sábado, abril 20, 2024
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PaxColombia, otro plan de guerra

Después de la celebración de los quince años del fracasado Plan Colombia, el presidente Santos llegó cargado de tigre a Bogotá y arremetió contra las guerrillas. Obama lanza PaxColombia nueva versión de la guerra integral

En el posacuerdo, que sienta las bases para una paz estable y duradera, no tiene sentido el componente de financiamiento militar del Plan Colombia.
En el posacuerdo, que sienta las bases para una paz estable y duradera, no tiene sentido el componente de financiamiento militar del Plan Colombia.

Carlos A. Lozano Guillén

De regreso de Washington, tras la ridícula francachela de la celebración de los quince años del Plan Colombia, engendro antidemocrático y guerrerista que no cumplió el objetivo de arrasar con la guerrilla de las FARC-EP y ni siquiera de acabar con el narcotráfico, cuyos carteles gozan de impunidad en la patria del Tío Sam, el presidente Juan Manuel Santos llegó cargado de tigre y arremetió contra el ELN al que amenazó con no iniciar los diálogos de paz y a las FARC-EP las desafió porque “el plebiscito va quieran o no quieran las FARC”.

Esa actitud autoritaria del presidente Juan Manuel Santos y de unilateralidad cuando el proceso con las FARC-EP está en su fase final, sorprendió a analistas y periodistas. Se cree que obedece a compromisos que hizo en los Estados Unidos y con militares colombianos de endurecer su posición, decisión peligrosa porque amenaza la estabilidad de la Mesa de La Habana. Con el ELN aleja más las posibilidades de iniciar las conversaciones, mientras se exacerba la confrontación armada.

Estados Unidos con una enorme deuda histórica con el pueblo colombiano, porque no ha hecho más que apoyar la guerra de la oligarquía, insiste en una nueva versión del Plan Colombia que es más de lo mismo. Más de la mitad de los miles de dólares entregados por el gobierno norteamericano fue dilapidada en la pretensión de borrar a las FARC-EP de la geografía nacional sin ningún éxito.

La guerra contrainsurgente

El Partido Comunista en la declaración publicada en la pasada edición de VOZ dice lo siguiente: “(…)El gobierno de Estados Unidos debe indemnizar a miles de víctimas sobrevivientes de los bombardeos, las fumigaciones, el desarraigo y el desplazamiento forzado. Parte esencial de la finalización de la guerra es poner fin al orden contrainsurgente inspirado en la Doctrina de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos, alimentado por el anticomunismo y las prácticas del terrorismo de Estado. Deben pasar a revisión y a denuncia los tratados de asistencia militar entre Colombia y Estados Unidos que siguen rigiendo”.

La potencia del norte se niega a poner fin a la guerra contrainsurgente camuflada en la nueva versión intervencionista. Entre tanto rechaza necesarios gestos de buena voluntad en favor de la paz como la liberación de Simón Trinidad, preso político vejado y torturado en las mazmorras del imperio.

Fracasó el Plan Colombia. Es el fracaso de la guerra imperialista en el país a través de los planes intervencionistas, ejecutados con docilidad por los gobernantes de turno de una clase dominante arrodillada. La nueva versión se llama PazColombia, que es preferible llamar PaxColombia porque se asimila a la pax romana o a la pax de los sepulcros.

La nueva versión

La nueva versión del Plan Colombia fue anunciada por Barak Obama en Washington, en la celebración de los quince años del esperpento guerrerista y antidemocrático. La bautizó como PazColombia. Se repite la historia. Hace quince años el Plan Colombia lo anunció Bill Clinton, después de haber sido aprobado por el Congreso de los Estados Unidos, obvio en versión en inglés, así el ex presidente Andrés Pastrana Arango reclame para sí la paternidad del engendro. Pero ni siquiera fue el padre adoptivo porque el manejo del Plan Colombia corrió por cuenta de los Estados Unidos a través de la misión militar en Bogotá y de la DEA. Los criollos solo cumplieron órdenes.

Lo más grave, hace quince años, es que se lo impusieron a Pastrana cuando transcurrían los diálogos del Caguán. Generó desconfianza y desde entonces el proceso estuvo mediatizado por el Plan Colombia.

PaxColombia no tiene garantizada la aprobación. El proyecto, presentado por Obama el pasado miércoles 10 de febrero ante las cámaras estadounidenses, primero tendrá que ser aceptado por la mayoría republicana en el Congreso.

La nueva versión contempla una ayuda para 2017 de US$450 millones, menos de la mitad de los US$1.400 millones con los cuales arrancó el Plan Colombia hace tres lustros. Por esta razón, algunos de los comentaristas y analistas oficiales y gobiernistas critican a Obama porque “está dando limosna”. Otros dicen que al fin y al cabo es un “regalo” y hay que aceptarlo. Es el debate en las toldas de la “gran prensa”, que desdice mucho del profesionalismo y de la ética de estos periodistas.

Las cifras

Según dicen de los US450 millones, US$390 millones son del presupuesto del Departamento de Estado y US$80 millones del presupuesto del Departamento de Defensa. Lo que se conoce hasta ahora es que de esos presupuestos saldrán US$21 millones para el desminado; US$1.4 millones para la educación militar; US$14.3 millones para “combatir el tráfico de sustancias ilícitas”; y US$38 millones para el financiamiento militar.

Es sintomático. Lo del desminado no se sabe cómo será el manejo, porque hasta ahora la campaña en este sentido compromete a las dos partes. De alguna manera Estados Unidos llega tarde a este plan que ya está en plena marcha con participación de militares y guerrilleros. ¿Qué es la educación militar para los gringos? ¿En qué consiste? ¿Estará en los lineamientos de la Doctrina anticomunista de la Seguridad Nacional? Son preguntas hasta ahora sin respuesta. “Combatir tráfico de sustancias ilícitas” o erradicación de cultivos mediante aspersión química, es lo que deben aclarar, porque hasta ahora las campañas contra las “drogas ilícitas” apuntan a los campesinos de los cultivos de la hoja de coca, fenómeno social más que delictivo. 38 millones de dólares para el financiamiento militar, cuando en el posacuerdo no tiene sentido porque ya estarán sentadas las bases sólidas para la paz estable y duradera. ¿Qué ocultan los gobiernos de Estados Unidos y Colombia? Existe el temor que ambos continuarán la guerra con cualquier pretexto. En los rubros de PaxColombia no hay una sola partida para combatir el paramilitarismo, principal obstáculo para la paz de Colombia.

PazColombia, así llamada y bautizada por el presidente Barak Obama, es una amenaza para el éxito de la mesa de La Habana. Es la misma encrucijada de hace quince años. Mientras Pastrana decía para tranquilidad de la galería que era para combatir el narcotráfico y que la guerrilla no tenía nada que temer, los dos gobiernos tenían claro que el financiamiento de la reingeniería militar colombiana era para la estrategia contrainsurgente, para acabar con las FARC-EP como luego lo confesaría con cinismo el propio ex mandatario.

Por ahora continúa la mesa de La Habana bajo la espada de Damocles de la nueva versión del Plan Colombia, ahora PazColombia, y la pretendida decisión unilateral de imponer el plebiscito como mecanismo de refrendación. Son la manzana de la discordia lo cual no ayuda a despejar, en definitiva el camino de la paz, dejan sombras y dudas sobre las intenciones del presidente Juan Manuel Santos. Son torpedos en la mesa, generan inestabilidad y contradicciones difíciles de superar. Como en situaciones precedentes es de esperar que prime el entendimiento, la voluntad de paz y que el gobierno se baje de la nube de las imposiciones y del autoritarismo.

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