martes, abril 23, 2024
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Policía asesina menor de edad en Colombia, padre clama justicia

Entrevista con Héctor Enrique Martínez Pineda, defensor de derechos humanos y padre de Héctor Favio, quien fue asesinado hace tres años en Cali.

Héctor Enrique Martínez P. en Ibagué clama justicia para que el asesinato de su hijo a manos de la Policía Nacional no quede en la impunidad. Foto Nelosi
Héctor Enrique Martínez P. en Ibagué clama justicia para que el asesinato de su hijo a manos de la Policía Nacional no quede en la impunidad. Foto Nelosi

Nelson Lombana Silva

Un niño de 16 años, estudiante de bachillerato al parecer fue asesinado a sangre fría por dos policías en la ciudad de Cali, capital de departamento de Valle, apodados el Zarco y el Vaquero, mientras el infante compartía plácidamente con sus familiares.

Los criminales “héroes de la patria”, le dispararon primero en una extremidad inferior y después lo impactaron a la altura del cuello a quemarropa, después de golpearlo brutalmente en completo estado de indefensión, según relata su acongojado padre, quien comenzó el extenuante recorrido Cali – Bogotá a pie, llegando ayer después del mediodía a la ciudad de Ibagué (Tolima), donde permanecerá un par de días para seguir hacia la capital de la república, Bogotá, con el fin de visibilizar el crimen para que no quede en la impunidad como tantos en Colombia.

Se trata de don Héctor Enrique Martínez Pineda, padre de cinco hijos, natural de Bogotá nacido el 22 de abril de 1959. Desde el infeliz asesinato de su hijo de solo 16 años de edad, llamado Héctor Fabio Martínez Reyes, ocurrido hace tres años en la Sultana del Valle, don Héctor Enrique no ha tenido tranquilidad y lucha para que este abominable crimen de Estado no quede en la impunidad y los responsables directos reciban todo el peso de la ley.

Por denunciar este horrendo hecho Héctor Enrique viene siendo amenazado de muerte, según lo expresa.

Además del dolor por la muerte de su hijo que estaba terminando el bachillerato y que ya mostraba dotes de cultor y trabajador, don Héctor Enrique expresa asombrado la facilidad de la policía urdir artimañas para desviar la investigación. El general Castañeda sale cínicamente a decir a los medios de comunicación que la muerte del menor obedece a un simple enfrentamiento de pandillas y que lo que hizo la policía al llegar fue prestarle los primeros auxilios. El progenitor de la joven víctima rechaza categóricamente esta versión, señalando que tiene pruebas para indicar que fueron un hijo de él y unos amigos los que lo auxiliaron y lo llevaron al hospital en un taxi y no en el carro de la policía como dice el citado general.

Héctor Enrique Martínez Pineda es defensor de derechos humanos, hace parte de una Ong precisamente que aglutina a las víctimas de la Policía Nacional. ¿Retaliación?

La página web: www.pacocol.org lo acompañó anoche en la ciudad musical de Colombia, Ibagué y dialogó brevemente y esto dijo:

– ¿Quién es Héctor Enrique Martínez Pineda?

Actualmente soy defensor de Derechos Humanos. Estoy liderando Colombia Soberana, capítulo Valle, en Cali. Esta organización agrupa a todas las víctimas de la policía.

– Al parecer su hijo menor de edad fue asesinado por la policía en Cali (Valle) ¿Cómo es esta cruda historia?

Fue una muerte que no debió de haber sucedido. Ellos estaban el 26 de mayo de 2012, tomando algunas cervezas al calor de un asado familiar en una esquina, venían dos agentes de la policía disparando, no se veía a quién venían siguiendo.

Los jóvenes que estaban alrededor del asado familiar, salieron a esconderse. Mi hijo quedó de último siendo impactado en el tobillo del pie izquierdo. Cae arrodillado. Los agentes se bajan de la moto y lo cogen a patadas. Él gritaba que lo llevaran al hospital que estaba herido, que él no había hecho nada, que si lo habían confundido que lo detuvieran.

