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Miller hace falta aquí y ahora

Con su característica alegría y un humor en ocasiones sarcástico pero ameno, Miller asumió su tarea con mucha responsabilidad recorriendo el país de extremo a extremo, era un momento en que el régimen enfilaba sus baterías contra las filas comunistas

Miller Chacón. Visto por Calarcá.
Miller Chacón. Visto por Calarcá.

Luis Jairo Ramírez H.

Eran las 4 de la tarde del 25 de noviembre de 1993 y como ya era costumbre, timbró el teléfono en la oficina que ocupaba en la sede del Comité Regional del Partido Comunista, del otro lado de la línea escuché la voz de Miller Chacón; todos los días me llamaba a la misma hora, para preguntarme si me recogía en su pequeño Jeep Suzuki para acercarme a mi casa, ubicada a unas cuantas cuadras de la suya.

Ese día le dije que no iba para mi casa, era el día de la No violencia contra la mujer y pensaba asistir a una manifestación que habían programado las organizaciones femeninas en la carrera 7ª, frente a la Gobernación de Cundinamarca.

En efecto asistí un momento a la manifestación femenina y luego me dirigí a mi casa, en el Bosque de San Carlos, al sur de la ciudad. Cuando llegué me encontré con la trágica noticia: Miller había sido asesinado por sicarios durante el trayecto, a solo unas pocas cuadras de llegar a su casa.

Miller remplazaba a Teófilo Forero como responsable nacional de organización, pues a Teófilo lo habían asesinado el 27 de febrero de 1989. Para entonces Miller ocupaba la Secretaria General del Partido del regional Bogotá.

Con su característica alegría y un humor en ocasiones sarcástico pero ameno, Miller asumió su tarea con mucha responsabilidad recorriendo el país de extremo a extremo, era un momento en que el régimen enfilaba sus baterías contra las filas comunistas y extendía su acción de exterminio también contra las principales organizaciones obreras y populares.

En Caracas y Tlaxcala

Miller participa activamente en los diálogos de Caracas y Tlaxcala, haciendo observación y seguimiento al proceso entre la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar y el gobierno de César Gaviria.

A mediados de 1993 aparece un anónimo, surgido de la misma entraña de la inteligencia militar, que anuncia una operación militar con el nombre de “golpe de gracia” y que tenía como objetivo continuar el exterminio de la Dirección Nacional del Partido y de la dirigencia regional.

El Partido toma la decisión de abordar de frente a Rafael Pardo, ministro de defensa del gobierno de César Gaviria. La delegación comunista integrada por Manuel Cepeda, Carlos Lozano y el senador Hernán Motta le expone la situación, pero el hombre recibe la denuncia con frialdad pasmosa rayando en desprecio, no se inmuta; responde haciendo gala de una actitud soberbia: ¡necesito pruebas…! El ministro obviamente no actúa.

Parecía que todo estaba calculado. En efecto, semanas después cae acribillado Miller Chacón. Cuanta falta hace Miller, su enfoque particular para abordar las complejidades de la política nacional y en especial su sensibilidad favorable a los diálogos y la negociación para la salida política del conflicto.

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