miércoles, abril 24, 2024
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Obituario para un maestro y todero chocoano

Nos pasamos la vida entre desconocidos, pero a René Orozco Echeverry, mi tío paterno, si lo conocí desde niño, desde cuando mi papá enviaba a su familia a donde sus padres a Istmina en el Chocó, sobre las márgenes del río San Juan en el departamento selvático del occidente colombiano.

René Orozco Echeverry
René Orozco Echeverry

Armando Orozco Tovar

Trato de recordar a René. Los años desdibujan todo más rápido de lo previsto: aptitudes, gestos, rostros. Sólo dejan sombras y sobras dispersas sobre la mesa de los días. Pero a René es difícil de olvidar porque era un ser al margen del lugar común: personaje sobresaliente en todo lo que emprendía con inteligencia, pasión y saber. Fue estudiante del liceo de la Universidad de Antioquia, destacándose como deportista en competencias ciclísticas.

Dibujante en las aulas del colegio, compitiendo con su condiscípulo Fernando Botero, que lograría ser con los años uno de los más grandes artistas mundiales al crear con sus robustas figuras un lenguaje estético nuevo. También René se destacó como guitarrista y compositor de canciones alusivas a su tierra y amores de estudiante.

René era capaz de desarmar un reloj Mido Multifort, volviéndolo a armar sin dejar sus manecillas marcando las horas al revés. De la misma forma lo hacía con el motor de un automóvil, motocicleta o cualquier máquina. Cuando llegó de Medallo a Cali, la capital del Valle del Cauca, a comienzos de los 50, a estudiar arquitectura en la Universidad del Valle, creó con otros dos condiscípulos el Trío Los Vagabundos, logrando grabar en acetato canciones propias pasadas por las emisoras del país e interpretando las de Julio Herazo, compositor guamalero del departamento de Magdalena.

Como deportista inventó un rústico equipo de buceo para sumergirse en la piscina olímpica de Cali, encargando luego un traje profesional a EEUU, para irse a pescar en las profundidades de Bahía Utría, Bahía Solano y Pizarro al occidente del Chocó. René fue un profesional de la fotografía con laboratorio propio en su casa de Quibdó, donde ejerció como constructor de escuelas en el plan de construcciones escolares de la Secretaría de Educación departamental. Hacia los años 63 y 64 dirigió la Cámara Junior, invitando a su antiguo condiscípulo el poeta Gonzalo Arango a dar sobre su movimiento, el nadaísmo, conferencias en la ciudad, logrando un buen reconocimiento por el pueblo quibdoseño culto y olvidado.

En la Universidad Nacional de Colombia fue su maestro Fernando Martínez: el “Mono Martínez”, como se le conocía a uno de los mejores arquitectos colombianos, realizador de la Plaza de Bolívar de la capital. Y el maestro Salmona, genio de la arquitectura del país. Se graduó René en ella a mediados de los años 60. Son múltiples las canciones que compuso en esta época, melodías que aún son recordadas. Como melómano amó la musica clásica, siendo amigo de Otto de Greiff.

En la Nacho, encargado por sus directivos culturales, Eugenio Barney Cabrera y Fernando Garavito, fundó las Danzas Folclóricas del Pacífico, que recorrió varios países con sus presentaciones. Amigo del famoso clarinetista chocoano Antero Agualimpia, lo empleó en la Universidad, escribiendo posteriormente en su fallecimiento una crónica, recordando su personalidad musical, genialidad y soledad de artista chocoano.

De ideas de izquierda René conoció a Manuel Cepeda Vargas, director del Semanario VOZ, donde yo laboraba, y a los dirigentes fundadores del M-19 Luis Otero Cifuentes, quien pasó varías vacaciones decembrinas en su casa de Quibdó; y Gustavo Arias Londoño, comandante del M. René nunca dejó de apoyar la Revolución Cubana y la venezolana bolivariana, expresándome muchas veces su admiración por Fidel y Hugo Chávez.

Radicado con su familia en Buenaventura se hizo radioaficionado, sirviéndole a la comunidad. Cuando llegó el internet al puerto colombiano, se volvió experto creando el periódico virtual El Cibernauta para informar con profesionalismo periodístico los aconteceres de la ciudad, y en general del Valle del Cauca.

Llegó a candidato de la alcaldía de Buenaventura, donde levantó como un Fidias griego edificios y casas, hasta que el 5 de abril, a sus 85, con su partida dio término a la saga de la familia Orozco Echeverry, fundada en Istmina a comienzos del siglo XX por Francisco León Orozco, paisa de Yarumal (Antioquia), y su madre María Isabel Echeverry Ferrer, fallecida en marzo de 1955 en la selva chocoana limítrofe con el Valle, durante el siniestro aéreo del vuelo HK 328 de Avianca, al ir de visita a ver a su hijo René a Cali, que estaba enfermo de paludismo, adquirido en una de sus excursiones deportivas por las costas del Pacifico de su departamento, que amó y conoció palmo a palmo con integridad de verdadero chocoano. Paz en su tumba, querido maestro.

Alegría de Pio 4/5/15/6:15 am

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