Una hermana y un amigo viendo esto les dijeron a los agentes que dejaran de pegarle y que lo llevaran al hospital, que él estaba integrado alrededor de un asado con su familia. Uno de los agentes sacó de nuevo la pistola y les apuntó a mi hija y al muchacho, ellos les dieron miedo y dieron la espalda buscando protección.

Al voltear la espalda, escucharon que el hijo mío grita: “Veee… no me vayan a matar, no me vayan a matar”, pero el agente le pegó un tiro certero en el cuello.

– ¿Usted tiene el nombre de esos agentes de policía?

No tengo el nombre de ellos en este momento, solamente el apodo de ellos en el distrito de Aguas Blancas como el Zarco y el Vaquero.

– Ante este crimen atroz de la policía nacional contra un niño de escasamente 16 años, usted como padre de familia, ¿Qué está haciendo?

Por todas las irregularidades que ha habido, los montajes que ha habido, montajes que me he venido dando cuenta, donde los agentes dicen que el hijo mío ya estaba herido solamente con un solo impacto, que fue un enfrentamiento entre pandillas y que le habían encontrado encaletado un revólver.

El general Castañeda, sale a los medios de comunicación a decir cínicamente de que la muerte del joven en el barrio Antonio Nariño, había sido producto de un enfrentamiento entre pandillas, que cuando los agentes llegaron el muchacho ya estaba herido y que lo único que hicieron fue prestarle los primeros auxilios, montarlo en la patrulla y llevarlo al hospital, pero que en el trayecto le encontraron un revólver Smith en la cintura.

Eso es falso. Por ejemplo: En el acta de urgencias figura que quienes lo llevaron fueron otro de mis hijos y unos amigos en un taxi. Eso está consignado en el libro de urgencias. La policía no tiene nada que ver en esto de los primeros auxilios, pues ellos fueron los sicarios.

– ¿Quién era hijo, qué hacía?

Mi hijo Héctor Fabio Martínez Reyes, tenía 16 años, estaba estudiando el bachillerato, era cultor pues hacia cuadros en madera y arreglaba rines de motos. Tenía una hijita de solo once días de nacida. Era un muchacho, trabajador, emprendedor. Era partidario de la paz y convivencia. Ayudaba a arreglar conflictos entre los jóvenes del barrio Antonio Nariño.

Lo que más me duele además del vil asesinato de mi hijo a sangre fría por la misma autoridad del Estado, son los burdos montajes a los cuales acude la policía para que el crimen quede en la impunidad.

En una documentación que me llegó de la demanda administrativa leo que hay un dictamen de balística donde le hacen al hijo mío la prueba atómica de residuos de pólvora. En la vestimenta de las manos y en las huellas del revólver que supuestamente él portaba sale negativo. Es decir, nunca el joven manipuló esta arma. Es un montaje canalla, infame, no hay palabras para expresarlo.

– ¿Qué estaba estudiando su hijo?

Mi hijo estaba terminando el bachillerato. Se disponía a cumplir 17 años.

– ¿Tan joven y ya era padre de familia?

Sí, tenía una niña de once días de nacida.

– ¿Cuál es el objetivo de su recorrido a pie Cali – Bogotá pasando por varias ciudades y pueblos del Tolima?

Por lo que siempre he pedido desde el momento que se produjeron los hechos hace tres años, un mes y 26 días que lleva asesinado mi hijo: Verdad, Justicia, Reparación y que este abominable crimen no quede en la impunidad.

Los montajes que vienen haciendo para evadir su responsabilidad deben caer. La muerte de un niño estudiante de 16 años no puede volver a suceder en Colombia, ni en el mundo. El crimen atroz de la policía nacional, los supuestos “héroes de la patria”, son violadores de los derechos humanos y deben pagar de una manera ejemplar.

La caminata que comencé en Cali (Valle) y terminaré en Bogotá, exactamente en la sede de la Fiscalía General de la Nación, son pasos firmes contra la impunidad; que no haya más impunidad en Colombia sobre esos crímenes de los cuales tiene que ver la fuerza pública, entre ella, la policía.

