miércoles, abril 24, 2024
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Mueren las abejas y empeora desnutrición en el mundo

Estudios científicos recientes revelan la desaparición de miles de colonias de abejas, fenómeno que afecta la capacidad de alimentar a millones de seres humanos en el mundo

Abeja polinizando-las-flores

Ricardo Arenales

La situación de desnutrición que afecta a millones de personas en el mundo, especialmente en regiones como África, la India, y en general en los países en vías de desarrollo, podría empeorar en los próximos años, gracias a la paulatina desaparición de colonias de abejas, en un fenómeno que algunos estudiosos del tema denominan el ‘síndrome del colapso de la colonia’.

La capacidad de los estados para alimentar a las personas puede empeorar, advirtió en su última edición la afamada revista Science, pues la muerte progresiva de abejas, mariposas y otros polinizadores es vital en la producción de cultivos ricos en nutrientes. Señala la publicación que, especialmente las abejas, desempeñan un gran papel en la nutrición humana y en la salud, no sólo porque la miel y sus derivados son nutrientes esenciales en las regiones donde más niveles de hambrunas se registran, sino porque estos insectos sirven como polinizadores naturales para muchas plantas en el mundo.

La polinización es un fenómeno mediante el cual se presenta una transferencia de polen de los estambres al pistilo de las flores, produciéndose la fecundación y subsiguiente reproducción. El polen se transmite, por vía natural, a través del viento y de insectos, principalmente abejas y mariposas, en la mayoría de las plantas con flor. También se produce a través del agua o de animales vertebrados como murciélagos, ratones y pájaros, especialmente el colibrí.

Labor depredadora

Este proceso natural sin embargo se ha visto interrumpido progresivamente y llama la atención de la comunidad científica internacional. Varias causas se entrecruzan como potenciales responsables de la mortandad de las abejas, aunque no se han identificado los generadores. Pero el hombre, con su labor depredadora, es responsable de la desaparición de miles y miles de especies, talando bosques, cazando indiscriminadamente, construyendo ciudades, que con sus industrias cambian el clima y producen el calentamiento global.

La desaparición de las abejas y otros polinizadores se asocia, desde luego, al uso indiscriminado de plaguicidas que terminan envenenando a los insectos. Alemania, por ejemplo, acaba de prohibir el uso de ocho pesticidas que causan la muerte masiva de abejas. La Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos prohibió el uso de un plaguicida fabricado por laboratorios Bayer. En Francia se prohibió el uso de semillas de girasol tratadas con plaguicidas, por la misma causa.

Un futuro terrible

Otra causa probable es el efecto letal de las ondas electromagnéticas producidas por millones de teléfonos celulares y redes de wifi, que desorientan a las abejas y hacen que abandonen la colmena y sean condenadas a la muerte. Algunos experimentos hablan de estrés inmunológico en estos insectos a causa de la contaminación del medio ambiente y las ondas magnéticas aludidas.

Desde que esta situación llamó la atención de las autoridades, hace apenas unos siete años, se cree que han desaparecido unas 500 mil colmenas. En Estados Unidos, por regiones, ha desaparecido hasta el 70% de las abejas; en España, un 25%. En Europa, el problema es tanto más grave si se tiene en cuenta que el 85% de los cultivos agrícolas dependen de la polinización. En Colombia hay una ausencia casi total de estudios sobre el tema y apenas se sabe que hay unas mil especies conocidas de abejas y su desaparición también se nota en el manejo de los problemas agroalimentarios.

Si las abejas desaparecieran totalmente sería una catástrofe. Sin abejas no habría polinización y sin polinización no se reproducen las plantas. Sin plantas no habría alimentación para animales y seres vivos que las consumen, rompiendo una cadena alimentaria de las cual hace parte el hombre. Grupos de ambientalistas atribuyen al científico Albert Einstein la afirmación de que “si la abeja desapareciera del planeta, al hombre solo le quedarían cuatro años de vida” como especie. Hoy no lo podríamos afirmar de manera tan tajante. Pero la perspectiva es aterradora.

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