viernes, marzo 29, 2024
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«Mientras continúe la impunidad el dolor seguirá latente», Rita Yvonne Tobón

Entrevista a la ex alcaldesa de Segovia y sobreviviente del exterminio de la Unión Patriótica

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Entrevista a Rita Yvonne Tobón, sobreviviente del genocidio político contra la Unión Patriótica, cuya declaración contra César Pérez García fue fundamental para su condena por el caso de la masacre de Segovia. Rita Yvonne Tobón manifiesta la necesidad de incluir a los exiliados en el proceso de paz y habla de la revictimización de la que han sido objeto en el exterior.

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R: Ayer se llevó a cabo en Ginebra una reunión entre representantes de la ONU y exiliados. ¿Por qué es importante esa reunión?

RYT: En la ONU se llevó a cabo una audiencia especial con miembros de la constituyente de exiliados perseguidos por el Estado colombiano con importantes representantes de la Organización de las Naciones Unidas y sus diferentes comités, entre ellos el que trabaja el tema de la tortura. Ofrecimos varios testimonios y entre estos fue muy importante pedir que se abriera un capítulo especial sobre la revictimización de las víctimas del conflicto colombiano en el exilio. Revictimización porque hablamos de la persecución en el exterior por parte del Estado colombiano y tenemos pruebas de que así ha sido en todos los gobiernos colombianos desde el de Turbay Ayala.

A nivel personal desde el gobierno de César Gaviria me puso a encabezar la lista de personas peligrosas para la seguridad del presidente en el exterior, lo cual conllevaba un riesgo. El punto más álgido de esto fue el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, quien creó un estudio de seguridad y con el DAS decía que tenía un flanco descuidado en Europa y ordenó más cargos militares en misiones diplomáticas en el exterior, los cuales acosaron y tomaron fotos de refugiados en el exterior y esto fue denunciado por organismos europeos que también fueron interceptados.

Pedimos que se abriera un capítulo especial para nosotros, los exiliados, porque nos consideramos víctimas de tortura psicológica en el exterior por parte del Estado colombiano y solicitamos que se amplíe la norma internacional de genocidio y que se incluya dentro de la norma el genocidio por razones políticas.

R: ¿Cuál es el rol que cumplen o deberían cumplir los exiliados en el proceso de paz de Colombia?

RYT: Nosotros nos consideramos revictimizados porque nos han desconocido e invisibilizado en el proceso de paz de la Habana. Los exiliados y refugiados políticos somos la memoria del conflicto armado y como civiles hemos pagado un precio muy alto por nuestras convicciones políticas y nuestra lucha por la democracia. Consideramos que debemos tener una participación activa porque tenemos mucho que aportar a la paz desde nuestras experiencias políticas y desde nuestra formación académica en el exilio, tenemos muchos años de reflexión sobre la paz y esto nos hace ver el conflicto armado de manera diferente a quienes se encuentran en el país reflexionando en medio de la violencia.

R: ¿Qué impacto tiene en la mujer la violencia sociopolítica? ¿En el ejercicio de sus derechos sociales y políticos?

RYT: En Colombia es muy duro porque si miramos la historia de todos aquellos que defendieron los derechos humanos en Colombia, que militaron en procesos alternativos de poder, en el caso de los hombres siempre han contado con familias y compañeros que los han apoyado y han hecho lo requerido para que hagan lo necesario en condiciones óptimas. Esto no ha ocurrido en el caso de las mujeres. Los ataques de la derecha y detentores del poder y grupos armados legales e ilegales ha sido hacia la función que cumplen los hombres, mientras que en los casos de las mujeres los ataques son dirigidos hacia ellas como personas, hacia su identidad de género, de la manera más burda, cruel e inhumana.

Es decir que la vulneración de nuestros derechos y nuestro entorno social y afectivo es tres veces superior a la de los hombres porque es dirigido a la personas. Aun así, y si se mira la historia las mujeres, hemos jugado un rol importante en las administraciones públicas en las que hemos estado, pues para nosotras siempre ha sido importante el objetivo de la misión que asumieron. Igualmente, en el exilio las mujeres hemos sido más consecuentes con el cambio y lo hemos tomado como un nuevo reto que en lugar de destruirnos nos hace más fuertes y hemos sido más resilientes; ello nos ha permitido salir adelante con menos dificultad que los hombres. Yo creo que somos el género fuerte y la historia demuestra que así ha sido.

R: ¿Qué tan importantes son las memorias de los sobrevivientes de la violencia sociopolítica para la reconstrucción de la verdad o las verdades de lo que ocurrió en Colombia?

RYT: La memoria de las víctimas es de una importancia capital tanto para la historia del país como para la lucha contra la impunidad y aun más para la construcción de la paz. Sin el reconocimiento de la memoria de las víctimas la paz es imposible. Ningún país en conflicto ha logrado reconstruirse sin el reconocimiento de la verdad. Todo intento de paz ha sido fallido cuando se ha negado la memoria.

La paz no se construye con el revisionismo de la historia. La verdad de las víctimas debe ser reconocida como tal para acabar con la impunidad y para el establecimiento de la paz debe ser parte de las clases de historia de primaria, bachillerato y universidad como parte de la historia colombiana, pues es así como se reconstruyó Europa de las dos guerras. Colombia nunca tendrá paz si no reconoce la verdad de los hechos.

