martes, abril 23, 2024
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Mirador: Carlos Alberto Pedraza

Todo indica que fue desaparecido, torturado y asesinado de forma vil y cruel, como siempre lo han hecho los paramilitares que actúan en contubernio con organismos de seguridad del Estado.

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Carlos A. Lozano Guillén

Como en los peores tiempos del genocidio de la Unión Patriótica, Carlos Alberto Pedraza Salcedo, dirigente del Congreso de los Pueblos y de la Cumbre Nacional Agraria, Campesina y Popular, fue desaparecido el 19 de enero del presente año y su cuerpo sin vida fue encontrado por miembros de la Policía Judicial, dos días después, en jurisdicción de Gachancipá, población cercana a Bogotá, con evidentes signos de violencia y de haber sido sometido a torturas físicas.

Carlos Alberto era un joven dirigente social y popular, licenciado de la Universidad Pedagógica Nacional, miembro del Movice y de otras organizaciones humanitarias, conocido por su activismo y capacidad de iniciativa en el trabajo político y gremial. El lunes 19 de enero se había dirigido a una reunión en la localidad de Teusaquillo y desde entonces no se supo más de él hasta que policías de Gachancipá se comunicaron con su familia y la Policía Judicial encontró el cadáver en la vereda San Bartolomé en el sitio conocido como “Las Marraneras”.

Según sus compañeros de organización y familiares, no tenía ninguna relación de trabajo en este municipio ni personas conocidas para que se hubiera desplazado hasta allí por un interés particular o especial. Todo indica que fue desaparecido, torturado y asesinado de forma vil y cruel, como siempre lo han hecho los paramilitares que actúan en contubernio con organismos de seguridad del Estado.

En Bogotá en los últimos meses se han denunciado amenazas y planes de exterminio contra dirigentes y militantes de izquierda y de organizaciones sociales y humanitarias, sin que el Gobierno Nacional se interese por investigar el origen de los mismos. Casi todos los panfletos y actos intimidatorios están firmados por las “Águilas Negras”, grupo paramilitar, heredero de las “AUC”, denominado como “Banda Criminal (Bacrim)” por los voceros gubernamentales y de la Fuerza Pública. Hace pocas semanas el ministro del Interior Luis Fernando Cristo dijo que las “Águilas Negras” no existen.

La realidad está demostrando que sí existen y que actúan en Bogotá y en otras capitales del país. Son brazos del antiguo paramilitarismo que no desapareció e implementa las mismas modalidades y cuenta con idénticos apoyos al de los viejos grupos narcoparamilitares. Reciben la protección de sectores de la Fuerza Pública y están ligados a políticos locales, empresarios, ganaderos y otras yerbas. El Gobierno Nacional no puede seguir eludiendo la responsabilidad por la expansión de estos grupos en el país. Mientras subsista el paramilitarismo será difícil la paz en Colombia.

carloslozanogui@outlook.es

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