jueves, abril 18, 2024
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Los parásitos y la guerra económica en Venezuela

Las contradicciones se agudizan de forma drástica en el actual momento político, y la derecha ha recuperado espacios importantes, solo si el chavismo se mantiene unido y desplegado combatiendo la guerra económica los parásitos serán derrotados y la indigestión un asunto del pasado.

Cumaná, Venezuela. Foto  via photopin (license)
Cumaná, Venezuela. Foto via photopin (license)

Sebastián Forero

Venezuela está indigesta, le pasa lo de aquel amigo que come mucho pero que no engorda. La oposición señala al gobierno en general de las desgracias del modelo económico, que los retorcijones estomacales dolorosos del día a día son por culpa de sus políticas, de los controles al cambio, de la regulación de precios, entre otros factores; en síntesis, para la oposición los problemas venezolanos son la falta de libre mercado, y un Gobierno que no le da la gana de entenderlo.

Pasqualina Curcio es investigadora y Profesora Titular del Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas y de la Coordinación de Postgrados en Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar. Ella, junto a su equipo de trabajo se puso en la tarea de escudriñar a través de análisis económicos la situación de Venezuela. De este modo, pudo evidenciar que la indigestión Venezolana deriva de comportamientos claramente deliberados y que reconociendo errores propios de políticas de Gobierno y de las características de un modelo esencialmente rentista, por distintas vías se ha provocado de manera planificada, el colapso económico para el derrocamiento del gobierno y posterior restauración del neoliberalismo en el país.

Según la investigadora, en Venezuela el desabastecimiento y la inflación no han sido generados por las variables comunes en la economía. Al encontrarse que los niveles de producción medidos en el PIB Total y el PIB Agrícola (Producto Interno Bruto) han crecido de manera constante entre 2003 y 2013 respectivamente y ha existido una disminución sustantiva de la tasa de desempleo de alrededor del 62%, lo que evidencia que no ha habido una parálisis productiva en la economía venezolana como pregona la derecha.

Tampoco se debe a una disminución de las importaciones que en el caso de los alimentos ha subido al menos un 500% entre 2003 y 2013. A su vez, no se debe a la falta de otorgamiento de divisas al sector privado para la importación ya que este ha aumentado más de un 400% entre 2003 y 2013. Todo lo anterior, teniendo en cuenta que el consumo ha subido tan solo un 83%. Por ende, estas cifras nos permiten comprender que no se trata de un cambio drástico en la relación de la demanda agregada (demanda total de bienes y servicios en la economía) y la oferta agregada (oferta total de bienes y servicios en la economía).

De esta forma, “las importaciones de bienes y servicios, medidas en kilogramos no han aumentado lo suficiente para abastecer la demanda, pero no porque no le hayan sido entregadas las divisas al sector privado importador, que como ya hemos mostrado le fueron asignadas, sino que con una cantidad mayor de divisas entregadas han traído menor cantidad de bienes al país”. Cada kilogramo bruto importado se soporta en más dólares que en la década anterior por 210% de diferencia, pasando de 0,83 dólares/kilogramo a 2,34 dólares/kilogramo. ¿Parásitos robando dólares?

Venezuela, a diferencia de otras economías, enfrenta un fuerte mercado paralelo (negro) de divisas que se articula desde la difusión de tasas de cambio distorsionadas, respecto a la moneda venezolana en su tasa oficial, ubicando así en la relación Bolívar/Dólar una descomposición de la moneda del país hermano. Del mismo modo, con la caída de los precios del petróleo ha sufrido un bajonazo tremendo en el ingreso de divisas, que son el sustento del modelo de inversión social del cual se beneficia la población. A pesar de ello, no se ha detenido la inversión social en ningún rubro. ¿Qué es lo que pasa entonces?

