viernes, abril 19, 2024
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Los mismos continúan al frente de la refacción de sede comunista en el Tolima

Es indudable: Hay cansancio. Pero también una moral revolucionaria alta en cada uno de los compañeros que hoy nuevamente participaron activamente.

Foto Nelosi
Foto Nelosi

Nelson Lombana Silva

Una vez más el maestro de la obra Juan Carlos estuvo puntual en la sede comunista que se está refaccionando, una vez más cruzamos de largo con el compañero Miguel con dirección a la gobernación, porque se gestiona la pauta publicitaria para el semanario VOZ, la verdad del pueblo, se trabaja en la organización del I Encuentro Departamental de Medios Alternativos de Comunicación y se aporta a la actividad de la traída a Ibagué del famoso jugador James Rodríguez.

Fue un día soleado, sobre todo en las primeras horas de la mañana y parte de la tarde. “Hay que pintar el techo en las primeras horas –dijo Miguel–. Hacia el mediodía se hace imposible por el calor. Se puede asar arepas allí”. Se agota el recurso económico, no así la moral revolucionaria en este grupo que se mantiene firme, organizado y entusiasmado. Sabe que el marxismo-leninismo es ante todo teoría y práctica y que la única forma de hacer esto realidad es a través de esta dinámica, no hay otra. La explicación es elemental: El marxismo-leninismo es ciencia y la ciencia se demuestra, no se especula sobre ella.

Hacia el mediodía llegamos a la sede. Grata sorpresa: Los mismos. Al primero que saludamos fue al compañero Eduardo, embadurnado de mezcla hasta el apellido. Subía y bajaba, iba de un lado para otro con su particular entusiasmo. Todos con el mismo traje de fatiga: Juan Carlos, Miguel, Botache. Gilberto no estaba, pero había preparado en esta oportunidad una exquisita sopa de verduras y se había retirado a cumplir otros compromisos.

Se habló de fútbol. Un comentario sobre la vergonzosa derrota de Brasil ante Alemania y luego, el plato futbolero del día: Argentina-Holanda. Nuevamente en minoría. La mayoría desea que la finalista sea Holanda. “Argentina es muy sobradora”, dice Eduardo. “No soy amigo de James Monroe que dijo avaramente: América para los americanos, pero sí soy latinoamericano”, pensé para mis adentros. Decidí no exteriorizar este pensamiento para no caldear el ambiente.

Nadie se quedaba quieto. Ayer comenzó la sede a tomar un semblante distinto. El verde jamaiquino se destaca y el techo blanco se va consolidando. Juan Carlos insiste en resanar, Eduardo en preparar mezcla y Miguel y Botache, encaramados en los andamios, pintan el techo. Es un trabajo dispendioso. Monótono. Sin embargo, la constancia vence lo que la dicha no alcanza.

Aparece por la sede el compañero Vidal con su misma personalidad que siempre lo ha caracterizado, acompañado de los cortos apuntes y las risotadas espléndidas. Saluda. Comparte e incluso apoya. A su cargo corre el refrigerio y la alimentación que habremos de consumir hoy. Da vueltas y revueltas y tan intempestivamente como llegó se marcha.

Sea la verdad. El único que vio el partido Argentina-Holanda completico fuimos nosotros, los demás compañeros lo hicieron intermitentemente al combinar esta actividad con el trabajo presupuestado.

El lunar ayer fue un accidente del compañero Miguel que afortunadamente no pasó a mayores, cuando remataba la tarea de pintar el techo junto al compañero Botache. Se deslizó y perdió el equilibrio del andamio. Se apoyó en un ventanal y se mantuvo haciendo verdadero malabarismo durante algunos segundos hasta cuando pudo estabilizarse de nuevo. Resultado: algunas contusiones en su pierna y brazo. Además: Un fuerte dolor en el estómago que aspiramos no tenga repercusiones graves.

Al caer la tarde y agonizar la jornada hizo presencia el camarada Ricardo Castiblanco con bromas de gran calado: “Me los imaginaba sudando, pero los encuentro sentados y todos”, dijo sonriente. No sé quién dijo: “Es que primero es el Partido”.

“Hoy sí me siento un poco cansado”, dijo Juan Carlos. Fue como la síntesis de la tercera jornada que apunta a tener una sede comunista decente y presentable para debatir allí, presentar argumentos y fórmulas de unidad que tanto necesitan la comunidad del Tolima.

Es indudable: Hay cansancio. Pero también una moral revolucionaria alta en cada uno de los compañeros que hoy nuevamente participaron activamente. “Hay que conseguir otros recursos para concluir la obra”, anota Eduardo con la fe del carbonero, mejor, con la esperanza del revolucionario consecuente.

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