Javier Antonio Bravo Hernández
Ante la decisión tomada el pasado miércoles por el Consejo Nacional Electoral de restituir la personería jurídica al partido Unión Patriótica (UP), tras casi dos décadas de haber desaparecido del ámbito político colombiano a causa de un horroroso exterminio por parte de los paramilitares y agencias de seguridad del gobierno, muchos han sido los buenos comentarios suscitados en todo el país porque es un mensaje significativo para los diálogos de paz que adelanta el Estado con la guerrilla de las FARC.
Este acontecimiento coincide con otro fallo del Consejo de Estado que decidió condenar a la Nación por una alta suma millonaria en favor de varios asesinatos ocurridos en Magangué por la década de los años 80, cuando selectivamente cayeron por las balas criminales dirigentes de la UP que hacían proselitismo en este municipio.
El país entero recuerda ese exterminio contra la Unión Patriótica, con la muerte violenta de candidatos a la Presidencia, alcaldes, concejales y dirigentes políticos de la izquierda democrática colombiana y que en Magangué tuvo buena acogida hasta el punto que la UP tuvo concejal propio en la persona del recordado líder José Padauí Gómez.
De manera sana y con madurez de criterio, la UP se supo ganar un espacio político al lado de los entonces únicos partidos existentes en la época, el liberal y el conservador. Fue una época muy recordada por los grandes debates que se hacían en el Consejo y que contaba también con la presencia del MOIR.
La lucha por la tierra para el campesino, los servicios públicos, la igualdad social y política, la seguridad, entre otros, eran los temas que abordaba con lujo de competencia la Unión Patriótica , la cual lastimosamente fue involucrada como un ala de la guerrilla comunista de las FARC, desencadenando el baño de sangre contra los militantes de ese partido de izquierda. Esa fue la razón para que los paramilitares y agencias de seguridad del Estado iniciaran una persecución salvaje, asesinando a reconocidos dirigentes como Pardo Leal y Bernardo Jaramillo, candidatos a la Presidencia, y detrás de ellos miles de candidatos a corporaciones de elección popular.
Entendidos en politología aseguran que si a la Unión Patriótica no hubiera sido víctima de esa atroz y sanguinaria persecución, el país tendría otro rumbo distinto, porque la izquierda avanzaba a pasos agigantados con la toma del poder por la vía pacífica y democrática.
