sábado, abril 20, 2024
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Pepe Antequera: Ejemplo para la juventud revolucionaria

“Antequera resolvía una ecuación casi imposible: buen danzarín, bohemio, mamador de gallo, cordialidad a flor de piel y bien parecido, lo que unía con su entusiasmo por las tareas políticas, amén de ser magnifico expositor y mejor orador”

José Antequera.
José Antequera.

Ivanovich Jiménez B.

El pasado 3 de marzo se cumplieron 26 años del asesinato de José Pepe Antequera, joven dirigente nacional de la UP y el Partido Comunista Colombiano. Su muerte, junto a la de miles de colombianos, fue resultado del plan sistemático de exterminio contra la Unión Patriótica, diseñado desde las altas esferas del poder político en Colombia, y ejecutado por los grupos paramilitares en evidente contubernio con los cuerpos de seguridad del estado.

La vida de Antequera fue apagada a sus 34 años de edad, gran parte de los cuales dedicó a la actividad política y a la lucha revolucionaria.

Ya habían empezado a sonar las flautas de millo y las tamboras en Barranquilla, ese viernes de precarnaval en que Pepe se disponía a viajar a su ciudad natal para pasar aquellos días con su madre y reoxigenar sus venas con el ambiente alegre y caribeño, que para esos días se percibe a flor de piel en la Arenosa. Fue en el puente aéreo del aeropuerto El Dorado de Bogotá, a tempranas horas de la mañana, cuando varios sicarios dispararon en repetidas ocasiones contra la integridad de Pepe.

Quién era José Antequera

José de Jesús Antequera nació un 7 de septiembre de 1954 en Barranquilla, donde transcurrió gran parte de su formación académica y política. Realizó estudios de secundaria en el Colegio Barranquilla para Varones (Codeba), donde lideró procesos en defensa de los derechos estudiantiles y sus reivindicaciones. A los 14 años de edad ingresó a la Juventud Comunista Colombiana en el Regional Atlántico (que hoy en día en honor a Pepe lleva su nombre), destacándose como responsable estudiantil, de agitación y propaganda y secretario político.

Cumplidos sus 17 años, ingresó a estudiar Derecho en la Universidad Libre de Barranquilla, combinando su actividad académica con la labor política, contribuyendo a la organización del estudiantado. Infortunadamente dos años después fue expulsado de dicha universidad. Por orientación de la JUCO y con las gestiones de la organización, ingresa a la Facultad de Derecho de la Universidad del Atlántico, donde se convierte en un dirigente destacado del movimiento estudiantil, siendo elegido, poco tiempo después, representante estudiantil ante el Consejo Superior de esta universidad. Su disciplina, dedicación y perspicacia en la elaboración de su tesis fue reconocida por los jurados que valoraron su investigación, quienes la calificaron como tesis laureada.

En 1978, Pepe es cooptado a la dirección nacional de la JUCO, en un pleno del Comité Central, y tiempo después saldría elegido secretario general de la JUCO en su VIII Congreso nacional, al tiempo que asumía responsabilidades en la dirección nacional de la Unión Patriótica.

Un militante de la paz

José Antequera, junto a otros dirigentes de la izquierda, que también fueron asesinados por el establecimiento, eran revolucionarios que creyeron en la necesidad de la paz. Convencido de que esta comprende la superación de las causas estructurales que dieron origen a la guerra, abanderó en todo momento la consigna de la solución política y negociada al conflicto social y armado. Comprendiendo que la paz como conquista popular era una tarea de largo aliento, desde la Unión Patriótica, junto a un puñado de hombres y mujeres, labraban el camino de la organización hacia los cambios profundos.

La mente prodigiosa de Pepe, su capacidad verbal y ese modo creativo que usaba para la oratoria, las empleó para denunciar el contubernio siniestro entre agentes de estado y grupos paramilitares, la corrupción administrativa y toda clase de aberraciones en el ejercicio de la política. Su insistencia en que el estado demostrara su voluntad política para la paz, desmontando las estructuras paramilitares y abriendo un diálogo de cara al país con los grupos insurgentes, le significaron elevados niveles de admiración, pero así mismo lo convirtieron en blanco del odio criminal de la extrema derecha del país.

Un costeño sensible que le ponía el alma a todo

La alegría y el entusiasmo caribeño eran componentes esenciales de la personalidad de Pepe. Desde su época de estudiante hasta los últimos momentos de su vida se le conoció como el hombre alegre, de los chistes y la mamadera de gallo. Sus amigos lo recuerdan como una persona de buenas maneras, respetuosa, elegante, preocupado por su constante formación política y su estado físico. Durante sus años como estudiante universitario, su preparación académica y política, su elocuencia en los discursos y su capacidad dirigente eran armas infalibles cuando de conquistar a una muchacha se trataba.

Pepe era un costeño sensible que le ponía el alma a todo. Desplazarse a la fría capital en cumplimiento de su compromiso con el proyecto político no fue impedimento para preservar el amor por su tierra y sus costumbres caribeñas. Tomarse una cerveza en La Troja era uno de sus planes infaltables cada vez que tenía la oportunidad de estar en Barranquilla, y celebrar los triunfos del Júnior era algo inevitable. Del gran José Pepe Antequera aún se comenta en las plazoletas de la Universidad del Atlántico, reivindicándolo como uno de los hijos más grandes que ha dado el Alma Máter.

Roberto Romero, quien fuera compañero de Pepe, lo recuerda de la siguiente manera: “Antequera resolvía una ecuación casi imposible: buen danzarín, bohemio, mamador de gallo, cordialidad a flor de piel y bien parecido, lo que unía con su entusiasmo por las tareas políticas, amén de ser magnifico expositor y mejor orador. De Pepe guardo los mejores recuerdos, incluidos aquellos que me remontan al sopor de alguna interminable reunión del ejecutivo, cuando se deleitaba, trazando en una hoja cualquiera, los rostros de todos con un resultado sorprendente. José era sin duda uno de los cuadros más prometedores que había dado la lucha y la intelectualidad joven de Barranquilla”.

El dolor no ha matado la utopía

El 20 de octubre de 2014, el asesinato de Pepe Antequera fue declarado crimen de lesa humanidad por la Fiscalía General de la Nación, junto a otros 33 casos. Sin embargo este crimen continúa en la más completa impunidad: 26 años después no hay un solo detenido.

El país que Antequera dejó no es distinto al de hoy: la pobreza, la guerra, la exclusión social y política, y las profundas desigualdades sociales siguen siendo el pan de cada día para los colombianos. Por esa razón el mejor homenaje que podemos hacer las nuevas generaciones a Pepe es asumir con mayor compromiso la lucha por construir un país en donde la paz, la cultura, el respeto por las diferencias, la educación, la salud, el empleo digno y la justicia sean los garantes en la construcción de una nueva Colombia para las futuras generaciones.

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