jueves, abril 18, 2024
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¿Puede hacerse una lectura neutral de los mapas?

Un movimiento de cartografía crítica, cuya tradición data de los años 80 del siglo pasado, afirma que tras la elaboración de los mapas modernos se ocultan intereses de los grandes centros de poder

Ideas como la de la superioridad europea, o la pureza de una raza, como la aria, defendida por el fascismo alemán, primaron en la elaboración de los mapas de la era moderna.
Ideas como la de la superioridad europea, o la pureza de una raza, como la aria, defendida por el fascismo alemán, primaron en la elaboración de los mapas de la era moderna.

Ricardo Arenales

Hacia los años 80 del siglo pasado, un grupo de cartógrafos que no se dejó hipnotizar por las tecnologías digitales empezó a cuestionarse cuál era la función social de su trabajo. Para encontrar respuestas, comenzaron a acercarse, paulatinamente a la semiología y a la semiótica. Leyeron lo que al respecto decían pensadores como Michel Foucault y comenzaron a replantear la forma de interpretar los mapas.

El movimiento crítico tiene antecedentes en las investigaciones de Arno Peters, quien elaboró un estudio denominado Proyección cartográfica, que básicamente cuestiona la forma tradicional de representar al mundo, un método que en esa disciplina se conoció como Mercator.

Peters se preguntaba entonces: ¿Qué tan reales son los mapas? ¿Dicen siempre la verdad? ¿Qué representan? ¿Al servicio de quién están? Los cuestionamientos de Peters causaron sensación y provocaron una intensa discusión científica y política en torno a la naturaleza de los mapas.

En ese ambiente de discusión, aparecieron después los planteamientos del geógrafo británico John Brian Harley, reconocido como una figura líder en el estudio de la historia de la cartografía de finales del siglo XX. Aportó a la discusión una monumental obra denominada La historia de la cartografía, y una serie de artículos periodísticos sobre las condiciones sociales de la cartografía.

Relación con otras disciplinas

Harley, entonces, fue categórico en afirmar que hay un carácter político en los significados simbólicos de los mapas y de su manipulación en beneficio de los intereses de los poderosos. A partir de esta convicción, abordó el estudio de los mapas como expresión de poder.

Recurrió a la historia, la antropología, la semiología, la crítica literaria y exploró diversas alternativas para entender la naturaleza de los mapas, entendiendo que su lectura e interpretación son una forma de lenguaje. Dijo que no es cierto que la cartografía tradicional, empírica, sea neutral; tiene siempre una carga política, en dependencia de quién la lidere.

“Lejos de fungir como una simple imagen de la naturaleza, que puede ser verdadera o falsa, los mapas redescriben el mundo, al igual que cualquier otro documento, en términos de relaciones prácticas de poder, preferencias y prioridades culturales. Lo que leemos en un mapa está tan relacionado con un mundo social invisible y con la ideología, como los fenómenos vistos y medidos en el paisaje. Los mapas siempre muestran más que la suma inalterada de un conjunto de técnicas”, dijo Harley en 1990, poco antes de morir.

Armas del imperialismo

Para mirar cómo los mapas redescriben el mundo, en función de los intereses de los poderosos, basta ver lo que es hoy el mapa de Palestina, un pueblo brutalmente despojado de su territorio ancestral. Y los mapas que el gobierno de Israel presenta en los foros de naciones, buscando que la comunidad internacional legalice el estado de cosas actual, que es la realidad del despojo.

O mirar los territorios de Nuevo México, usurpados por la nación norteamericana al país azteca. O las islas Malvinas, en la parte más austral de Argentina, que sin embargo figuran en el mapa de la Gran Bretaña. O la nación de Puerto Rico, como estado ‘asociado’ de los Estados Unidos. O los mapas de Albania, la RDA, Checoslovaquia o del inmenso continente africano, modificados una y mil veces por las guerras de agresión y los intereses de las potencias.

Hoy en Medellín existe el Laboratorio de Cartografía Crítica, que propone una novedosa lectura del territorio y analizar las transformaciones que acontecen en la ciudad desde una óptica crítica y emancipadora. Su objetivo: generar unos mapas de ciudad que permitan develar la situación actual, en función de las restricciones de movilidad, espacio y los intereses que la atraviesan.

Volvamos a Brian Harley, que al final de su obra de investigación, concluyó: “Los mapas se utilizaron para legitimar la realidad de la conquista y el imperio. (…) Al igual que las armas de fuego y los barcos de guerra, los mapas han sido armas del imperialismo”.

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