sábado, abril 20, 2024
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¿Qué hay tras el apoyo alemán a los kurdos?

Los Estados capitalistas no actúan por «razones humanitarias»

Alemania se sumó esta semana a las intenciones de armar a las milicias kurdas que batallan contra el Estado Islámico en el norte de Irak. Y aunque es el tercer exportador de armas del mundo, la ley impide su envío a regiones en conflicto. La discusión es muy emotiva y amenaza con romper uno de los últimos tabúes de la política exterior alemana.

Al respecto, Gregor Gysi, presidente del grupo parlamentario de Die Linke (izquierda), señaló: «En todo momento a Israel se le han entregado armas, aunque su gobierno ha declarado en repetidas ocasiones que está en guerra… Todo el Medio Oriente es una región en conflicto. Entonces se debería prohibir la exportación de armas no sólo a Irak, sino también a Arabia Saudita, Catar, Argelia, Egipto e Israel».

Los Estados capitalistas no actúan movidos por la caridad y la solidaridad con los derechos humanos. Si la verdadera intención es ayudar al pueblo kurdo, ¿por qué en 1993 Alemania prohibió en su territorio las actividades del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK)?

El PKK y sus aliados de las Unidades de Protección Popular (YPG) en Siria son quienes luchan en el frente de batalla contra el Estado Islámico. Tienen un proyecto de coexistencia pacífica e igualdad de los pueblos de la región con base en ayuntamientos democráticos, que han venido establecido en la región kurda de Siria en plena guerra civil contra las organizaciones yijadistas. Pero las armas de Alemania no serían para ellos, que todavía están en varias «listas de terroristas», sino para quienes Occidente puede controlar mejor.

Estos «aliados» son el ejército iraquí y los peshmergas de Masud Barzani, presidente de la región autónoma kurda en Irak. Armar al primero es una idea absurda dado el lamentable estado de esta fuerza, que se ha fraccionado y ha demostrado su incapacidad absoluta. Las milicias peshmergas de Barzani, por su parte, abandonaron pacíficamente la zona de la escalada actual, dejándola en manos del Estado Islámico. Se especula que esto se hizo precisamente para pedirle más armas a Occidente.

Los intereses de Alemania en Kurdistán

La importancia geopolítica del Kurdistán explica el súbito interés por su autonomía. El Kurdistán iraquí es «una superpotencia energética». Incluso sin Kirkuk, la región tiene cerca de 45 millones de barriles de reservas de petróleo, la novena reserva más grande del mundo, por encima de Libia. Los recursos naturales de gas de la región, sin incluir Kirkuk, se estiman en no menos de 5,7 billones de metros cúbicos, lo que los sitúa entre los ocho más grandes del mundo.

Y estos recursos minerales están disponibles para Occidente. Erbil tiene su propio oleoducto, construido contra la voluntad de Bagdad pero en estrecha cooperación con Turquía. Desde mayo de este año el petróleo kurdo llega al puerto turco de Ceyhan y es exportado a Europa y los Estados Unidos.

Alemania tiene las miras puestas en los recursos del norte de Irak desde hace años. En agosto de 2010, el Grupo RWE concluyó un acuerdo de cooperación con el gobierno regional en Erbil para tener acceso al gas natural local. Este acuerdo provocó la ira de Bagdad, que insistió en su derecho a participar. A principios de 2011 el ministro de Desarrollo Dirk Niebel viajó a Bagdad para negociar el acuerdo, pero el plan fracasó porque Berlín no aceptó las condiciones del gobierno iraquí.

Cuando el grupo parlamentario de derecha CDU/CSU organizó el 20 de marzo de 2013 una conferencia sobre «Aspectos externos de la materia prima y la seguridad energética de Alemania», fue invitado Nechirvan Barzani, pero nadie de Bagdad. El primer ministro de la región autónoma kurda, sobrino del presidente Masud Barzani, elogió las reservas de gas natural de la zona y se reunió con la canciller Merkel.

Entre los grupos de presión más influyentes están el ex parlamentario del CDU/CSU Friedbert Pflüger y su firma consultora KGE Alianzas Comerciales, con sucursales en Berlín y Erbil. Cuando se discutió en un simposio en Berlín el 2 de julio sobre las alternativas a los recursos energéticos rusos, se habló del gas de esquisto recomendado por los Estados Unidos y también del gas natural desde el Kurdistán iraquí.

Si se quiere «ayudar», hay varias opciones: se podría llamar al orden a Turquía, Arabia Saudita y Catar, no vender más armas, intensificar la entrega de ayuda, recibir refugiados y levantar la prohibición al PKK. Pero no se trata de «ayudar». Se trata de volver a jugar como potencia imperialista por el reparto del mundo en el siglo 21.

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