Se trata de una guerra…

Quisiera recordarles episodios de dos procesos revolucionarios que enfrentaron guerras de tipo económico que desestabilizaron sus economías con claros propósitos políticos. En una carta titulada “El Hambre”, Lenin manifiesta su preocupación a los obreros de Petrogrado alrededor de la hambruna que allí se estaba presentando, “todos sabemos que, en numerosas provincias industriales, el problema del abastecimiento tiene la misma gravedad, el hambre llama no menos dolorosamente a las puertas de los obreros y de los pobres en general (…) El hambre no se debe a que falte trigo en Rusia, sino a que la burguesía y todos los ricos libran la lucha final, la lucha decisiva, contra el dominio de los trabajadores (…) la burguesía sabotea los precios fijos, especula con los cereales, se gana cien o doscientos rublos, e incluso más, en cada pud, destruye el monopolio del trigo e impide la justa distribución de este, recurriendo a la corrupción y al soborno…”.

De igual forma, en el periodo previo al golpe de Estado orquestado por la CIA, la burguesía y los militares fascistas en Chile en el año 1973, se presentó un fenómeno similar: acaparamiento por toneladas de productos esenciales, especulación de precios y escasez, falta de repuestos que vienen directamente de los Estados Unidos, sabotaje a la producción agrícola entre otros factores configuraron la crisis. Caldeando la situación el sector transportista se declaró en paro, soportado por un movimiento de estudiantes asociados a las universidades más prestigiosas de Chile como la Católica, y un sector importante de la clase media se sumó a las protestas, en el llamado paro de la ciudad de Rancagua.

Venezuela ha enfrentado de manera agresiva todas estas dinámicas, sumándole a esta, la del denominado contrabando de extracción, que se entiende como la colocación de los bienes en otros mercados a través de las fronteras, caso específico del Norte de Santander y La Guajira en Colombia. Así, una importante porción de la producción y los bienes de primera necesidad que tienen precios regulados se va por la frontera donde se venden tres o cuatro veces por encima de su precio y generando una forma de acumulación parasitaria, llevándose entre el 30% y el 40% de los bienes en el mercado venezolano, frenada de manera importante por el cierre de frontera decretado por Nicolás Maduro.

Para cerrar, hay que añadir el factor psicológico con el que se está jugando para caldear ánimos y generar acciones como las efectuadas de manera violenta en el año 2014, que terminaron con el encarcelamiento del dirigente golpista Leopoldo López, por su participación orgánica, en la configuración del plan violento llamado “La Salida”. La burguesía, a través de las redes sociales y su poder mediático, ha logrado generar en amplias capas de la población una sensación de zozobra e inestabilidad, miedo y desconfianza del proyecto revolucionario. En el plano económico, compras nerviosas de tipo masivo, reventa de productos a precios especulativos en las calles, configurando un asedio muy serio a la estabilidad emocional de las clases populares, motor fundamental del proceso revolucionario. De otro modo, jamás la rancia y vetusta oposición se habría tomado la Asamblea Nacional como aconteció el 6 de diciembre de 2015.

Solo remedios caseros…

Salir de la situación nos pone en el escenario del Periodo Especial en Cuba, y nos preguntamos, ¿si tenemos que salir de la crisis, saldremos de ella restaurando el viejo orden? Muy claro, fue Maduro en la tesis un poco repetida, de la necesidad de romper con el modelo rentista, modelo que solo sirve para alimentar y engordar a los parásitos que día a día desestabilizan el proceso de cambios conduciendo a Venezuela por una crisis crónica e irreversible.

El poder popular, debe ser el principal dinamizador de la batalla contra la guerra económica, desde la vigilancia sobre las divisas otorgadas a los parásitos, hasta el control de la distribución y el abastecimiento de los bienes de primera necesidad fundamentalmente. Así mismo, debe ser el pueblo mismo quien con su trabajo rompa desde las entrañas el modelo rentista que permita generar una nación productiva, con una plena soberanía económica.

Chávez, antes de morir reclamaba con urgencia un “golpe de timón” en el proceso revolucionario, un viraje histórico que hiciese irreversible la transformación en Venezuela hacia el socialismo bolivariano tal como lo denominaron. Las contradicciones se agudizan de forma drástica en el actual momento político, y la derecha ha recuperado espacios importantes, solo si el chavismo se mantiene unido y desplegado combatiendo la guerra económica los parásitos serán derrotados y la indigestión un asunto del pasado.

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