martes, abril 16, 2024
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Lucro sueco con guerra colombiana

Una de las empresas que más contamina en el mundo es la estatal sueca Vattenfall, que adquiere carbón colombiano para la producción de energía eléctrica y que, por lo tanto, es también corresponsable de los crímenes de lesa humanidad y de los daños ambientales que ocurren en el país.

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Nora Pinta

El daño ecológico causado por las operaciones de las grandes transnacionales es una de las principales amenazas para el medio ambiente en el mundo y se ven especialmente afectados los países de donde se extraen las materias primas. Éste es el caso de Colombia, donde la extracción minera ha significado no sólo contaminación ambiental sino la muerte de líderes sindicales.

Según un estudio encargado por la iniciativa de Naciones Unidas de Principios de Inversión Responsable (Unpri, por su sigla en inglés) los daños ambientales pueden traducirse en costos económicos, pero las vulneraciones de los derechos humanos de trabajadores y habitantes no están calculados. En la actualidad, las 3.000 empresas más grandes del planeta causan daños medioambientales estimados en unos 2,15 trillones de dólares anualmente y si estas empresas se responsabilizaran por los daños medioambientales tendrían que reducir sus ganancias en un tercio o más.

Una de las empresas que más contamina en el mundo es la estatal sueca Vattenfall, que adquiere carbón colombiano para la producción de energía eléctrica y que, por lo tanto, es también corresponsable de los crímenes de lesa humanidad y de los daños ambientales que ocurren en el país.

Vattenfall: “es simplemente más barato quemar carbón que quemar gas natural”

Cuando se trata de empresas estatales uno podría esperar que la responsabilidad socio ambiental fuese más satisfactoria. Lamentablemente, la empresa estatal sueca Vattenfall no cumple con estas expectativas: se trata de la quinta compañía energética más grande de Europa y de una de las peores en el viejo continente en relación a la contaminación que ocasiona, pues emite alrededor de 90 millones de toneladas anuales de CO2, mientras que toda Suecia emite apenas 50 toneladas al año. Adicionalmente, Vattenfall es dueña de 5 centrales termoeléctricas alimentadas por carbón en Alemania, 3 en Dinamarca, 2 en Holanda y este año abrirá 2 más en Alemania. Esto significa que pronto Suecia será dueña de 12 de estas plantas, de las que 4 se sitúan en el top 30 de las empresas más contaminadoras de Europa.

Con respecto a las emisiones de CO2, el director estratégico de Vattenfall, Andreas Regnell, explica que la empresa aumenta su generación energética a base del carbón porque “es simplemente más barato quemar carbón que quemar gas natural. Hoy perdemos dinero si quemamos gas”, dijo en una entrevista al diario sueco Svenska Dagbladet a principios de este año. Incluso, especificó que el único incentivo, según su punto de vista, que conllevaría a que las empresas energéticas redujeran el uso del carbón sería el alza de impuestos por las emisiones de CO2. En el mismo artículo, el diario sueco cita a Ben Caldecott, jefe de Smith School of Enterprise and the Environment de la universidad de Oxford, quien sostiene que el actual cambio hacia una producción energética basada en el carbón ha aumentado significativamente el total de emisiones de CO2 de la región, con respecto a la producción basada en gas natural. Esto es un desarrollo muy negativo con respecto a las políticas climáticas.

Vattenfall compra grandes cantidades de carbón de países como Colombia, Rusia y Sudáfrica. También lo extrae de Alemania y Polonia, aumentando de este modo su abastecimiento de carbón para lograr, según dice su plan de expansión, extender este tipo de generación energética hasta 2050.

Este desarrollo ha causado indignación entre muchos ciudadanos y organizaciones ambientalistas. La Oficina Europea del Medio Ambiente, Greenpeace e incluso el cuestionado World Wildlife Found han protestado en contra de las actividades carboníferas de Vattenfall. Este año, los activistas formaron una cadena humana de ocho kilómetros entre la localidad polaca de Grabice y la alemana Kerkwitz, ésta última uno de los pueblos que se ve amenazado con la expansión de la extracción minera de la mina Welzow-Süd, en manos de esa compañía. Em Peterson, quien lidera las campañas sobre las temáticas climáticas y energéticas de Greenpeace en Suecia, condena a esa empresa estatal y la acusa de anular la credibilidad del estado sueco en los foros internacionales sobre temas climáticos, mientras convierte a todos los ciudadanos suecos en “bandidos climáticos”.

Vattenfall y el ‘carbón ensangrentado’ de Colombia

La contaminación por emisiones de CO2 no es el único daño cometido. Vattenfall, al igual que otras empresas energéticas de Europa, importa gran parte del carbón para sus plantas de países en vías de desarrollo. Este carbón es generalmente extraído de manera poco sustentable y amigable para los seres humanos y el medio ambiente. Es más, la responsabilidad socio ambiental es violada a diario.

