viernes, marzo 29, 2024
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¿Qué está pasando ahora?

Los debates alrededor del proceso de paz son orientados desde el capital privado y el Establecimiento en cabeza de una clase parasitaria. Las cifras de opinión acerca de los diálogos y su aceptación indican un profundo desinterés y desconocimiento de los colombianos sobre el proceso de paz.

Foto: Foto: Katerin Céspedes via photopin (license)
Foto: Foto: Katerin Céspedes via photopin (license)

Camilo Varela

En el artículo publicado por el Semanario VOZ en su edición del 12 de agosto por Sergio de Zubiria Samper, titulado “Justicia Social de Paz”, expresó: “la mejor consejera en los momentos de crisis es la sabiduría filosófica”. Es así como, recordando a Kant en uno de sus textos publicado en 1784 “Was Heist Aufklarung?”, se preguntaba ¿qué está pasando ahora? ¿Qué nos está pasando? ¿Qué es este mundo, esta época, este preciso momento de la historia?

Michel Foucault, en sus reflexiones sobre estos interrogantes y su teoría sobre las formas en que los seres humanos se convierten en sujetos, respondía planteando que “la tarea de la filosofía como análisis crítico de nuestro mundo es cada vez más importante”. En este momento en el que el país debate en La Habana (Cuba) el fin de la confrontación bélica entre las FARC-EP y el Estado, la pregunta expresada por el filósofo alemán recobra mayor fuerza: ¿Qué está pasando ahora?

Los debates alrededor del proceso de paz –manipulados desde la “gran” prensa nacional– son orientados desde el capital privado y el Establecimiento en cabeza de una clase parasitaria, que hace de su bandera política la perpetuación de la guerra. Las cifras de opinión acerca de los diálogos y su aceptación indican un profundo desinterés y desconocimiento de los colombianos sobre el proceso de paz.

Como lo manifestó Enrique Santiago, asesor jurídico de la Delegación de Paz de las FARC-EP, “uno de los mayores obstáculos que ha encontrado este proceso de paz ha sido una opinión pública muy desfavorable a él, probablemente porque solo ha recibido mensajes negativos sobre el proceso, sobre la guerrilla y sobre la paz […] no solo no haciendo pedagogía por la paz, sino exigiendo más venganza que justicia”.

El extendido y continuado “fascismo social”, desarrollado e impulsado por el militarismo, el paramilitarismo, las políticas recalcitrantes del uribismo y los grandes medios de comunicación, denotan cómo el Estado ejerce una homogeneización del pensamiento y la cultura, desarrollando, a través del aparato represor, la persecución al pensamiento diferente y una constante política de criminalización de la pobreza.

Así, el “descontento” generalizado hacia los diálogos obedece a dos factores: la falta de pedagogía por la paz y la aculturación perpetrada por el Estado bajo la teoría del enemigo interno que es “todo aquel que se pronuncie en contra de sus intereses”, donde la sociedad reproduce de manera continua la tesis guerrerista del Estado.

Son los momentos de crisis los impostores de nuevas maneras de pensar una sociedad, de replantear el concepto del “otro”, de emprender una lucha contra la homogeneización de la sociedad, construyendo, a partir de la otredad, la igualdad en la diferencia.

Concluyendo con el filósofo francés, “el problema político, ético, social y filosófico de nuestros días no consiste en tratar de librar al individuo del Estado y de las instituciones del Estado, sino de librarnos de Estado y del tipo de individualización vinculada con él […] no es descubrir lo que somos, sino rechazar lo que somos”.

Se hace imperante pues el acompañamiento a los diálogos y a sus resultados. Colombia necesita de manera urgente un nuevo contrato social que integre al individuo como sujeto activo y participativo dentro del entramado social, un cambio estructural en las subjetividades bajo un nuevo modelo económico, político y social.

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