viernes, abril 19, 2024
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Malayerba, se presenta

Ecos de Festa

Aristides Vargas.
Aristides Vargas.

José Ramón Llanos

Aprovechamos la oportunidad que nos dio Festa de entrevistar a algunos directores de teatro. En esta ocasión compartiremos con los lectores el contenido del diálogo sostenido con Aristides Vargas del grupo ecuatoriano Malayerba.

El diálogo con Aristides Vargas es un como una enjundiosa conferencia sobre el teatro que hace Malayerba desde el Ecuador para el mundo. Todo lo que nos explica el argentino es sorprendente. Por ejemplo, el nombre del grupo surgió de la existencia muy breve de los grupos de teatro ecuatoriano en los años setenta. Para exorcizar esa realidad los teatreros recordaron el refrán hierba mala nunca muere y adoptaron el nombre Malayerba.

Malayerba es una especie de colectivo latinoamericano de exiliados por la persecución sistemática de las dictaduras del continente contra la intelectualidad progresista y revolucionaria. Aquí están asociados argentinos, chilenos, ecuatorianos, venezolanos y también españoles. Esta diáspora de artistas, fundamentalmente teatreros arribó a Ecuador a finales de los años setenta. “Los primeros malayerbas, afirma Aristides, estuvimos bajo la influencia de Augusto Boal, Atahualpa del Chiopo, Santiago García, Enrique Buenaventura y Eugenio Barba. Nosotros fuimos talleristas de todos ellos”.

–¿Cómo era el teatro de Ecuador cuando llegaste?

–Era un teatro muy militante, cada partido político tenía su grupo. Los montoneros, los comunistas, los socialistas tenían grupos de teatro. Pero hacían un teatro muy serio, muy acartonado. Nosotros concebíamos el teatro de manera diferente.

–¿Cuál fue la primera obra que montó Malayerba?

–Robinson Crusoe, pero no era el texto de la novela de Defoe, era un juego alrededor de la novela. Era una especie de divertimento con ocho personajes.

–¿Cómo aplicas la creación colectiva?

–Hago como una especie de boceto. Los actores van improvisando y yo voy reescribiendo. La República Análoga es una obra que yo escribo, pero que a partir del trabajo de los actores yo voy reescribiendo constantemente, tanto es así que la obra que presentamos aquí tiene algunas escenas diferentes. Claro que conservamos lo esencial del contenido. Al final deviene una síntesis de la puesta en escena, en la escenografía, actuación, para construir algo que podíamos llamar República Analógica.”

–¿Cómo logras la polifonía que se nota en la obra La República Analógica?

–Sobre preguntas grupales, es decir, ¿qué es para cada uno de nosotros la construcción de una patria? Yo fui escribiendo la obra a partir de preguntas, yo les decía a los actores: ¿Tenemos la posibilidad real de inventar una patria? ¿O siempre tenemos que regirnos a los moldes estipulados por la cultura imperante para construir algo a lo que podemos llamar república? Y fue así como fueron creándose las diferentes voces. Discusiones que nosotros teníamos en grupo y que yo siempre trataba de desacralizarlas y de llevarlas a un territorio de juego principalmente.

–Tú te consideras actor o director?

–Yo soy fundamentalmente actor. El grupo comienza a identificarse por los textos. Pero yo siempre digo, yo soy fundamentalmente un actor. Yo estudié actuación. Yo he dirigido y escrito textos, pero cuando puedo meterme en la obra me meto. Nunca tan intensamente como cuando era joven y podía solamente actuar.

–¿Cómo estableces la relación con los actores?

–La relación con los actores es, en Malayerba, de una tensión creativa muy fuerte. Yo soy muy exigente. Prefiero un actor inteligente a un buen actor. Prefiero una actriz inteligente, que piense a una buena actriz y que no tiene ningún tipo de inteligencia. Yo considero que el teatro que debemos hacer es un teatro inteligente. Que altere la realidad, el contexto social en que vivimos. Que el actor problematice la realidad y que sea consciente de ello.

–¿Cómo se articula el grupo con el resto de la gente de teatro en Ecuador?

–El grupo es uno de los más antiguos de la ciudad. Es un poco parecido al caso de La Candelaria. El grupo ya no es el mismo de los años ochenta, cuando nace y tampoco es un grupo enteramente de la contemporaneidad, de los jóvenes de esa otra teatralidad. Es un grupo más complejo, sus propuestas son más complejas, tienen varios aspectos que tocan en la obra, varios niveles que asisten a la hora de realizar una obra y es respetado por un sector del teatro ecuatoriano. Hay un teatro comercial que evidentemente no le interesa lo que hace Malayerba.

–¿Cómo te has movido en el ámbito latinoamericano?

–Nosotros estamos permanentemente en contacto con América Latina, a veces trabajamos con otros grupos. Yo no sé si tú viste Mar, que fue la otra obra con Bolivia. Ese trabajo fue astuto, de una relación establecida entre los dos grupos, uno boliviano y otro ecuatoriano. A veces lo hacemos con grupos de Nicaragua, de El Salvador. Tenemos muchos contactos. En ese sentido Malayerba es un grupo importante para la teatralidad de América Latina.

–¿Qué opinas sobre el futuro de América Latina?

–Creemos que América Latina, ya no es la misma de los años 70 y que después de lo que ha sucedido con algunos gobiernos de izquierda en América Latina, nunca más estos países van a volver a ser lo mismo. Ecuador, por ejemplo, después de Correa no va volver a ser el mismo Ecuador, para bien. Después de Cristina de Kitchner en Argentina no va a volver a ser lo mismo. Brasil no va a ser lo mismo después de Lula. Entonces yo creo que este cimbronazo histórico en América Latina también se ha hecho sentir en el teatro y con síntomas muy buenos. Y eso está muy bien. Va a dejar huella”.

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