La ONG holandesa PAX publicó recientemente un informe sobre los graves problemas socio ambientales relacionados con la extracción de carbón en Colombia. En el mismo se concluye que las empresas europeas que compran carbón colombiano deberían no solo parar de importarlo sino también compensar a la población colombiana por los crímenes cometidos en nombre de la extracción carbonífera.

PAX ha investigado a cinco empresas energéticas que actualmente compran carbón colombiano: Essent, Nuon / Vattenfall, E.On, Delta y Electrabel, y les ha hecho un llamado a parar la importación de lo que ellos denominan el ‘carbón ensangrentado’ de Colombia que, en gran parte es extraído por las empresas Drummond y Glencore Xstrata. El informe exige que las empresas mineras reconozcan e indemnicen a las miles de víctimas de la violencia paramilitar relacionada con la extracción minera durante el periodo de 1996 a 2006, así como que éstas influyan activamente en que los derechos humanos sean respetados en Colombia. Adicionalmente, asegura el informe que las empresas multinacionales mineras Drummond y Glencore financiaron a paramilitares e intercambiaron información estratégica sobre la población local con estos grupos.

“El lado oscuro del carbón”

El informe, realizado con datos recopilados en Colombia, concluye que entre 1996 y 2006 los paramilitares colombianos asesinaron a 3.100 personas y desplazaron de sus tierras a 55.000 campesinos. Estas víctimas no han recibido ni compensación ni reconocimiento. Las empresas mineras se aprovechan hasta el día de hoy de que las tierras estén abandonadas, ya que una significativa parte de las tierras robadas están actualmente en su posesión. Debido a la violencia mortal que conllevó el paramilitarismo se logró, además, sabotear de manera sistemática la existencia del sindicalismo minero a través de amenazas, violencia y asesinatos. Según los testimonios recopilados, la cooperación entre las empresas mineras del carbón y los paramilitares en el departamento colombiano del Cesar consistió, además del apoyo financiero y material, en un intercambio de información estratégica sobre las comunidades y los trabajadores mineros.

El informe concluye que las empresas energéticas Nuon / Vattenfall, Essent, Delta, Electrabel y E.On compran carbón mineral de Drummond y Prodeco y que conocen de las violaciones a los derechos humanos ocurridas a gran escala en Colombia. Sin embargo, estas empresas nunca han dejado de comprar carbón proveniente del Cesar. PAX ha iniciado la campaña “A parar con el carbón ensangrentado”, con la que se busca que estas empresas compensen a las víctimas de las violaciones de derechos humanos en el departamento de Cesar y convocar a todos los clientes, particulares y privados, de las empresas que producen energía eléctrica a partir de ‘carbón ensangrentado’ para que les exijan a las mineras que publiquen de dónde proviene el carbón y que, en caso de ser ‘carbón ensangrentado’, frenen la importación del mismo.

Sin embargo, Vattenfall se niega a revelar información específica sobre el país de origen del carbón que quema, pero lo que sí revela es que entre el 75 y el 85 % de todo su carbón es adquirido a través de acuerdos bilaterales con las mismas empresas mineras. El informe realizado por la ONG holandesa Somo en 2012 complementa los datos sobre Vattenfall de Coal Americas Energy Publisching Inc., donde se revela que esa compañía compró 892,587 toneladas de carbón de Cerrejón sólo entre agosto y noviembre de 2011.

Además, el estudio encontró que Colombia es la fuente más grande de carbón para las centrales eléctricas holandesas y concluye que las seis principales compañías de energía en los Países Bajos compran carbón colombiano, incluyendo la estatal sueca Vattenfall –dueña mayoritaria de Nuon–. Las demás son E.On, GDF Suez / Electrabel, RWE / Essent, DONG Energy y EPZ.

Con una exportación anual de más de 70 millones de toneladas, el carbón colombiano compone una gran parte del total del consumo carbonífero mundial, pero Colombia se coloca en un lugar único entre los países carboníferos, ya que exporta más del 90% de su carbón. Es decir, el carbón no es consumido en su país de origen y, además, las regiones carboníferas de Colombia son de las más pobres del país.

Desde hace varias décadas, las empresas transnacionales que extraen el carbón colombiano son partícipes de la realidad de pobreza, contaminación y violencia que viven las zonas carboníferas. Anglo American (Reino Unido), BHP Billiton (Reino Unido y Australia), Rio Tinto (Australia y Reino Unido), Xstrata (Canadá y Reino Unido), Drummond (EE.UU.), Amcoal (Sudáfrica y Reino Unido) y Glencore International (Suiza) son responsables directos de daños ambientales, despojos, desplazamientos, amenazas y asesinatos, mientras empresas como Vattenfall, Essent, Delta, Electrabel y E.On son corresponsables.

El Turbión

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