Las estructuras económicas y sociales del Paraguay se estremecieron el pasado 26 de marzo, cuando los trabajadores, agrupados en siete centrales sindicales, unificaron su voz para exigir del gobierno conservador del empresario Horacio Cartes una rectificación en el modelo de desarrollo económico que propone.
Ese día se realizó una huelga general, de tales dimensiones, que un movimiento social similar no se veía en ese país desde hacía por lo menos 20 años. Las centrales obreras, que se constituyeron en comando conjunto de la huelga, contaron además con el respaldo de la Coordinadora Democrática y la Federación Nacional Campesina.
Los huelguistas levantaron con mucha fuerza la condena a la denominada Alianza Público-Privada, APP, suscrita recientemente por el parlamento, un acuerdo en beneficio del sector privado, sustentado en la premisa de que este sector debe recuperar su inversión, para lo cual se busca atraer capitales privados, entregar obras en concesión y luego provocar alzas de tarifas.
Durante la huelga general, los trabajadores paraguayos exigieron del gobierno un aumento de salarios del 25 por ciento, congelamiento de precios de la canasta familiar y rechazo al alza en las tarifas de transporte público.
