viernes, marzo 29, 2024
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Otro paso en falso de Santos

De trampa en trampa se debilita la palabra del gobierno y por ende el diálogo que ha avanzado tanto con acuerdos concretos. ¿Será capaz el Gobierno Nacional de respetarlos en el futuro? Es la duda que queda y el temor al célebre conejo a lo acordado para la paz estable y duradera.

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Editorial del Semanario VOZ

El presidente Juan Manuel Santos, quien autorizó a sus plenipotenciarios a firmar el “Acuerdo de La Habana”, en el entendido que compromete por igual a las dos partes y tiene un carácter de bilateralidad, tal y como se ha plasmado en los borradores adoptados sobre tres puntos de la agenda, no ha entendido que las decisiones que atañen a la Mesa de Diálogos son de consenso y tienen que ser discutidas y aprobadas por las dos partes.

Ha querido imponer de forma unilateral la “justicia transicional” y el referendo, aprobados por el Congreso. Por cierto el que ha estado muy alejado de los Diálogos de La Habana y no conocen, por lo menos la mayoría de sus miembros, ni el forro de los Acuerdos de La Habana, suscrito por las dos partes. Ahora al presidente Santos le dio la ventolera de crear una Comisión Legislativa, sin la presencia de las FARC-EP, para aprobar los eventuales acuerdos y elevarlos a norma constitucional. Todo sin contar con la guerrilla, la contraparte, que ve con desconfianza este tipo de actitudes y pasos erráticos del Gobierno Nacional.

“Reiteramos que en La Habana no conocemos el contenido del proyecto de Acto Legislativo que según la prensa se estaría socializando en el Congreso. Resulta inconveniente resolver de manera unilateral uno de los asuntos que aún no aborda la Mesa de Conversaciones, como es el de la Refrendación, contenida en el punto sexto de la Agenda”, dijo Iván Márquez desde La Habana y de cuyas palabras se desprende que no estarán de acuerdo con cualquier decisión unilateral. Santos sigue jugando con fuego y poniendo en peligro los diálogos, porque qué confianza tendrán las FARC-EP en la palabra gubernamental si ni siquiera respeta el “Acuerdo de La Habana”, suscrito por sus delegados. De trampa en trampa se debilita la palabra del gobierno y por ende el diálogo que ha avanzado tanto con acuerdos concretos. ¿Será capaz el Gobierno Nacional de respetarlos en el futuro? Es la duda que queda y el temor al célebre conejo a lo acordado para la paz estable y duradera.

Santos, de manera irresponsable, pone en peligro lo logrado. Las FARC-EP sin el secretismo que caracteriza al Gobierno, destacaron los avances en el pasado ciclo de conversaciones. “En solo 7 días, la sub comisión jurídica puesta en marcha por el Presidente Santos y el comandante Timoleón Jiménez, nos ha colocado a las puertas del acuerdo sobre Justicia, como componente del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición.

El entendimiento avanza también en el terreno del Cese al Fuego y de Hostilidades, Bilateral y Definitivo, en la subcomisión técnica integrada por cinco generales y un almirante, y por comandantes del Secretariado y del Estado Mayor Central de las FARC-EP, al tiempo que hemos comenzado el estudio sobre el esclarecimiento y desmonte del fenómeno del paramilitarismo, que no podrá quedar gravitando como amenaza de guerra sucia sobre el firmamento del post acuerdo”, dijo Iván Márquez al inicio del ciclo de conversaciones que está en marcha. Es evidente el optimismo de la Delegación de las FARC-EP, porque para ellos el acuerdo sobre Justicia equivale a llegar al punto de no retorno. Aunque todo puede ser echado por la borda con la prepotencia del Gobierno Nacional, que continúa creyendo que está hablando con una guerrilla derrotada.

Es importante lo logrado, pero aún hay temas importantes que deben resolverse como el paramilitarismo, cuya existencia es negada por el Gobierno, mientras aquellos asesinan a miembros de la Marcha Patriótica, del Partido Comunista, de la Unión Patriótica, del Congreso de los Pueblos, a activistas de derechos humanos y dirigentes de organizaciones sociales o son encarcelados en montajes judiciales.

El conflicto de baja intensidad, la doctrina del enemigo interno, la estrategia de la guerra sucia, son prácticas del establecimiento, opuestas a la salida política del conflicto. Hay que cerrar filas desde las organizaciones populares en defensa de los diálogos de La Habana y contra el esperpento de la Comisión Legislativa de un Congreso nefasto y ajeno a la paz, con honrosas excepciones por supuesto.

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