viernes, marzo 29, 2024
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“No puedo respirar”

Estoy indignado. Estamos retornando a épocas creídas superadas. Las comunidades afroamericana y latina tienen miedo. La fuerza pública genera pánico. Están matando a los negros en las calles con un negro en la Casa Blanca.

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Gustavo Emilio Balanta Castilla
Periodista afrodescendiente

Durante once veces Eric Garner imploró por su vida. Su voz entrecortada denotaba la agonía. Estaba indefenso en medio de la fuerza desmedida de un piquete de policía en Staten Island, Nueva York. Lo único que balbuceaba era: “No puedo respirar”.

El video no requiere de más evidencias, habla por sí solo. Un jurado decidió exonerar al policía Daniel Pantaleo que le aplicó la mortal llave de estrangulamiento el 17 de julio de este año en las calles de la Gran Manzana. La Justicia en la patria de Lincoln “está haciendo aguas”, como se dice popularmente.

Garner, un afroamericano de 34 años, contextura obesa, fue sometido y sobre el piso le cayeron cinco uniformados, uno de ellos pegado a su cuello; falleció de asfixia, mas no de estrangulamiento, dijeron los jurados que se abstuvieron de imputar cargos contra los policías blancos. ¿Será que si a uno lo estrangulan o lo asfixian, según el caso, es homicidio o muerte natural?

Garner, en una paradoja de la vida, no pregona titulares de prensa con protagonistas famosos o anónimos. Hace cinco meses le quitaron la vida. El personaje a seis columnas es él. Otros atrapados por la ira de la impotencia llaman la atención de su injusto caso.

Saco esta pancarta. Recorro las calles del Brown. Grito una y mil veces “No puedo respirar”. Hago parte de una multitud de más de dos mil personas. No me importa el frío del invierno, la violación de los derechos humanos a la comunidad afroamericana y latina en Estados Unidos es un verdadero infierno.

Han arrestado a 83. Seguimos en cadena movilizadora. Venimos de Ferguson, donde mataron a Michael Brown y de Cleveland con el caso del niño negro Tamir Rice. Allí también se erige una estela de impunidad ante los homicidios de policías contra seres humanos por la condición de su piel y procedencia.

Me sacudo con el consejo de Walt Whitman. No caigo en el peor de los errores: el silencio.

No me resigno a seguir el silencio de las mayorías. Estos episodios llaman a que imitemos a los colibríes y los llevemos a los confines del mundo con una actitud crítica de censura y una voz de verdad, justicia, perdón y no repetición.

La ola de asesinatos por parte de policías contra negros y latinos va en crecimiento en medio de la más descarada y burda impunidad. Es la doble moral. Los derechos humanos que se reclaman, exigen y son motivo de presiones, sanciones, invasiones, bombardeos contra otras naciones aquí son violados con ignara tranquilidad.

Es la misma fórmula que se expide en México, en Colombia o Perú cuando hay “acto desmedido de fuerza” o simplemente se registran “falsos positivos y masacres” o “desapariciones de jóvenes”.

Estoy indignado. Estamos retornando a épocas creídas superadas. Las comunidades afroamericana y latina tienen miedo. La fuerza pública genera pánico. Están matando a los negros en las calles con un negro en la Casa Blanca.

En las vías de Nueva York, Ferguson y Cleveland permanecerán nuestras pisadas, nuestras palmas, nuestras voces, nuestros puños en alto hasta que cesen los hostigamientos contra la condición humana y podamos respirar.

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