Alirio Córdoba Moreno
El diálogo tiene detractores, unos más poderosos que otros. La tergiversación es una de las formas que asume la acción de los enemigos del proceso. Sectores han querido oponer la propuesta de reservas campesinas a la existencia de los territorios colectivos de los afros e indígenas.
Es de gran importancia el esclarecimiento y desarrollo de las propuestas sobre las vías alternas para solucionar el problema de la tierra. Este representa uno de los aspectos de la agenda más complejos y delicados. Los documentos sobre la redistribución de la tierra que hasta ahora han sido publicados por las FARC-EP indican y demuestran un gran conocimiento y respeto por el campesinado, por los afros y los indígenas. Y no podía ser de otra forma, ya que el grupo insurgente ha vivido en medio de ellos, ha convivido con ellos y ha aprendido a cuidar la tierra como ellos lo hacen.
Las propuestas que hoy hacen las FARC-EP en la mesa de diálogo surgen de esa experiencia de convivencia con los campesinos, los afros y los indígenas. Por ello, no es gratuito que el 7 de enero de 1999, en el Caguán, uno de los planteamientos centrales era el reclamo por las vacas, las gallinas y los marranos, que históricamente el Estado había arrebatado a miles de campesinos en Marquetalia, que para ellos es el imaginario de la injusticia cometida en todo el país rural.
Desde este contexto histórico, las FARC-EP, presentan hoy la propuesta de zonas de reservas campesinas, como parte de una visión integral, “con el propósito de contribuir al desarrollo rural para la democratización y la paz con justicia social”. En ella, presentan propuestas como “el reconocimiento y el respeto por toda forma democrática, comunitaria, participativa, autónoma de construcción del territorio y, en especial, de los territorios campesinos, indígenas, afrodescendientes, raizales, palenqueros, interétnicos e interculturales”, y “el reconocimiento y el estímulo del derecho a la consulta previa, libre e informada”.
Por ello, no es cierto que cuando se habla de zonas de reservas campesinas se esté pensando en los territorios colectivos. En nuestra Colombia hay suficiente tierra para campesinos, afros e indígenas.
Uno de los resultados importantes de los diálogos debe ser la creación del Consejo Nacional de la Tierra y el Territorio, con una alta presencia de representantes de las comunidades indígenas, afrodescendientes, raizales, palenqueros, así como de las organizaciones campesinas y de trabajadores agrícolas, escogidos por ellas mismas.
Los afrodescendientes y los indígenas no tienen de qué preocuparse con sus territorios; las zonas de reservas campesinas deben preocupar, eso sí, a los terratenientes, paramilitares y a los políticos aliados de estos, porque se verán afectados en su afán acumulativo, expansivo y de concentración de la tierra.
