechazo al modelo económico

Por un país del tamaño de nuestros sueños a construir el futuro entre todos, con paz, soberanía, democracia y justicia social

Alfonso Velásquez

En Colombia todo el mundo está hablando de paz, ese ha sido el tema de mayor conversación entre los colombianos y colombianas en los últimos años. No hay un municipio por pequeño que sea en el que no se hable de la creación de un nuevo país donde en cada hogar por humilde que sea, no se sueñe con aquellos días por venir donde ninguno se acueste sin las tres comidas del día, que pueda abrir un grifo del que mane el agua potable apta para consumo humano; siendo nuestra nación de las primeras en producir tan preciado líquido. Que los campesinos puedan sembrar productos para el consumo suyo y de los citadinos sin tener que acudir a la enorme intermediación que los encarece, que los obreros puedan comprar lo que producen, que los niños acudan a la escuela en vez de estar laborando extenuantes jornadas para ayudar en sus hogares a completar los recursos para comprar una mínima canasta familiar, que los contratos de trabajo den la estabilidad que permita proyectar un futuro cierto a cada uno de los trabajadores.

Ese ha sido el factor más importante a destacar de las negociaciones entre las FARC-EP y el Gobierno, para ponerle fin a la guerra. Tema que debe proyectarse con el ELN y el EPL y el compromiso del gobierno burgués de poner fin al aparato paraestatal creado para la contención del descontento popular que ha generado la aplicación de un modelo excluyente que nos ha conducido a todas las dificultades que padecemos los 45 millones de compatriotas. No hay garantías de una salud para todos, los servicios públicos domiciliarios son inalcanzables por los costos que vienen imponiendo las empresas transnacionales y lo que queda de público, amenazado con privatizarlo, o sea, estamos mal y podemos estar peor de no corregirse en un breve lapso de tiempo. La deuda externa se consume una parte importante de los recursos que generamos entre todos, los gastos militares han sido para la guerra y de producirse un viraje que le ponga fin a la confrontación, esos recursos servirán para contratar maestros, médicos, ingenieros, obreros, técnicos, tecnólogos, agrónomos, administradores, etc., todo el recurso humano que necesita la nación para lograr salir adelante en la construcción de ese sueño colectivo.

Por eso es que se hace urgente transmitirles a los periodistas, que se requiere cambiar sus comunicaciones a la población, para inyectarle optimismo, para permitirle a la oposición real acceder a esos micrófonos y que le manifiesten a la Nación su proyecto de país. De la misma manera hacer pedagogía de paz es permitir que los debates dejen de ser entre los mismos como sucede en la actualidad; que cuando hable el Gobierno sobre el desarrollo de la paz puedan hacerlo los guerrilleros que van a ocupar espacios entre todos sin tener que esconderse, que los dirigentes sociales hablen del proyecto de Nación y no solo de reivindicaciones particulares, que los patronos y sus administradores en las empresas le permitan exponer a los trabajadores sus ideas de país sin correr el riesgo ser despedidos, que puedan organizarse en sindicatos sin el estigma de auxiliadores de la guerrilla, que no se siga tercerizando el trabajo, que los trabajadores del Estado tengan acceso a la negociación plena con derecho a la huelga, que los campesinos puedan asociarse en formas de economía solidaria para lograr que los productos que cosechen puedan salir a los mercados por vías de comunicación que vayan hasta sus frentes de trabajo, que el Estado logre apoyarlos técnicamente y que tengan acceso a créditos baratos, que los estudiantes puedan ir hasta el final de sus carreras sin ningún obstáculo económico.

Que podamos trazarnos como país nuestro propio destino y no que nos sigan ordenando desde fuera de las fronteras, que las bases militares establecidas por otra nación en nuestro territorio se vayan a su país y no se utilice nuestro suelo para amenazar a nuestros vecinos y lograr más bien colaboración recíproca e intercambio pacífico de los productos que son necesarios aquí o allá y que se producen aquí o allá, es decir cooperación entre más iguales.

Que puedan regresar los millones de colombianos que tuvieron que dejar sus tierras y poblados para huir de la guerra y que encuentren un ambiente distinto de paz y bienestar y puedan volver a proyectar sus familias y su futuro en su patria chica y región.

¿Estará lista la burguesía para estos debates? ¿Los dueños de la banca estarán dispuestos a bajar las tasas de intermediación financiera? ¿La ANDI estará dispuesta a desarrollar pedagogía de paz con los dirigentes de los nuevos movimientos y partidos que resulten del acuerdo para una paz estable y duradera? ¿El Estado está dispuesto a revisar la brutalidad exagerada del Esmad y poner la policía en otras actividades que no sean la agresión a sus ciudadanos? ¿El Ejército está listo para salvaguardar nuestra soberanía patria de agresiones extranjeras? ¿El gobierno está listo para cambiar su discurso de ultimátum? ¿Los medios de comunicación y sus propietarios están listos para bajarle el tono a la estigmatización y al anticomunismo que han escurrido por sus noticieros y programas durante muchos años?

Si es así, no importa si el 23 de marzo se firma o no, caminamos hacia una paz estable y duradera con justicia social.

Entonces, la jornada nacional de protesta con paros y movilización para el 17 de marzo, donde participarán los taxistas, los camioneros, los trabajadores de la economía informal, los maestros, los estudiantes, los obreros, campesinos, todos en sus más diversas formas organizativas, dirigidos por un colectivo que apoya la solución política negociada y expresa en un pliego de exigencias parte de sus reclamos como paso y parte de la concreción de una acción de paro cívico nacional en apoyo al proceso de paz; a legitimarlo con la participación de todas y todos en la calle, en la vereda, en la fábrica, en la universidad, el colegio, el barrio, la cuadra, a rechazar el modelo económico, social y político que se nos ha impuesto y a construir otro rumbo para una real paz con justicia social y sin neoliberalismo.

De igual manera el 9 de abril saldremos a la calle a apoyar el proceso de paz, el Primero de Mayo en medio de la conmemoración de recordación de nuestros mártires, exigiremos la paz y repudiaremos este modelo depredador que nos han impuesto.

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