jueves, marzo 28, 2024
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“No había más y me fui quedando”

La prostitución: un oficio que se intensifica con el modelo neoliberal que explota el cuerpo de las mujeres más vulnerables

Prostituta colombiana.
Prostituta colombiana.

Renata Cabrales

Cada mañana, desde hace tres años, Jimena González* deja a su pequeña hija, Laura, en el jardín infantil, para luego dirigirse a su trabajo. La mujer ejerce el oficio de la prostitución en el centro de Bogotá, desde al menos, 20 años.

Jimena es prostituta desde que era una joven que llegó de un pueblo de Antioquia con una maleta cargada de expectativas. Sus padres eran campesinos muy pobres y no podían sustentar los sueños de una adolescente que pedía demasiadas cosas a la vida, “crecí siendo muy pobre, pero siempre soñé con estudiar, salir adelante y construir una bonita casa para mis viejos y mis tres hermanitas”.

Llegó a Bogotá a trabajar con un familiar lejano que le prometió “el cielo y la tierra”, pero lo que hizo fue “esclavizarme, me trataba como a su sirvienta, apenas sí me daba de comer y alguna que otra muda de ropa usada, que conseguía con otros familiares”.

La mujer se cansó de vivir como una esclava y pensó en huir del infierno donde la tenía el supuesto familiar, pero no tenía dinero, así que decidió robarle y escapar. Lo hizo, pero no se devolvió, decidió seguir luchando por sus sueños. No conocía a nadie, así que empezó a deambular por las calles sin idea de cual sería su próximo camino. Cuando el hambre agobió, decidió comprar algo de comer; estando en el centro de la capital, un señor de un local de mala muerte le pidió que entrara, adivinando, tal vez, su terrible situación. Le dio de comer, y mientras ella devoraba el plato de comida, este le comentaba que le tenía un buen trabajo que le cambiaría la vida y que “podía llegar muy lejos, aprovechando que era joven y bonita”. Y así comenzó su vida en la prostitución. “Me cambió la vida, si, no como yo quería, pero no había más y me fui quedando”, afirma Jimena, sosteniendo su rostro con la mano, con gesto de resignación.

Mientras cuenta su historia, la mujer no puede evitar que un par de lágrimas resbalen por su rostro pálido y cansado, pues, si bien es cierto que en algún momento pudo ayudar económicamente a sus padres, también es cierto que no era suficiente, ya que tenía tres hermanas menores para quienes no deseaba la misma suerte, “yo quería que estudiaran y que fueran mujeres de bien, como mis padres lo deseaban. Creíamos mucho en Dios y yo sentía culpa todo el tiempo, me sentía como una pecadora”. Mi mamá murió de cáncer, mi papá no soportó quedarse solo y al año murió de pura tristeza”… “El dolor de perderlos y todas las humillaciones que he recibido de parte de muchos clientes, han hecho de mí una anciana de 40 años”.

Una realidad

Jimena trabaja con resignación, ella y sus compañeras solo desean que su labor sea reconocida y se respeten todos sus derechos y que además, puedan tener otras garantías como salud y pensión, por ejemplo, “también espero que mi pequeña hija, a quien tuve de milagro y ni siquiera se quién es su padre, no cuente con la misma suerte que yo, por eso la llevo al colegio, para que estudie y sea una personita de bien”… “Aunque he vivido siempre de esto, no creo que sea la mejor opción, a mi me hubiera gustado poder estudiar y ser enfermera”.

Jimenas hay muchas en Bogotá y en todo el país. Es indudable que prostitución hay en todas partes y que donde hay hombres existe esta labor realizada por mujeres en el mayor porcentaje. Negarlo, sería un acto de doble moral. Nada raro en este país.

La posición del feminismo

El movimiento feminista ha intentado visibilizar la realidad de las mujeres prostitutas y ha hecho un gran intento por mostrarlas como sujetas de derechos y se ha logrado que su voz se escuche cada vez más, a la hora de exigir garantías laborales.

Las mujeres que ejercen este oficio han hecho una visión compleja de este, en ocasiones contradictoria, debido a las diferentes condiciones en que ejercen su trabajo y cuáles han sido sus vivencias. Sin bien es cierto que hay mujeres que desean dejar el oficio, hay otras que desean trabajar vendiendo su cuerpo y en muchas formas, les parece que tiene sus ventajas, en cuanto a la parte económica y a las condiciones en general.

Hay pues posiciones encontradas de quienes defienden los derechos de las trabajadoras sexuales y de quienes defienden el abolicionismo. Sin embargo se han logrado consensos sobre condenas a las mafias de prostitución que explotan a las mujeres y por medio de engaños y violencia las prostituyen y las obligan a trabajar a su servicio.

En Colombia la prostitución no está prohibida, pero las personas que la ejercen no poseen derechos laborales. Sin embargo, para la Corte Constitucional “se debe considerar al trabajador sexual como sujeto de especial protección, por ser la parte débil del contrato y, sobre todo, por las condiciones propias del trabajo y la discriminación histórica y actual de la que suele ser víctima por la actividad que ejerce”.

El fallo reconoce, además, la prostitución como una actividad económica, cuyos establecimientos acatan las normas comerciales y tributarias, pero que antes no había sido objeto del derecho laboral.

La Asociación de Mujeres Buscando Libertad (Asmubuli) la cual se fundó en el año 2008 y se ha conformado por una asesora legal, un asesor financiero, de comunicaciones y uno programático, tienen una misión en especial: mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras sexuales en Colombia, y todo esto, por medio del empoderamiento de las mujeres, su reconocimiento como ciudadanas y el acceso a espacios gubernamentales.

Según la Secretaría de Integración Social del Distrito de Bogotá, en 2009 la capital colombiana tenía 460 establecimientos de prostitución. Cifras oficiales indican que 68 por ciento de las prostitutas encuestadas no cuentan con estudios secundarios, 37 por ciento ingresó a la actividad por necesidad económica y 79 por ciento cobra 27,7 dólares americanos entre 10 y 30 minutos por sus servicios.

El modelo económico

El modelo económico neoliberal que impera en Colombia, hace que sea un país subastado que genera exclusión, injusticia social y opresión a las personas vulneradas, lo cual garantiza el origen de dinero ilícito y que haya más pobreza, por ende, mujeres prostitutas en las calles, muchas de ellas, niñas y jóvenes explotadas a través de la trata de personas y el uso del cuerpo de estas como campo de batalla del capitalismo salvaje. Es por eso que, habiendo poder de por medio, buena parte de la sociedad colombiana legítima esta conducta, y el silencio de la gran mayoría garantiza que las empresas criminales progresen día a día.

Y esto no solo en Bogotá, sino en todas las regiones del país, ya que es muy conocido, por ejemplo, un escándalo desatado en Cartagena, donde estuvo involucrado, incluso, un voluntario del gobierno de Barack Obama.

Debido al turismo sexual y las mafias que hay detrás de esto, en esta parte del país y por la pobreza que padece la gran parte de la población, muchas niñas, jóvenes y adultas ejercen el oficio de la prostitución porque no hay otra opción de vida. Si hubiera garantías de educación y de ejercer un trabajo con mejores garantías, mujeres como Jimena González podrían proporcionarle un mejor futuro a sus descendientes.

* Jimena González: El nombre ha sido cambiado por petición de la entrevistada.

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