viernes, abril 19, 2024
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Palabra itinerante: Hojas y bosques

El “olfato de clase” nos indica que sin unidad de acción, sin unidad en la movilización no habrá perspectiva. Si no hay unidad en la resistencia, difícil que lo haya en la alternativa.

Foto: podemvlc via photopin cc
Foto: podemvlc via photopin cc

Jaime Cedano Roldán

Dicen que de lejos, sin el obstáculo de las hojas, puede verse mejor el bosque. Pero la ojeada cercana de las hojas y los tallos y de cada flor, cada ave y cada detalle, en especial de aquellos imperceptibles, es lo que permite, alzando la vista al horizonte, conocer de verdad todo el bosque. Para los comunistas colombianos en el exterior es difícil poder oler las particularidades y recovecos de la compleja controversia política e ideológica del país.

La mejor posibilidad de aprehender ese entresijo político e ideológico nacional es utilizar el “olfato de clase”, como decía el ex senador Motta en sus épocas de fogoso parlamentario de la UP, y sobre todo el poder verlos a partir de la experiencia que genera la participación personal y colectiva en el escenario de las contradicciones de clase y los debates que el movimiento popular desarrolla allí donde transitoriamente se habita. España vive momentos duros pero muy interesantes. Promisorios.

El bipartidismo monárquico está desgastado. Hay un gran descontento, una inmensa rabia en las mayorías sociales. Pero no se ve claramente el horizonte. Rabia e indignación no logran convertirse en ruptura sistémica y búsqueda de alternativas, y la izquierda no logra unirse. Algunos en ella no logran romper del todo con lazos dependientes del sistema y sus pecados les hacen ver como parte del paisaje de la partidocracia.

Y el surgimiento de nuevos proyectos podría convertirse en un desencanto catastrófico si no superan la arrogancia y la intencional nubosidad ideológica. Existencia o no de izquierdas y derechas, lo social y lo político, modelos organizativos, toma de decisiones, lo viejo y lo nuevo, militancias reales o virtuales son parte de los debates, encuentros y desencuentros.

En estas lides suele mostrarse a América Latina como ejemplo. Y como sucede periódicamente se revive la tentación de renegar de lo “viejo” e idolatrar lo “nuevo” y colocar a los “nuevos movimientos sociales” en contradicción con la política y el movimiento obrero.

Imposible encontrar recetarios o linternas mágicas señaladoras del camino, pero sí mirar con detenimiento la experiencia del Foro de Sao Paulo que logró juntar a toda la izquierda latinoamericana. Unidad en medio de la divergencia. Sin vetos ni exclusiones. Y el “olfato de clase” nos indica que sin unidad de acción, sin unidad en la movilización no habrá perspectiva. Si no hay unidad en la resistencia, difícil que lo haya en la alternativa. De esto muy bien debatió la III Conferencia Ideológica del Partido Comunista Colombiano el pasado fin de semana en Bogotá. Y las movilizaciones por el 12 de octubre por todo el continente recuerdan que algunos de los llamados “nuevos movimientos sociales” llevan un poquitico más de cinco siglos peleando. A por el bosque.

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