miércoles, abril 24, 2024
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Mal comportamiento económico

Carlos Fernández*

Las cifras del comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) reveladas por el DANE para el primer trimestre del presente año no dejan de ser desalentadoras. Su crecimiento fue de 2,8%, comparado con el primer trimestre de 2012, y de tan sólo 0,3%, si se le compara con el último trimestre del año anterior. Los sectores clave para el empleo y la soberanía económica, esto es, la agricultura y la industria, no salen de su deterioro, ya comentado en estas páginas. La primera creció 2,4% en el año completo, pero si no se tiene en cuenta el café, su crecimiento fue cercano a cero. La industria, por su parte, mantuvo su situación recesiva al decrecer en 4,1% respecto al primer trimestre de 2012.

El crecimiento observado corrió por cuenta del sector de la construcción que creció en 16,9%, cifra que tiene más que ver con las licencias aprobadas que con la construcción física, toda vez que el sector de materiales para la construcción decreció durante el período considerado.

La locomotora minera presentó, a su vez, una desaceleración en su comportamiento, al crecer 1,4% durante el año que va del primer trimestre de 2012 al primer trimestre de 2013. Esta desaceleración se viene observando desde el año anterior, cuando el crecimiento de este sector fue de 5,9%, que ya era bajo comparado con el 14,4% de crecimiento observado en 2011.

Darío Uribe, gerente del Banco de la República y Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda.
Darío Uribe, gerente del Banco de la República y Mauricio Cárdenas, ministro de Hacienda.

¿Hacia dónde vamos?

Tan pronto se conocieron las cifras del DANE, los medios de prensa corrieron a señalar que se había tocado fondo y que lo que hay que esperar en adelante es un crecimiento mayor al observado durante el primer trimestre del año. Es cierto que el ciclo económico se caracteriza porque en él se alternan períodos de auge con períodos de recesión pero el análisis de la situación actual no autoriza a que se sea tan optimista.

Si bien es cierto que la economía de los Estados Unidos, que incide grandemente en el comportamiento económico mundial, presenta un cierto dinamismo en la actual coyuntura, también es cierto que la economía de la eurozona no da muestras de recuperación que permitan señalar que el entorno económico mundial va a jalonar un mayor crecimiento de nuestra economía.

Por otro lado, no se dan elementos internos que permitan decir que se tocó fondo en la recesión económica que atravesamos. El problema radica en el modelo económico utilizado, consistente en una apertura comercial mediante los tratados de libre comercio (TLC) que abaratan las importaciones, el impulso a la minería como sector estratégico que no genera el empleo suficiente para dinamizar el consumo de la población y en una política cambiaria que valorizó artificialmente el peso frente a divisas como el dólar y el euro, situación que, aunque se ha reversado recientemente, ha tenido enorme impacto en el nivel de las exportaciones y, por ende, en el de la producción nacional.

Estamos, pues, ante una situación recesiva de la que no va a ser fácil salir en el mediano plazo.

Desincentivo a la producción

La política económica del Gobierno no está dirigida a salir de la situación de falta de estímulos para el sector verdaderamente productivo. A unos planes que apuntan dizque a meternos en las grandes ligas de la economía mundial, como sería un iluso ingreso a la OCDE, el club de los países más ricos, se añaden medidas de política que no incentivan el consumo, como la reforma tributaria aprobada el año pasado o como la proliferación de TLC que ponen aún más en entredicho la producción agrícola e industrial nacional.

A lo anterior se añade una salida de capitales extranjeros afectados en su rentabilidad por la propia política económica oficial, lo que se ha traducido en la desaceleración ya mencionada del sector minero, en la elevación de los costos para el Estado de sus papeles financieros, en la disminución de la rentabilidad de los fondos de cesantías y, en general, en una situación nada estimulante de la producción interna.

El movimiento social y popular debe ponerle atención al estado de la economía, en la medida en que se ven afectados el empleo asalariado y el consumo de las familias, precarizándose más el trabajo, disminuyendo las garantías de una remuneración asegurada para la vejez. La huelga de El Cerrejón o el movimiento campesino del Catatumbo representan una respuesta popular, que se debe generalizar, a la política económica oficial.

* Investigador del CEIS.

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