R: ¿Ha podido superar el dolor al recordar los hechos que ocurrieron en Colombia contra la UP, contra sus paisanos y contra usted misma?

RYT: Como todo el mundo se dio cuenta cuando ofrecí la declaración para la Corte, durante el proceso sobre la masacre de Segovia, yo no había hecho el duelo de la masacre e hice una catarsis pública. El dolor es inherente a las personas, independiente del daño que les hicieron. Yo tuve ayuda profesional y estudié con expertos europeos para entender el pensamiento de los genocidas y cómo las víctimas se reconstruyeron. Con el caso de la masacre de Segovia, que no es sino una parte del conflicto, se cerró un capítulo pero quedan otros: el daño que nos hicieron, la destrucción a nivel social y cultural me han dolido, me siguen doliendo porque esto sigue pasando para apoderarse de las riquezas de la tierra.

Mientras continúe la impunidad el dolor seguirá latente. Se requiere que el Estado reconozca que hubo un genocidio político y que las víctimas sean reconocidas como víctimas del terrorismo de Estado. Hay mucha gente que no habla del dolor, y es necesario que las víctimas tengan espacios para hablar del dolor para poder reconstruirse. Hoy en día vivo en democracia, puedo protestar contra políticas de Estado sin ser perseguida y eso es una democracia; creo que lo importante es aprender a vivir con el pasado que nos obligaron a vivir.

¡Yo he ganado! Le gané a los que quisieron destruirme, a los detentores del poder, y me siento muy feliz por la persona y la mujer que soy. Lo único que me falta es que se reconozca el genocidio, que se repare a las víctimas, pero no creo en reparación integral porque no habrá ningún dinero que repare todo lo que nos quitaron porque todo no es material en la vida, pero a partir de ahí las víctimas se sentirán en paz y Colombia podrá reconstruirse también.

R: ¿Cómo se cura el desarraigo?

RYT: Cuando me obligaron a salir del país como única forma de salvar mi vida y la de mis hijos tenía propuestas de sindicatos para que yo fuera la candidata a la elección popular de gobernadores en Antioquia, entre otras propuestas de otros partidos. Si me hubieran permitido vivir en mi país hubiera sido la primera mujer gobernadora del país porque tenía apoyo del sindicalismo, tenía un futuro brillante en mi país que me cortaron… Yo estaba terminando mi carrera. Tenía varios negocios personales y políticamente, si hubieran respetado la decisión del pueblo colombiano y el rol que nosotros representamos como UP, Colombia no estaría en la crisis que está hoy en día.

Ninguno de nosotros, los elegidos de la UP, participó en corrupción, ni peculados. Nos crearon infamias pero ninguno de nosotros se robó un peso del erario público. En los primeros años el desarraigo fue muy duro porque a nosotros nos cortaron de raíz todo, nos obligaron a abandonar nuestros proyectos, lo material, los afectos, perdimos todo. Llegué con dos niños y un maleta de 60 kilos y fue muy duro… porque no habíamos pensando en abandonar el país pero un alto funcionario de la seguridad me informó que habían ofrecido 15 millones por mí viva o muerta. Era la primera vez que en Colombia, desde la seguridad del Estado, lanzan una cacería humana por una mujer que ni siquiera tenía 30 años.

Los primeros años fueron duros pero logré tener la fortaleza de espíritu que no podía desfallecer porque si lo hacia habrían ganado los enemigos de la democracia, y decidí echar raíces y apropiarme del lugar donde vivía y lograr que mis hijos fueran felices. Llevo más de la mitad de mi vida en el exilio y tengo otro pueblo que es también mi pueblo, donde eché raíces, y eso no significa que desconozco el otro. Tengo otra gente que ha confiado en mí y he participado políticamente, he podido pegar afiches sin que llegue el Ejército y los arranque, he tenido mi revancha política, y hoy en día soy una persona feliz. He cumplido todas las metas de mi vida y me siento muy afortunada, pero el dolor por mi pueblo sigue vivo por la ignominia que vive actualmente.

R: Para usted, una colombiana forzada al exilio a causa de la violencia, ¿qué significan las palabras paz y reconciliación?

RYT: Deben significar para cualquier ciudadano del mundo democracia. Democracia quiere decir participación de todos los sectores, en las decisiones de un país que les competen a ellos. Paz y reconciliación son sinónimos de verdad y justicia, no en el papel sino en la práctica. Son antónimos de impunidad, intolerancia estatal, gubernamental y política. Deben ser los resultados de una reflexión general, que lleve al reconocimiento de los daños y al fin de la impunidad. Es la garantía de que los opositores al sistema puedan ejercer sus derechos políticos y sociales sin ningún tipo de persecución ni asedio ni amenazas para su vida.

R: ¿Es tiempo para el perdón o cuándo es el tiempo?

RYT: La noción del perdón es muy ambigua. He participado en comisiones de verificación de hechos violentos, he trabajado mucho en la práctica sobre conflictos armados y el perdón es el que deben pedir los genocidas a las víctimas para el buen vivir. Perdón y olvido, en cambio, es la política de quienes buscan la impunidad para los genocidas. En un estado de derecho es la Justicia la que debe primar y nadie tiene derecho a presionar a una víctima a perdonar a quien nunca se ha arrepentido por los crímenes cometidos y de los daños causados. Ningún credo religioso tiene derecho de exigirle a sus fieles que perdonen a los criminales que han destruido su vida.

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