– ¿Cómo va el recorrido? ¿Qué experiencias en este largo, duro y complejo recorrido?

Salí de Cali (Valle) solicitando la protección de la Policía. Le hice llegar una carta al general Palomino con todo el recorrido hasta Bogotá. En territorio del Valle el general Pinilla me dio protección en los parques donde campaba.

Pero al llegar a Pereira (Risaralda), me soltaron. No hubo más acompañamiento, me sentí solo. Estoy amenazado por esta actividad de denuncia que vengo haciendo, porque estoy pisando callos a la criminalidad que encarna la policía, los abusadores de autoridad.

Estoy seriamente amenazado. Estoy en alto riesgo. Temo que la misma policía que lea las pancartas, tomen represalias. Entonces de Pereira a Ibagué me vine en bus. En Cajamarca (Tolima) La Policía secreta (Sipol) me localizó y me acompañó hasta Ibagué. Soy diabético. En Cajamarca se subió el azúcar en 450, me puse al borde de un coma diabético, entonces me trasladaron en un bus hasta Ibagué llegado en el día de hoy (Ayer) después del mediodía.

– ¿Por qué cree usted que está amenazado? ¿Cómo se han manifestado estas amenazas?

Sé que las amenazas que ha habido en Cali, son por los mismos agentes que cometieron el asesinato contra mi hijo.

– ¿Cómo se han manifestado estas amenazas?

He sido amenazado personalmente en moto. La última amenaza que hubo fue saliendo del plantón en la gobernación del Valle. Iba para la casa cuando me atravesaron una moto en plena avenida, subieron la moto al andén y el parrillero llevaba la pistola entre las piernas. Me dijo: “Veee…¿Usted va a seguir jodiendo con la muerte de su hijo? ¿Quiere que le pase lo mismo?

Esas palabras me dan a entender de que son de pronto los mis agentes que cometieron el crimen o mandados por estos, porque si hubiera sido para matarme lo hubieran hecho en ese momento. Son amenazas para que yo calle. Me pregunto: “¿Puede callar un padre ante la muerte criminal por la policía de su hijo menor de edad?”.

– ¿Su idea es llegar a Bogotá caminando?

Mi idea es llegar a Bogotá el 11 de agosto. Avancé en un carro un poquito por la enfermedad de la diabetes y por la falta de seguridad desde Pereira hasta acá. Cualquiera me puede montar en un carro y desaparecerme. Ese es el temor que tengo. Eso ha sucedido con muchos defensores de derechos humanos y ambientalistas en Colombia, por simple hecho de denunciar las bellaquerías de la policía nacional.

– ¿Cuál sería el mensaje a la comunidad nacional e internacional?

Yo estuve en España durante algún tiempo por las amenazas, exactamente en el país Vasco. Allí, denuncié el abuso de autoridad de la fuerza pública que hay en Colombia.

Quiero que la comunidad internacional, sobre todo de derechos humanos, nos ponga cuidado, porque en Colombia no hay la mínima garantía. Causa sorpresa que me llama la Unidad Nacional de Protección y me diga: “Usted debe tener un chaleco antibalas y un avantel. ¿Qué pasó con eso?”. Le contestó: “Yo no tengo nada de eso. Me hicieron el estudio de riesgo y nuca más volvieron”. Eso indica que en Colombia no hay garantías para los defensores de derechos humanos, ni para los sindicalistas, para nadie que peleé contra el Estado tiene derechos mínimos en Colombia.

– ¿Cree usted que predominan en Colombia la impunidad y el terrorismo de Estado?

Sí. Lamentablemente hay mucha impunidad por parte del Estado y desde luego, terrorismo de Estado también, porque como le digo, nosotros los defensores de derechos humanos, los sindicalistas, los campesinos, mejor dicho: Todo el que sale a protestar, a exigir sus derechos en este sistema, está expuesto a ser desaparecido o a ser asesinado.

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