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Mirador: La vieja historia

Carlos A. Lozano Guillén

El profesor Jorge Orlando Melo, afamado historiador de reconocidas calidades académicas, escribió en la primera columna del nuevo año en el diario El Tiempo (02-01-2014), sobre “Mandela y la lucha armada”, según el título, pero en realidad debería ser “Las FARC-EP y la lucha armada”, porque aunque hace una breve alusión al líder sudafricano, recién fallecido, que enfrentó al oprobioso régimen del apartheid con la lucha de masas, incluyendo su forma armada, se la dedica es a la guerrilla que está sentada en la mesa de La Habana, buscando la solución dialogada y democrática del conflicto interno colombiano.

Ilustración: AV Dezign via photopin cc
Ilustración: AV Dezign via photopin cc

Melo hace una maroma histórica, propia de la vieja historia, porque justifica la lucha armada cuando le conviene, según el caso, como en Sudáfrica y en Colombia durante la independencia, cuando sus dirigentes se armaron (no quiso mencionar a Simón Bolívar como el principal protagonista de la gesta emancipatoria) entre 1810 y 1822 para derrotar a los españoles invasores de nuestro territorio. Pero no la acepta en los últimos 60 años, porque “la guerrilla no es justificable por ningún criterio histórico, ético y político”.

El viejo historiador asegura que Colombia es una democracia, aunque imperfecta, pero que “en ella cabe la organización de los ciudadanos, la movilización popular, la formación de los partidos, la combinación de las formas de lucha menos las que usan la violencia y las armas”. Lo mismo aseguraron los españoles en su tiempo. Criminales como Pablo Morillo fusilaban a los patriotas en nombre de la democracia europea. No había otra alternativa que aceptar a la monarquía y el dictado de los reyes católicos de la “Madre Patria”. Simón Bolívar y Antonio Nariño eran los terroristas de aquellas épocas lejanas. Eso lo sabe cualquier historiador.

Según él a la guerrilla no le queda otro camino que aceptar la desmovilización y la entrega de las armas. Es la experiencia sudafricana, afirma. No conoce cómo fue la lucha de Mandela y sus camaradas del ANC y del Partido Comunista Sudafricano, principales protagonistas de la derrota del régimen racista y criminal del apartheid, señaladas en la lista maldita de Estados Unidos como organizaciones terroristas.

Nadie desea la guerra. Pero es que los conflictos tienen unas causas, profesor Melo. Sí, unas causas, que para el caso colombiano son políticas, sociales, económicas, éticas e históricas, reconocidas por el Gobierno del presidente Santos cuando aceptó la existencia del conflicto y la agenda que preside la mesa de La Habana. El problema no es de política y armas, sino de democracia, de garantías para la oposición y de abandono desde el poder de la violencia contra sus opositores y críticos. El Estado colombiano es el principal depredador de los derechos humanos y no un ángel guardián de las libertades. Eso lo debe saber muy bien el profesor Melo.

carloslozanogui@etb.net.co

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