viernes, marzo 29, 2024
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“Los ritmos de la unidad y el tempo de La Habana”

La unidad y la construcción de una alternativa de poder son los retos inmediatos que planteó la última Conferencia Ideológica de los comunistas

Giovanni Libreros.
Giovanni Libreros.

Hernán Camacho

Giovanni Libreros sostiene que la unidad en la izquierda debe llevar un ritmo más apresurado que los acuerdos entre gobierno y las FARC-EP, en La Habana. La democracia y la paz no pueden ser las que quiera entregar el establecimiento, deben ser las que el pueblo colombiano movilizado imponga. El secretario nacional de organización del Partido Comunista habló con el semanario VOZ, después de culminar con éxito el encuentro ideológico de los comunistas y entregó una lectura política juiciosa de los retos de la izquierda y el movimiento social.

–¿Cuál es la clave para entender la pasada Conferencia Ideológica y sus conclusiones?

–La Conferencia es parte de los desarrollos de la línea trazada por el XXI Congreso de nuestro Partido, y también es fundamento para la construcción de la propuesta de Frente Amplio, una convergencia de las fuerzas motrices de los cambios y la perspectiva de conquistar un gobierno pluralista, democrático y comprometido con la paz y con las soluciones económicas, sociales y políticas de fondo que reclama el país. El papel de la Conferencia es motivar reflexiones tanto estratégicas como en el día a día de los acontecimientos de la política.

–El país sigue igual que hace dos meses pero es indudable que se avecinan cambios importantes por la dinámica del proceso de paz. ¿Cómo se pueden analizar esos cambios desde el PCC?

–Hay que tener en cuenta que venimos de una lucha política muy compleja. Por un lado, la lucha parlamentaria pasada dejó a los herederos de la parapolítica en el Congreso, el sistema clientelista tradicional aseguró allí las mayorías, la izquierda no logró una bancada más fuerte para soportar y defender desde esa tribuna una idea de paz ligada a verdaderos cambios y que haga la diferencia con la “paz de Santos”. Pero por otro lado vienen unas elecciones locales en 2015, y el uribismo tiene en la mira los gobiernos locales.

También existe la posibilidad de un referendo que ratifique lo acordado en La Habana, esto abriría un debate para respaldar el sí a los acuerdos, contra un evidente no que sin duda impulsará la ultraderecha. Entonces, se debe traducir la acción de movilización social que se ha venido gestando en Colombia en una unidad de acción política en las urnas y vamos a tener que hablar de una unidad muy amplia con sectores intermedios, incluso será inevitable la coincidencia con sectores de la derecha que también estén de acuerdo con la refrendación de los acuerdos alcanzados en el marco del proceso de paz.

–Un panorama muy movido. En definitiva el pulso de la política lo dará el proceso de paz.

–Pero ese no es el punto de llegada. Para nosotros la firma del acuerdo es el punto de partida para construir una alternativa y abrirle paso a una correlación de fuerzas nuevas y favorables para disputar un poder alternativo. Juan Manuel Santos y la Unidad Nacional nos han querido vender la idea que con la firma del pacto se entra a un posconflicto, que con el silenciamiento de los fusiles llega la resolución de todos los problemas de la sociedad.

Hay entonces, un campo de batalla importante en términos de las ideas para direccionar la voluntad mayoritaria de los ciudadanos: hacia una paz sin cambios o una paz social del buen vivir para todos los colombianos, que es lo que el gobierno no quiere, porque ello implica cambios profundos en el modelo económico y el régimen político. La paz que proponemos es una paz como proceso constituyente para posibilitar en el mediano y largo plazo una transformación en toda la estructura económica y social.

–¿La disputa sigue con acuerdos o sin ellos?

–En el fondo estamos disputándonos la democratización del país. Aquí no puede pensarse en clave de “posconflicto” como superación de las causas de la guerra, y menos que la izquierda y los movimientos sociales se limiten solamente a esperar y apoyar los acuerdos en 2015; no. Hoy vemos cómo el gobierno propone en la agenda legislativa del Congreso la continuidad de lo viejo con reformas, entre otras, como la de equilibrio de poderes. Aquí no podemos perder la perspectiva de la paz, entendiendo que de lo que se trata es de avanzar en las nuevas condiciones hacia la construcción de un nuevo orden de cosas. Y el establecimiento no va a proponer una mejor democracia de la que ahora defiende, eso lo hace la unidad de la izquierda.

–El equilibrio de poderes lo han querido presentar como una reforma política profunda. ¿Son contraproducentes para la paz reformas de ese tipo?

–La reforma del equilibrio de poderes no expresa las demandas sobre el punto de participación política que se firmó en La Habana. Se mantiene el umbral para excluir las minorías y en general el sistema está diseñado para impedir la unidad de sectores políticos de izquierda y por el contrario tiende a fortalecer el régimen presidencialista. La reforma del equilibrio de poderes no está orientada hacia una democratización del poder político.

–La movilización será la llamada a corregir todos los vicios del sistema.

–Nosotros seguimos insistiendo en la idea del Frente Amplio como un medio para lograr coordinar política y socialmente muchas fuerzas que coinciden en respaldar la paz y plantear un movimiento alternativo con posibilidades de ser gobierno y poder. Y aquí viene de nuevo: la unidad. Aún no se logra dar un salto cualitativo en ese sentido, y no podemos desconocer los esfuerzos que se han hecho, los acercamientos, los momentos de la coyuntura política que hacen posibles las coincidencias, pero hay otros momentos en que estos esfuerzos se dispersan y se alejan del proceso de unidad. No se ha logrado una identidad del proyecto alternativo y esto contrasta con la aceleración de los tiempos de las conversaciones en Cuba.

–Pareciera que juntar las fuerzas fuera un rompecabezas de millones de fichas.

–Es complejo. Por ejemplo, nosotros decimos que la unidad debe construirse de acuerdo a las realidades territoriales y las dinámicas del conflicto son distintas y cambian de una región a otra, los contextos sociales igual, los sujetos de la resistencia son diversos y varían de acuerdo a cada realidad local. La contradicción de modelos de acumulación es distinta, Colombia es una formación socioeconómica heterogénea y contrahecha.

Por eso el tema territorial para la paz y la unidad de la izquierda es clave bien sea para detener la expansión de los modelos capitalistas o para potenciar una economía más viva, solidaria y comunitaria, y esa disputa es parte de las resistencias que persisten en el tiempo y que tenemos que lograr articular en función del nuevo poder.

–¿Son de fondo las diferencias?

–Hay debates por resolver del orden de la táctica y la estrategia. Hay que resolver quiénes son los enemigos fundamentales a derrotar en cada paso y momento de la lucha. Por eso insistimos en la unidad de acción política con los sectores más afines e ir consolidando progresivamente un bloque de fuerzas capaz de hundir sus raíces en el suelo popular. Esperamos que se den pasos significativos muy pronto, porque el proceso de unidad necesita apresurar su andar.

Mientras que en La Habana se está entrando a una fase decisiva de la negociación, en la izquierda aún no se aligeran los pasos de la unidad. Los ritmos de la unidad van muy lentos pero el tempo de La Habana va a un compás cada vez más rápido. El momento político nos impone la tarea de debatir con profundidad pero al mismo tiempo de avanzar con mayor decisión y rapidez.

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