viernes, abril 19, 2024
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Los mitos de la monarquía británica

A propósito de la anunciada visita del príncipe Carlos a Colombia, reproducimos este texto del Nuevo Partido Comunista Británico

Foto: Mikepaws via photopin cc
Foto: Mikepaws via photopin cc

En la antigüedad se asumía que los emperadores romanos poseían poderes divinos para justificar su inmensa riqueza y el poder sobre la vida y la muerte que ejercían sobre sus súbditos y esclavos. En la época feudal, los reyes guerreros eran elogiados en canciones por el número de enemigos que habían matado o por sus ocasionales actos de misericordia y caridad que demostraban un supuesto mérito cristiano.

La monarquía se cubre con patriotismo falso y mitos, en gran medida de su propia creación. A los niños se les solía enseñar acerca de los reyes desde la conquista normanda de 1066 como si hubiera una cadena intemporal hasta el monarca actual. La Guerra Civil, el juicio y la ejecución del rey, y la posterior república de corta duración dirigida por Oliver Cromwell, se presentan como una breve interrupción de una institución benévola que existe, por lo que nos quieren hacer creer, simplemente para servir al pueblo y su instituciones elegidas.

De hecho, la monarquía actual sólo se remonta a la «Revolución Gloriosa» de 1688, que estableció la soberanía del parlamento burgués de los terratenientes y capitalistas.

Pero el mito principal de la monarquía es que la Reina, que es jefe de Estado hereditaria, no tiene ningún poder. Aparte de los amplios poderes de la prerrogativa real frente al parlamento, las fuerzas armadas y la administración pública, es simplemente absurdo creer que la Casa de Windsor, una de las familias más ricas del mundo, no tiene poder o influencia en Gran Bretaña hoy.

De hecho, la monarquía es un pilar central de la clase dominante y de la «democracia» burguesa que defiende. La monarquía encarna el principio de poder y riqueza hereditaria, que justifica la inmensa riqueza de los otros grandes terratenientes y la riqueza heredada de los oligarcas que controlan los imperios financieros, mediáticos e industriales del capitalismo en Gran Bretaña.

La reina no es el símbolo de la «nación» británica o de la supuesta unidad de los pueblos inglés, escocés y galés que la propaganda burguesa quiere hacernos creer. El monarca es simplemente el pináculo del Estado burgués.

Estas son las personas que robaron y saquearon África y Asia en el siglo XIX para construir un imperio en el que «el sol nunca se pone», matando y esclavizando a millones en su camino; el tipo que vivía en el lujo y la comodidad en sus mansiones, mientras que los trabajadores británicos trabajaban como esclavos en sus fábricas por unos centavos y morían en la miseria en los barrios pobres de nuestras grandes ciudades; la gente que envió a millones a la muerte en la Primera Guerra Mundial para mantener y acrecentar sus fortunas.

Ellos son la clase dominante; los grandes capitalistas, los banqueros, los industriales y los grandes terratenientes que realmente gobiernan este país. Todavía están con nosotros. Mueven los hilos.

Ellos temen y detestan el trabajo organizado, porque saben que toda la riqueza del mundo proviene de los trabajadores en las fábricas y los campesinos en los campos.

Pero el pueblo trabajador eventualmente los barrerá para construir la auténtica democracia popular, en donde no habrá más terratenientes, ni capitalistas, ni reyes.

The New Worker

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